“Hay que votar para poder quejarte”, asegura María, de 19 años. Tiene claro que acudirá a las urnas el próximo 12M aunque la mayoría de partidos la hayan “decepcionado”. Estas serán las segundas elecciones en las que vote y en las anteriores tuvo claro que su apoyo era para el PSC ahora duda y puede que dé su voto a Sílvia Orriols, líder del partido xenófobo Aliança Catalana.
Escoge no por convicción, sino por “descarte”. Está descontenta y hastiada con la política llevada a cabo los últimos años, en especial con los independentistas, a los que reprocha que “no se interesan por el pueblo, sino por ellos mismos”. Aún siendo de una familia de izquierdas y haberse declarado favorable al procés hace unos años, ahora se considera de centro-derecha, asegura estar “contenta” de ser española y se considera cada vez menos independentista.
Esta transformación ideológica es una tendencia que va en aumento entre la juventud catalana, que se está desvelando como la generación más conservadora en décadas. Los llamados Z están haciendo añicos la imagen del joven revolucionario de izquierdas que ocupó Plaça Catalunya durante el 15M, que se manifestó contra el plan Bolonia o aquella más veterana que desafiaba al franquismo. Ahora, la tendencia es contraria.
Las últimas encuestas de opinión elaboradas por el CIS o por el CEO (su equivalente en Catalunya) revela que los jóvenes de entre 18 y 24 años tienen una clara tendencia a ser más conservadores. Por ejemplo, son el grupo de edad que se muestra más de acuerdo con eliminar impuestos, restringir las políticas migratorias y los que más creen que “el feminismo ha ido demasiado lejos”.
Y eso se nota en la intención de voto. Según el último sondeo del CEO -el único realizado después de la convocatoria electoral del 12M-, el grupo más joven es el que menos tendencia tiene a votar a partidos de izquierda y, a su vez, en el que hay más intención de votar a la derecha. De hecho, es el grupo de edad en el que Vox tiene más apoyo, con diferencia.
Históricamente, los jóvenes siempre han preferido opciones políticas que tienden hacia los extremos y, precisamente por eso, son el grupo de edad en el que la CUP acostumbraba a tener más apoyo. En cambio, opciones más conservadoras como el PSC van ganando peso a medida que los votantes envejecen.
Pero, así como hace unos años la CUP era uno de los partidos preferidos por los jóvenes, ahora Vox tiene más apoyos. Esto demuestra el viraje de la juventud catalana y se explica, en parte, por cómo se informa este segmento de la población. Según el CEO, la principal fuente de información de los jóvenes menores de 35 años son las redes sociales y ahí, el dominio lo tienen los partidos de derecha y extrema derecha.
De hecho, Vox Catalunya es el partido con más seguidores (30.000), muy por delante del segundo, ERC, con 15.000. La tercera formación es Aliança Catalana, con 12.000 seguidores a pesar de no tener representación parlamentaria.
“Si me hacen elegir entre CUP o Vox, prefiero Vox”, asegura Laura de 23 años. Ella, que en las elecciones generales votó a ERC, ahora se decanta por partidos más extremos. Su voto será para la xenófoba Aliança Catalana porque, además de coincidir con sus propuestas, los prefiere a Vox porque son catalanes.
Ella siempre fue partidaria de la secesión, pero ahora sus principales preocupaciones son la inmigración y la seguridad. “Catalunya necesita otras cosas”, dice. Por ejemplo, apoya repatriar a delincuentes multireincidentes. “Suficiente gente mala nacional que sí que son problema nuestro”, argumenta y añade que, en su opinión, también “mucha gente que está chupando del bote pero no aporta nada”.
¿Culpa del feminismo?
Según Marc Guinjoan, profesor de Ciencias Políticas en la UAB, especializado en comportamiento electoral y político, la evolución ideológica de los jóvenes es “una ruptura sorprendente y difícil de explicar”. Al ser una generación que apenas está empezando a votar, todavía es pronto para sacar conclusiones. Además, crecieron con la revolución digital y con la pandemia, dos fenómenos nuevos y sobre los que todavía no hay datos suficientes como para saber qué consecuencias han tenido.
A pesar de eso, expertos como Guinjoan ya señalan a ciertos factores. El primero y más claro para el politólogo es la reacción a los movimientos feministas. “Parte de la juventud compra la idea de que las mujeres tienen privilegios y muchos hombres jóvenes se ven como damnificados por las políticas de igualdad”, apunta.
La generación Z ha crecido con la precariedad y la inseguridad como bandera, así que las políticas de igualdad dirigidas a colectivos vulnerables como las mujeres o los migrantes hacen que muchos hombres jóvenes teman que se les estén robando las oportunidades vitales con las que contaban.
El rechazo al feminismo es, para el politólogo, “una de las principales puertas de los jóvenes a ideologías conservadoras”. Alberto, de 18 años, es de los que cree que se ha ido “demasiado lejos”. Opina que hay personas que “se han visto perjudicadas por ciertas leyes que protegen a la mujer y no al hombre” e insiste en que “se ha dedicado demasiado tiempo a ciertos colectivos y tampoco hace falta”.
Él votará al PP y lo hará buscando un partido que se haya preocupado por las “cosas realmente importantes” que, como para la mayoría de jóvenes catalanes, son el paro, la inflación y los precios de la vivienda.
¿Independencia o vivienda?
Una de las cosas que marcan el cambio generacional son las preocupaciones. Durante muchos años, lo que más inquietaba a la sociedad catalana eran las relaciones entre Catalunya y el resto de España. Con el paso del tiempo, esta cuestión ha ido perdiendo peso, pero sigue siendo lo que más quita el sueño a una de cada cinco personas mayores de 50 años. En cambio, sólo preocupa al 7% de los jóvenes.
El apoyo al independentismo también ha bajado en picado. Así como en octubre de 2017 se situaba en el 52,1% y siguió superando la mayoría hasta 2021, en abril de 2024 bajó hasta el 33%.
Manel tiene 24 años, es progresista y solía optar por partidos independentistas. Pero en las elecciones del 12M seguramente votará Comuns. “Hay problemas mucho más urgentes”, asegura y califica de populistas aquellos partidos que ponen la cuestión nacional como principal punto a tratar en el programa electoral.
Ha tardado años en desencantarse, en parte, por el componente emocional que tuvieron los años del procés y diversas jornadas históricas, como el referéndum del 1-O, en las que participó siendo adolescente. Y es que la emoción es clave para definir la línea ideológica, tal como recuerda el politólogo Marc Guinjoan. Eso explica que aquellos que son más jóvenes que Manel y no vivieron activamente esos años sean menos independentistas.
A todo esto se suma que la presente generación de jóvenes es la que tiene un porcentaje más alto de nacidos fuera de Catalunya de la historia (cerca del 20%). “Son personas que naturalmente no tienen tanta vinculación con el procés”, resume Guinjoan.
De hecho, ante la falta de vinculación emocional con aquellos años, “el independentismo puede incluso generarles sentimientos negativos debido a que diversos partidos pueden haber descuidado cosas que para ellos son importantes, como la vivienda o la seguridad”, añade Marc Guinjoan.
Eso es lo que ha llevado a Alberto a escoger al PP: huir de los partidos independentistas y del PSOE, que, según él, ha hecho demasiadas concesiones al separatismo al permitir la amnistía.
Españoles sin complejos
Estas elecciones también han sido un punto de inflexión para algunos más mayores, como Andrea. Tiene 24 años y siempre votó independentismo. Militó en un CDR y defendió una urna del 1-O. Pero asegura que está harta. “Esto no va a ningún lado. Sólo se preocupan por ellos. Si no, mira el 'show' que ha montado Puigdemont. Casi que quien ha hecho más por la independencia es Pedro Sánchez con la ley de amnistía”, explica esta joven.
Por eso, se ha pasado los últimos meses asegurando a quien quisiera escucharla que, en cuanto pudiera volver a votar, lo iba a hacer por el PSC. Pero, cuando se convocaron elecciones cambió de idea. “Fue un calentón”, asegura, entre risas.
Pero su “calentón” no es un hecho aislado, a juzgar por los barómetros del CEO. En los dos últimos realizados antes de la convocatoria electoral, la opción preferida de los jóvenes de entre 18 y 24 años fue el PSC (con más de un 20% de intención de voto). De todos modos, una vez se hizo el anuncio de los comicios, el partido preferido volvió a ser ERC y los de Illa bajaron al 4,4%.
Para Guinjoan, la proximidad a las elecciones puede haber hecho que muchos jóvenes se replanteen su voto y se decanten por una opción segura, por un partido al que ya han visto gobernar. “Son una generación que tiende, contra todo pronóstico, hacia lo conservador”, asegura y reconoce que se sorprendió cuando los jóvenes parecieron preferir al PSC.
En el caso de Andrea, el motivo para acabar decantándose por Aragonès y no por Illa es distinto. “No estoy lista para votar a un partido unionista. Ya no soy independentista, pero de ahí a ser española...”, apunta. Para jóvenes de su edad, el término 'españolista' sigue cargado de connotaciones negativas. Andrea, por ejemplo, lo relaciona con “franquismo, dictadura y cosas rancias”.
En cambio, los más jóvenes como María (19 años) o Alberto (18) no tienen problema en definirse como españoles y aseguran no ver ninguna connotación negativa en el término. Los motivos son diversos, pero uno de ellos, según Guinjoan, se explica en una encuesta que hizo recientemente Òmnium Cultural y en la que se muestra que los jóvenes de 18 a 24 años son los que creen con mayor firmeza que “hay que dejar de lado las políticas de revisión histórica del franquismo”.
“No han vivido el auge del procés, pero tampoco tienen vínculos con la dictadura, cosa que les hace tener una visión totalmente diferente de España y de lo que significa para alguien en Catalunya”, asegura Guinjoan.
Estamos frente a la primera generación con derecho a voto cuyos padres nacieron ya en democracia, con pleno acceso a Internet y que pasaron la plenitud de su adolescencia confinados. Todos ellos son factores demasiado recientes para ser analizados en profundidad, pero ya están siendo determinantes.
“Quizás siempre serán conservadores o quizás se volverán radicales con la edad. Quizás lo de esta generación sea circunstancial o quizás los jóvenes serán así siempre”, teoriza Guinjoan, que asegura que, sea como sea, con la generación Zeta ha habido un cambio de patrón a la hora de entender -políticamente- qué significa ser joven.