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La irrupción de Vox complica todavía más el reparto de la Mesa del Parlament 

El cabeza de lista de Vox por Barcelona, Ignacio Garriga, en el colegio electoral

Arturo Puente

25 de febrero de 2021 22:19 h

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Las sesiones de constitución de los parlamentos siempre son un baño de realidad. El momento de votar la composición de la Mesa de la Cámara es el idóneo para que todos los grupos muestren su cara más pragmática y hagan pactos más allá de su propia ideología para garantizarse el máximo beneficio. El sistema de votación suele favorecerlo, ya que para que una mayoría no aplaste a la minoría, el método se basa en votaciones ponderadas, que hacen que el hemiciclo reparta sus opciones. Así ha ocurrido siempre en el Parlament de Catalunya, que debe constituir su XIII legislatura en dos semanas como máximo. Sin embargo, la irrupción de la extrema derecha de Vox lo complica todo y supondrá la primera toma de temperatura sobre cómo van a gestionar los grupos la presencia de los de Ignacio Garriga.

Las formaciones están buscando fórmulas para garantizar un reparto equilibrado del órgano parlamentario que en todo caso deje fuera de la ecuación a Vox. No es fácil, debido a los propios resultados electorales, que desembocaron en el hemiciclo más fragmentado de la historia. Sin embargo, ambos factores combinados podrían ser los que dieran un protagonismo especial a formaciones con menos diputados que la extrema derecha como la CUP, los 'comuns' o incluso eventualmente Ciudadanos, pese a su mal resultado, ya que cada voto contará para ambos bloques.

Hasta ahora, en todas las reuniones entre partidos se ha destacado la necesidad de cerrar el paso a Vox tanto de la Mesa del Parlament como de la presidencia de la Cámara y las mesas de comisiones, así como de otros organismos. El PSC ya ha propuesto por escrito, en la reunión mantenida el miércoles con los 'comuns', que haya una coordinación que involucre a todos los grupos para evitar maximizar su presencia en la Cámara. Según sostienen los socialistas en un documento, si hay un acuerdo amplio en el Parlament, puede conseguirse que la formación de Ignacio Garriga se quede fuera prácticamente de todos los órganos rectores del legislativo catalán, así como evitar que las ponencias de las leyes caigan en miembros de la extrema derecha. El grupo de Salvador Illa propone igualmente un compromiso para que todos los grupos eviten presentar iniciativas conjuntas con Vox.

El sudoku de la mesa

A falta de acuerdo global de todas las formaciones, la primera votación que deberá afrontarse es la de la Mesa. La del Parlament está compuesta por siete miembros: presidente, dos vicepresidencias y cuatro vocalías. Para elegirla hay tres votaciones en las que los diputados pueden elegir cualquier nombre de entre todos ellos. Primero se vota quién encabezará la Cámara. Aquí parece claro que el bloque independentista, con 74 diputados entre ERC, Junts y la CUP, podrá colocar a uno de sus miembros. En Catalunya hay cierta costumbre de que este puesto lo controle el miembro pequeño de la coalición de Gobierno o de la investidura. En los últimos años, con presidentes de la Generalitat de Convergència o Junts, la presidencia del Parlament ha sido para ERC, por lo que se supone que ahora se intercambiarán los papeles.

Tras esta primera ronda para elegir al presidente, se pasa a los vicepresidentes. En esta votación es elegido vicepresidente primero quien obtenga más papeletas con su nombre y vicepresidente segundo quien quede justo detrás. De nuevo, es muy probable que el independentismo vote unido para quedarse el mejor puesto, mientras que el segundo quedaría con toda seguridad en manos del PSC, que cuenta con 33 diputados en la Cámara.

Hasta aquí las cosas que pueden darse por seguras. El momento de incertidumbre llegaría en la siguiente votación, la de los secretarios, cuando entran en juego todas las alianzas. En ese momento habrá dos cuestiones decisivas: por una parte, si los 'comuns' votan junto al PSC o han preferido coordinarse con el independentismo. Por otra, cómo actúa Vox. Es decir, si el partido de extrema derecha simplemente escribe el nombre de su candidato o prefiere elegir el de otro aspirante como “mal menor”. Según lo que pase en esta ronda, los independentistas pueden obtener hasta 3 asientos o repartirse dos y dos con el bloque no independentista, lo que, con todo, dejaría a los partidarios de la secesión con mayoría global.

La CUP y “una mujer de izquierdas”

Pase lo que pase en el final de las negociaciones, la aritmética surgida de estas elecciones ha dado papeles importantes a la CUP y los 'comuns', que se han convertido en las formaciones claves por detrás de las tres grandes. Por eso es probable que ambos partidos estén representados en la mesa, lo que supondría que haya hasta cinco siglas en el máximo órgano de la Cámara, que se convertiría, en ese caso, en uno de los más plurales de la historia. En las últimas reuniones mantenidas entre los partidos, ambas formaciones han dado a entender que estarían dispuestas a asumir un rol aún más importante que una secretaría y la CUP ya debate con sus bases qué hacer si se les pone a tiro la presidencia de la Cámara.

Fuentes de la formación niegan que en este momento aspiren necesariamente a ocupar ese puesto. “Hemos puesto nuestras nueve diputadas al servicio de conseguir un Parlament en el que se pueda hablar de todo y que se plante ante la extrema derecha. Y no hemos pasado de ahí en ninguna reunión”, afirman desde la organización anticapitalista. Sin embargo el diario Ara cita fuentes del partido para asegurar que tienen previsto acabar reclamando la presidencia. Mientras, en Junts dan por hecho que, como segunda fuerza soberanista –con 32 diputados, uno menos que ERC, y 23 más que la CUP–, no pueden renunciar ni a una vicepresidencia del Govern ni a presidir el Parlament.

En el PSC tienen otros planes. Su propuesta, según ha insistido Illa, es poner al frente de la Cámara catalana a “una mujer de izquierdas”, a la que ya ha puesto nombre: Eva Granados. Otras formaciones apuntan, sin embargo, a que el PSC es un partido experto en alinear intereses variopintos y que con la fórmula de “una mujer de izquierdas” podrían dar cabida también a opciones de otros partidos interesados en que se evitase una presidencia de Junts.

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