Pepe Rubianes ya tiene su calle en Barcelona. Y no una cualquiera, sino en la que él tuvo su casa durante años, en la Barceloneta. Desde este domingo, la calle Almirall Cervera pasa a llevar el nombre del célebre humorista y actor galaico-catalán, que murió en Barcelona el 1 de marzo de 2009, hace más de nueve años. El Ayuntamiento de la ciudad ha dado cumplimiento así a la petición que desde hace años mantienen los familiares y las 'viudas' de Rubianes, como se autodenominan el grupo de amigos entre los que están Joan Manuel Serrat o Joan Lluís Bozzo.
“Rubianes era un hombre libre y un hombre de verdad”, ha expresado la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, en la fiesta de celebración que se ha realizado en la Barceloneta. “Esta ciudad ama a sus artistas, porque sabe que la cultura es imprescindible para que el mundo sea un sitio que merezca ser vivido”, ha expresado.
Nacido en Villagarcia de Arousa en 1947, Rubianes se hizo un lugar en la escena barcelonesa como actor en Dagoll Dagom, una de las principales compañías de teatro de la ciudad. Aunque su reconocimiento viene sobre todo por su faceta de monologuista, ácido y siempre políticamente incorrecto, como lo fue con la obra Rubianes solamente, que mantuvo en escena desde 1997 hasta 2006.
Peticiones desde el más allá: “Colau, guapa, enróllate”
El periplo administrativo para llegar hasta hoy ha ido acompañado en los últimos años de los mensajes enviados desde el más allá por Rubianes y interpretados por sus viudas. Cada 1 de marzo, el humorista publicaba en El Periódico una esquela en la que pedía a los políticos que se afanaran a encontrarle una ubicación, hasta el punto que en 2016 se dirigió a la alcaldesa. “Colau, guapa, enróllate”, le dijo.
La petición de las ‘viudas’ surtió efecto sobre el nuevo consistorio, que al poco tiempo decidió colocar el nombre de Pepe Rubianes a una pequeña plaza en la avenida Paral·lel. Así lo decidió la Ponencia del Nomenclátor de la ciudad, responsable última de nombrar las calles, pero el veredicto no acabó de convencer al entorno del actor, que prefería una calle en la Barceloneta, su barrio, y “donde pasan más chichas, qué caray”. Así que la carpeta volvió a la Ponencia del Nomenclátor.
Que la calle Pepe Rubianes llegue casi una década después de su muerte no responde exactamente a una dejación política, sino que una de las normas de entrada para ubicar a un ilustre barcelonés en el callejero es que hayan pasado cinco años de su muerte, supuestamente para no tomar decisiones precipitadas. Otro motivo es que en la calle finalmente otorgada vive mucha gente, cosa que suele ser motivo para la denegación del rebautizo por los cambios de dirección que conlleva para los vecinos.
Rubianes se suma a la semana republicana
La fiesta organizada por el Ayuntamiento y las viudas de Rubianes en su nueva calle forma parte del programa de actividades de la Primavera Republicana, una tradición instaurada por el consistorio de Colau desde hace tres años para reivindicar la tradición republicana de la capital catalana coincidiendo con el 14 de abril.
Y esto al difunto Rubianes le viene como anillo al dedo, porque no es que fuera precisamente monárquico. Su ya icónico monólogo Rubianes, solamente, que protagonizó durante nueve años, concluía nada menos que con una dura crítica a la Casa Real en una época, anterior a las redes sociales y al caso Nóos, en la que para muchos hacer sátira con la monarquía era algo parecido a un tabú.
La celebración de semana Primavera Repúblicana empezó este sábado con la tradicional ofrenda institucional en también recién renombrada Plaza de la República, en Nou Barris. También se llevará a cabo un ciclo de cine sobre el pasado republicano de Barcelona, con proyecciones como la de El pianista, en la que Mario Gas adapta la novela de Manuel Vázquez Montalbán, y concluirá con un concierto de Marina Rossell el próximo sábado en homenaje a la escritora Montserrat Roig.