Las pelotas de goma y los proyectiles viscoelásticos utilizados por los Mossos d’Esquadra son “altamente peligrosos”. Así lo recoge un informe de ‘Stop Bales de Goma’, una asociación integrada por víctimas de estas armas de disuasión en Cataluña. Desde que la Generalitat asumió las competencias en materia de mantenimiento del orden público, un proceso que culminó en 2005 en Barcelona -ciudad donde se han registrado la totalidad de los incidentes-, se han contabilizado en Cataluña 11 heridos graves por impacto de estos proyectiles.
Para apoyar su argumentación, el informe recoge diversos estudios médicos que analizan los daños causados por las balas de goma. Según un estudio publicado en la revista especializada ‘Neurochirurgie’ en 2001, el término “bala de goma” puede dar la falsa impresión de que los proyectiles causan heridas inócuas, cuando en realidad estas pueden ser severas o fatales.
Este tipo de municiones se usan también en el resto del Estado y han causado dos muertes, según recuerda el estudio. La primera víctima fue Rosa Zarra, que falleció tras ser golpeada en el abdomen en 2002. En abril del 2012, Íñigo Cabacas falleció en Bilbao tras recibir el impacto de una bala de goma en la cabeza. Las heridas graves más frecuentes son la mutilaciones oculares. Entre 1990 y 2012, al menos 22 personas perdieron un ojo como consecuencia del impacto de una pelota de goma. Por estas razones, la asociación 'Stop bales de goma' se muestra en desacuerdo con la denominación de “armas menos letales” (less lethal, en inglés) para definir estas municiones.
En su informe de 2013, el Comité Europeo para la Prevención de la Tortura (un órgano del Consejo de Europa) ya pidió una mayor regulación del uso de estas armas por parte de la policía catalana.
El Parlamento de Cataluña aceptó formar en esta legislatura una comisión de estudio de los modelos de seguridad y orden público y del uso del material antidisturbios en acontecimientos de masas. CiU aceptó la creación de esta comisión tras la gran movilización ciudadana en solidaridad con Ester Quintana, que perdió su ojo durante la huelga general del 14 de noviembre del 2012. El consejero de Interior de entonces, Felip Puig, negó que se utilizaran pelotas de goma ese día, pero diversas investigaciones periodísticas (especialmente por parte de La Directa y Sicom) mostraron la incoherencia de la versión oficial.
El juzgado de instrucción número 11 de Barcelona está actualmente investigado el caso, y ya están imputados dos Mossos d’Esquadra: el mando y el “agente escopetero” de la furgoneta Dragó 40 de la Brigada Móvil. Pero en la última sesión de la comisión el actual consejero de Interior, Ramon Espadaler, ya adelantó que no piensa apoyar una moratoria de estas armas de disuasión.
El informe también menciona la utilización de estas municiones en otros países a modo de comparación. Destaca el bajo número de países que las integran en el equipamiento oficial. Los autores del informe aseguran que no es únicamente relevante qué países disponen de ellas sino “cuándo y cómo las usan”. Subrayan así el uso militar de estas municiones por parte de los ejércitos de Estados Unidos (especialmente en Afganistán) e Israel (en el conflicto con Palestina). La policía británica también dispone de ellas pero solamente las ha utilizado en el contexto del conflicto en Irlanda del Norte. Francia es uno de los países europeos que más las usa en contextos policiales, lo que se refleja en los datos de heridos.
Uno de los argumentos de los “pro-balas de goma” es que su prohibición crearía una necesidad de más efectivos policiales para hacer frente a los eventuales disturbios durante manifestaciones u otros acontecimientos de masa. Durante una reciente comparecencia ante la comisión parlamentaria, el consejero de Interior, Ramon Espadaler defendió el uso de estos proyectiles. Sin embargo, los autores del informe mencionan datos de Eurostat que indican que España tiene unos efectivos policiales superiores a la media europea: 5,05 agentes por cada 1.000 habitantes frente a los 3,39 agentes de media en la Unión Europea.