“I recycle to make money and to live”. Reciclar (eufemismo para decir que busca en contenedores de basura) para vender lo que encuentra y poder vivir. Así se ha expresado Charles P., un estadounidense sin hogar que permanece en Barcelona desde hace cuatro años, en el juicio al que se ha enfrentado este martes. La Fiscalía le pide seis años de prisión y su expulsión de España por intentar quemar un contenedor en una manifestación que siguió a la sentencia del procés en 2019 y que no terminó en altercados como la mayoría.
Charles P. se ha sentado este martes en el banquillo de los acusados en el primer juicio celebrado en Barcelona por los disturbios tras la sentencia del procés. El juicio ha servido para comprobar que la Fiscalía mantiene su respuesta penal dura que ha llevado a otros acusados a alcanzar acuerdos con el Ministerio Público para evitar exponerse a altas penas de prisión.
Los hechos enjuiciados no fueron ni mucho menos los más graves de los ocurridos en los disturbios, pese a lo cual Charles P. llegó a pasar cinco meses en prisión provisional por un supuesto riesgo de fuga incompatible con su falta de recursos económicos. Solo la llegada de la pandemia lo libró de estar encarcelado sin sentencia.
Este joven sinhogar se enfrenta a pasarse más de un lustro entre rejas por un único hecho: intentar quemar un contenedor en la calle Pelayo, en pleno centro de Barcelona y a plena luz del día, en el trascurso de una manifestación de protesta por la sentencia del procés que transcurría de forma totalmente pacífica. Las únicas pruebas en su contra son las declaraciones de los tres agentes de la Guàrdia Urbana de Barcelona que lo arrestaron.
Tanto Charles P. como los agentes de la Urbana han mantenido un mismo relato. Solo han diferido en un hecho: mientras los uniformados han acusado a Charles P. de haber intentado quemar el contenedor, el sintecho ha negado que provocara incendio alguno y ha alegado que solo buscaba dentro del contenedor algo que “reciclar”.
Una de las agentes se ha referido al incendio supuestamente provocado por Charles P. como “una llamita”, pero ha reconocido que no vio cómo se empezaba a quemar. No fue necesario ni llamar a los bomberos, pues en menos de dos minutos se extinguió el fuego, que no llegó a afectar al exterior del contenedor, solo a unos cartones de su interior.
En el resto las versiones de testigos de cargo y acusado coinciden: Charles P. iba solo en todo momento, no formaba parte de ninguno de los grupos que se estaba manifestando y estuvo unos diez o quince segundos suspendido hacia el interior del contenedor, introduciendo la parte superior de su cuerpo pero sin llegar a saltar por completo dentro de él. Según el acusado, para buscar comida; según la Fiscalía y los agentes, para quemar el contenedor.
El abogado de Charles P., David Aranda, del colectivo Alerta Solidària, ha reclamado la absolución del joven. En su informe final, Aranda ha hecho hincapié en que los agentes no hallaron en la mano de Charles P. sino en su riñonera el mechero con el que supuestamente inició el fuego. En consecuencia, argumenta la defensa, resulta imposible que en los quince segundos que pasó dentro del contenedor tuviera tiempo de prender fuego y luego guardarse el mechero.
“Lo único que sabemos, es que Charles P. se mete en el contenedor y el agente lo saca”, ha remarcado Aranda. El letrado ha sembrado la duda sobre si la identificación que hicieron los agentes de Charles fue la correcta, pues según ha lanzado, quizás lo confundieron con otra persona. El motivo de la duda: en instrucción el sargento dijo que Charles P. vestía chaqueta verde y este martes ha dicho que iba con una camiseta de rallas lila.
Además de los mecheros, los otros objetos que la Urbana incautó a Charles P. al detenerle fueron un prensador de marihuana y media docena de jeringuillas. En la vista, el agente instructor del atestado no ha tenido reparos en reconocer que escribió que las jeringuillas podían contener un acelerante de fuego sin haberlo comprobado. “Digo acelerante como puede ser no acelerante”, ha manifestado.
La Fiscalía se ha reafirmado en pedir seis años de cárcel para Charles P: cuatro años por daños en bienes públicos mediante incendio y dos años por desórdenes públicos. La fiscal ha mantenido la acusación por este último delito (que requiere una actuación grupal o individual amparada en un grupo) pese a la claridad con la que sus testigos policiales han expresado que Charles P. iba solo y no interactuó con nadie. Según la fiscal, Charles P. actuó “amparado por una manifestación” y “llegó a poner en riesgo la paz pública en una época de manifestaciones y altercados”.
Sin embargo la fiscal ha omitido en su informe la acusación de que Charles P. incendió varias papeleras antes del episodio del contenedor después de que la agente que lo ha explicado haya concretado que en realidad lo vio en vídeo y el autor de los grabaciones no haya aparecido en la causa porque la Urbana no le pidió ningún contacto.
Así las cosas el contenedor ha quedado como el único hecho a valorar por parte de la jueza. La fiscal se ha expresado en estos términos durante su informe final antes de elevar a definitiva la petición de seis año de cárcel y expulsión de España: “Es verdad que el contenedor no se quemó pero sí hubo humo y llama en su interior”.