Si usted acude a Wallapop en busca de juguetes para niños y niñas, seguramente lo haga para encontrar artículos de segunda mano más baratos. Pero si anda detrás de los de la marca Mundo Diver, de Aldi –sobre todo los de madera que se anuncian como pedagogía Montessori y que tanto triunfan–, lo que descubrirá es todo lo contrario. Maletines sensoriales, cocinitas, alfabetos de madera, bloques, torres de aprendizaje… Casi todo más caro que en la tienda. A veces el doble.
La campaña de Aldi suele arrancar a principios de noviembre y, desde hace algunos años, desata una auténtica fiebre entre grupos de padres y madres. Su estrategia de ventas consiste primero en anunciar todo el catálogo en su web. Después los juguetes se van sacando en diferentes remesas cada miércoles y solo se pueden adquirir en tienda, lo que hace que los más codiciados se agoten a las pocas horas. Al miércoles siguiente, lo mismo, pero con nuevos artículos.
Para comprobarlo, basta con acercarse a un Aldi un miércoles a las 8.45h, minutos antes de que abra. El pasado día 23, en la ciudad de Girona, donde hay dos de estos supermercados, la cola era de 20 personas en uno de ellos. “En el otro son unas 60”, informaba Anna, una mujer que explicaba que se había coordinado con otras dos madres para hacer las compras. “Yo estoy en esta tienda, otra madre está en la otra, y la tercera está llevando a los hijos de todas al colegio”, relataba desde la cola.
“Yo he venido cada miércoles y tendrías que haber visto la cola del primer día, era increíble”, describe Montse. Ella, como la mayoría de las que aguardan a que abra esta tienda de Girona, es una abuela a la que sus hijos han encargado hacer la compra para los nietos. “Había gente que llenaba el carro con docenas de juguetes”. Hoy, según relatan esa veintena de compradores, lo más buscado va a ser el bolígrafo 3D y el panel de luz para dibujar, ambos por 25 euros. “Esto en Amazon he mirado y costaba más de 40”, dice Anna.
Los días 9 y –en menor medida– el 16 de noviembre las colas fueron más sonadas porque los artículos que se vendían eran los de madera que se publicitan como Montessori, algunos de ellos de tipo desestructurado (como se conoce a los juguetes sin instrucciones, pensados para experimentar). La mayoría están fabricados en China. Aldi los publicita con el gancho de este tipo de pedagogías.
En Wallapop: ¿especular o recapacitar?
Los jueves, un día después de que salgan a la venta, Wallapop comienza a recibir un goteo de anuncios de estos juguetes, casi todos con la descripción “sin abrir” o “precintado” y con precios superiores a los de la tienda. Torres de aprendizaje a entre 85 y 100 euros que en Aldi cuestan 50, cocinas de madera a 65 que valen 50, triángulos Pikler a 70 (54 en tienda), cuentos con linterna hasta 23 euros (12 en tienda), maletines sensoriales a 24 (14 en el super)... Y calendarios-ruleta. Muchísimos calendarios-ruleta.
Lo de las ruletas tiene una explicación, que aporta un mujer que vende una en Wallapop (a 30 euros, mientras que en tienda vale 12). Es una suerte de reliquia para los maestros y maestras de Educación Infantil. Se parece a una que vendió Ikea y triunfó mucho, pero que hace años que está descatalogada. “Cuando nos enteramos de que salía la ruleta en Aldi, aunque no fuera la de Ikea, tres de nosotras fuimos a hacer cola a distintos sitios. Yo me llevé tres y las demás solo consiguieron una. Así que dos de ellas me las como si no consigo venderlas”, dice. “Ya puedes ver en esta plataforma por cuánto se vende. Al final es una forma de hacer negocio”.
Igual que ella, otra maestra de Infantil explica que acudió a Wallapop a por una ruleta de Ikea. La compró por 35 euros, pero al ver que salían las de Aldi a 12 euros hizo lo siguiente: “Compré dos. Una para mi sobrina y otra para revenderla y 'recuperar' lo que pagué por la de Ikea”. Ahora vende la recién comprada a 33 euros. “¡Y he llegado a ver algunas de Ikea en reventa por 90 euros!”.
Igual que con estas maestras, este diario ha tratado de conocer las razones de más de una treintena de anunciantes de juguetes precintados. Pocos han contestado. Los que lo han hecho han explicado que en su caso revenden juguetes, uno o dos máximo, que compraron empujados por la urgencia de la promoción y que ahora no quieren. Otros usuarios de la ‘app’ que venden muchos más no han respondido a las preguntas. Uno de ellos tiene anunciados una veintena y, curiosamente, este mismo jueves subió los tan buscados panel de luz y bolígrafo 3D a 35 y 42 euros, respectivamente. Ambos precios inflados. Otra mujer vende un 'pack' de media docena de artículos a más de 100 euros.
Algunos de los que han respondido dicen que los suben de precio a la espera de que el comprador regatee o pida envíos a domicilio. “Yo compré dos alfabetos de madera para mi hijo, influenciada por la difusión que se hace en redes sociales de la pedagogía Montessori. Después, en casa, comencé a dudar sobre su utilidad para mi caso. Los compré porque siempre los he querido y si no lo había hecho antes es porque los que se venden ‘originales’ son carísimos”, describe esta mujer. Le costaron 15 euros y los sube a 25. “Evidentemente, a un precio superior porque si no me los quitarían de las manos”, dice. En las tiendas estos juguetes son los primeros que vuelan. Hace semanas que no quedan. “Sería más cómodo devolverlo en tienda; antes que eso, si lo vendo nuevo en Wallapop es porque así saco algo”, añade.
De forma parecida, una usuaria explica que compró dos Casas Árbol, que cuestan 30 euros, para ella y por si su amiga no encontraba ninguna. Como sí la consiguió, subió la que le sobraba a la 'app'. “¡Por este juguete me ha contactado muchísima gente!”, cuenta. Tanta, que al miércoles siguiente volvió al Aldi para comprar otros juguetes y se llevó una de esas casas que alguien casualmente había devuelto. La subió por 38 euros, no mucho más cara, porque quería vendérsela a una mujer que ya había mostrado interés anteriormente: “Se la vendí a ella, pero el buzón se me llenó de nuevo de muchos mensajes ¡y me ofrecían más dinero!”, comenta.
La “escasez” lleva al “consumo impulsivo”
Que decenas de juguetes de Aldi acaben en Wallapop no es casual. Tiene que ver con su modelo de promociones, que lleva al consumidor a comprar de forma más impulsiva de lo habitual. Es lo que se denomina “'marketing' de urgencia o de escasez”, expone Neus Soler, profesora de Márketing de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y experta en comportamientos de consumo.
Urgencia, abunda Soler, porque se empuja a comprar un día y casi una hora concretos. Y escasez, añade, porque se agota rápido. “Esto influye en nuestra psicología como consumidores. Te están diciendo ‘corre, corre que se acaba’. Que no pienses demasiado”, comenta esta profesora.
Son estrategias que suelen surtir efecto a nivel de ventas y de publicidad, algo parecido a una liquidación, pero que no están al alcance de cualquier comercio. “Sale más a cuenta en las grandes cadenas. Es un poco como la campaña del Black Friday: los pequeños comercios no confiaban mucho en él ni les resulta demasiado, pero se han tenido que subir al carro”, asevera Soler.
“La compra por impulso ocurre también mucho en Internet. Son tantos estímulos que te abocan a comprar y luego piensas: ‘¿seguro que lo necesito?’. Y como es tan económico a veces te cuesta más devolverlo a la tienda que venderlo en Wallapop, o directamente comértelo con patatas”, agrega esta experta.
De los más de 450 juguetes que sacan entre el 9 de noviembre y el 7 de diciembre, el 60% cuestan menos de 10 euros. Es un compromiso, asegura Aldi, con los precios bajos, la calidad, la sostenibilidad de sus artículos de madera y el ahorro de las familias.
Más allá de España, en Reino Unido, su apuesta por el marketing de la escasez llegó al delirio con el personaje ‘Kevin the Carrot’. 70.000 personas esperando ‘online’ y colas de madrugada en las tiendas para arrasar con una sencilla y simpática zanahoria protagonista de los anuncios de la cadena.