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Los vigías forestales luchan para no ser sustituidos por cámaras: “Somos mucho más fiables que una máquina”

Un vigía forestal durante su turno de trabajo.

Pol Pareja

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Enric Vernedas pasa los veranos buscando humo en el horizonte. Desde hace 32 años, se sitúa en una solitaria torre en el bosque y vigila que no haya ninguna señal que anticipe un incendio. Le acompaña un walkie-talkie, un mapa, unos prismáticos y el ruido de los pájaros y las cigarras. Nada más. Lo que no sabía Vernedas el pasado 15 de septiembre, cuando acabó su temporada como vigía forestal, era que tal vez no volvería a pisar su torre en Massanes (Girona): el Govern pretende eliminar su profesión antes de verano y sustituirlo por una cámara de seguridad. 

“No tiene ningún sentido lo que nos quieren hacer”, se lamenta Vernedas, de 53 años. “Conocemos bien el territorio, podemos pasar las coordenadas exactas y el rumbo del fuego. Incluso sabemos diferenciar qué tipo de vegetación está quemando por el tipo de humo. Esto una cámara no lo puede hacer”. 

Un extenso informe de principios de febrero redactado por el Director General de Prevención de Incendios, Manel Pardo, desató la preocupación en el colectivo. Pardo recomendaba a su departamento sustituir a los vigías forestales que operan en las 48 torres de vigilancia de Catalunya por cámaras de seguridad. Los trabajadores afectados serían unos 80. Unos 40 son personal fijo que la Generalitat deberá recolocar y el resto son interinos que serán despedidos.

El motivo, según el Govern, es la obsolescencia de una profesión que se lleva a cabo desde hace más de 50 años. El informe, al que ha tenido acceso eldiario.es, destaca que la proliferación de los teléfonos móviles, la “mayor frecuentación del medio natural por parte de la ciudadanía” y la desestacionalización de los incendios debido al cambio climático han convertido la profesión en algo prescindible, un extremo que los vigías niegan rotundamente.

“¿Acaso una cámara sabe distinguir el humo que levanta una máquina cuando siega o el que provoca una barbacoa del de un incendio?”, se pregunta Vernedas. “Nosotros sí”.

El documento del Govern afirma que, de los 10.000 avisos recibidos durante los últimos 10 años, solo 37 vinieron de vigías forestales. También sostiene que durante los últimos veranos no se han logrado cubrir las 96 plazas existentes y que la mayoría de las torres de vigilancia presentan graves problemas de conservación tanto en los accesos como en las propias torres.

Un informe polémico

Todos los vigías consultados insisten en que el informe está lleno de incorrecciones. Para empezar, destacan que el documento dice que los vigías existen desde los años 90, cuando muchos de ellos empezaron a trabajar a principios de los 80. También afirman que es falso que hayan identificado solo 37 incendios y acusan al Govern de manipular los datos a su favor. “Solo el verano pasado yo alerté de siete u ocho incendios”, explica Vernedas. “El dato es absolutamente falso”, añade Jordi Odena, presidente del comité intercentros del Departamento de Interior. 

Odena cree que los datos del informe provienen de la aplicación que tienen los vigías para notificar los incendios. Sin embargo, explica que estos vigilantes han notificado muchos incendios por otros canales que la Generalitat no ha contabilizado. También señala que este dato no tiene en cuenta la tarea de seguimiento y localización de coordenadas que hacen los vigías. “Un particular ve un poco de humo y ya llama a los bomberos”, apunta. “El vigía, en cambio, sabe lo que ocurre realmente y si no es un fuego evita que se movilicen efectivos. También les informa hacia donde se mueve el fuego, por ejemplo. Estas tareas no la están contabilizando en el informe”. 

La eliminación de los vigías genera tanta controversia que resulta complicado recoger opiniones. Por un lado, nadie quiere criticar un colectivo que realiza una tarea fundamental y que está muy enraizado en el territorio donde opera. Por otro, muchos creen que no tiene sentido tener a decenas de trabajadores mirando el horizonte durante todo el verano con la tecnología existente a día de hoy. Ni el departamento de Interior ni los Bomberos de la Generalitat han querido hacer declaraciones para este reportaje. Tampoco desde el Consorcio Forestal de Catalunya han accedido a dar su opinión. 

“Sin los vigías se pierde el factor humano, siempre hemos confiado mucho en las referencias que nos pasan”, opina Antonio del Árbol, bombero y secretario general de UGT bomberos. “Cuando hacemos una salida, preferimos que el aviso venga de un vigía que no de una cámara de seguridad que no sabemos ni quién la está mirando ni qué formación tiene esa persona”. 

José Naranjo, bombero especialista en incendios forestales durante 14 años, opina igual. Explica que el conocimiento que tienen estos vigilantes de su entorno les ahorra salidas que no sirven de nada. “Si desaparecen, perderemos mucho tiempo, haremos salidas en vano y los incendios de verdad tendrán más tiempo para crecer”, apunta. “La información que nos transmiten es imprescindible para los operativos”.

La paulatina reducción de la profesión

El desmantelamiento de los vigías forestales no ha empezado este año. Entre 2009 y 2014 se cerraron 38 de estas torres de vigilancia debido a su mal estado. Según el informe del Govern, muchas de las atalayas que se mantienen operativas tienen graves deficiencias tanto en sus accesos como en su estructura que obligarían a hacer una inversión significativa para arreglarlas.

Desde el cuerpo de vigías también señalan este factor como uno de los motivos para querer eliminar esta profesión de los bosques catalanes. “No quieren gastarse el dinero que cuesta arreglar las torres y por esto optan por cerrarlas”, señala Odena, el presidente del comité intercentros del Departamento de Interior. 

Según los vigías, la medida se enmarca dentro de una paulatina reducción de los efectivos que prestan auxilio a los bomberos. Estos vigilantes aseguran que la conselleria de Interior quiere prescindir de ellos antes de que se aprueben los nuevos presupuestos para así tener liberada esa partida y poderla dedicar a otros cometidos, como por ejemplo la ampliación de plazas de bomberos que se han anunciado. Según les ha trasladado la Generalitat, algunos de los que tienen la plaza pasarían a ejercer de conductores de vehículos ligeros y los demás trabajarán de auxiliares forestales.

Desde el cuerpo de vigías aceptan que no se contrate personal nuevo, incluso creen que las cámaras pueden ser un complemento interesante para su labor. En un conflicto que tiene reminiscencias del ludismo de principios del siglo XIX, no quieren tampoco darle la espalda al progreso tecnológico. Lo que no aceptan de ningún modo es que una cámara de seguridad pueda hacer el mismo trabajo que llevan haciendo durante décadas.

“Nuestro trabajo es intangible pero muy valioso”, opina Vernedas, el vigía forestal de 53 años. “Digan lo que digan, somos mucho más fiables que cualquier máquina”.

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