La mayoría absoluta independentista pasó a la historia, pero el bloque de Junts, ERC y la CUP sigue valiendo para algo. Al menos, para conservar cuotas de poder institucional en Catalunya. Los independentistas han juntado sus votos para aupar al neoconvergente Josep Rull a la presidencia del Parlament. Junts retiene la segunda autoridad de Catalunya, lo que le da un papel protagonista en los primeros compases de la legislatura, pendientes de si el Tribunal Supremo aplica la amnistía a Carles Puigdemont.
A la espera de los jueces, Junts controlará el cuándo y el quién del debate de investidura, es decir, la fecha y el nombre del candidato a buscar la mayoría de la Cámara. Un asunto relevante de entrada pero que cobra más importancia ante el escenario incierto de Puigdemont. Las dudas sobre si el expresident será amnistiado dificultan su vuelta a tiempo de someterse a la investidura en junio.
Pasan los años, pero los jueces siguen allí. En 2018, el Supremo encarceló, en medio de su debate de investidura, a Jordi Turull, después de que la investidura a distancia de Puigdemont se constatara como ilegal. Más de un lustro después, el Alto Tribunal también está llamado a jugar un papel en la investidura catalana en función de cómo decida aplicar la ley de amnistía sobre Carles Puigdemont.
El independentismo espera que, ya pasadas las europeas, este martes la ley de amnistía se publique por fin en el Boletín Oficial del Estado (BOE), lo que trasladará su aplicación a los jueces. Un calendario judicial que correrá en paralelo al político: Catalunya debe celebrar el primer debate de investidura, como tarde, el 25 de junio, una vez Rull lleve a cabo las rondas de consultas con los grupos y proponga a un candidato.
En función de la rapidez del Supremo en aplicar la amnistía y el artículo que obliga a los jueces a retirar las medidas cautelares contra los amnistiables (como la orden de prisión que Puigdemont tiene si pisa España), el expresident tendrá más números para poder estar en el Parlament el día 25. El Alto Tribunal, sin embargo, debe consultar a la Fiscalía y las acusaciones y defensas tanto de la causa del procés como del caso Tsunami (las dos causas en las que está investigado Puigdemont) antes de tomar una decisión.
Además, el Supremo dispone de dos meses de plazo para aplicar la ley, como todos los jueces. Las dos semanas que quedan para el debate de investidura y los trámites previos a la decisión del Supremo dibujan que Puigdemont puede necesitar más días para volver en libertad que las dos semanas que dispone el reglamento del Parlament para celebrar el primer debate de investidura.
En suma, el calendario de aplicación de la amnistía no garantiza que Puigdemont pueda regresar al Parlament. Ello conduce, en primer lugar, a una decisión personal del expresident sobre si cumplirá su promesa de volver para el pleno de investidura aunque ello suponga ser detenido, un riesgo que ha logrado esquivar con éxito durante seis años.
Antes del movimiento de Puigdemont, la palabra la tendrá Rull para proponer a un candidato a la investidura. Constatado que el expresident no tiene mayoría, Rull tendrá que decidir si propone antes a Illa como candidato a la investidura, aunque solo sea de forma instrumental como candidato que sí puede estar físicamente en el Parlament el 25 de junio para que eche a andar la cuenta atrás de dos meses para la repetición electoral.
Pero algunas cábalas neoconvergentes también pasan por fórmulas algo más imaginativas (o que retuercen el reglamento, a juicio de la oposición), y que pasarían por proponer a Puigdemont como candidato a la investidura pero no celebrar un debate. Una interpretación muy ventajosa para los intereses de Junts de la fórmula hallada para activar la cuenta atrás electoral después de que el Supremo inhabilitara por primera vez en la historia a un president en activo (Quim Torra) y no se hallara ningún candidato para sucederle.
Nueva negociación
Superada la votación de la Mesa del Parlament, que volverá a tener mayoría independentista que ya no refleja el pleno, empieza ahora la negociación para la investidura. La llave la vuelve a tener ERC, que este lunes ha optado por apoyar a Junts y ha descartado un pacto de izquierdas con el PSC y los Comuns, pero que ya ha advertido que en nada le vincula para la investidura.
Aunque ahora la negociación vuelve a empezar, las conversaciones para la Mesa del Parlament dejan algunos roces entre los partidos. El PSC ha lamentado que ERC haya apoyado a Junts en vez de aceptar la presidencia del Parlament que les ofrecían los socialistas, a lo que los republicanos han replicado que se trataba de un “pacto oculto” que llevaba como consecuencia investir a Illa, algo que el partido independentista se resiste a considerar por ahora.
La portavoz del PSC, Alícia Romero, ha tendido la mano a ERC para conformar una “mayoría progresista” que lleve a Illa a la Generalitat, toda vez que es la única suma que alcanza los 68 diputados que conforman la mayoría de la Cámara. En la misma línea se ha situado David Cid, de los Comuns: “ERC debe decidir entre un Govern progresista o repetir elecciones, que es lo que quiere Junts”. Los socialistas han rechazado buscar en la Mesa del Parlament una operación con los votos de los Comus y PP, conscientes de que supondría un mal punto de partida para las negociaciones con ERC de cara a la Generalitat.
Fuentes de ERC han restado relevancia a la elección de Rull. “Ya votamos a Laura Borràs y no fue una represaliada”, sentenciaban desde la formación tras el pleno. El partido insistía en que no le supone ningún drama haber priorizado mantener la mayoría independentista en la Mesa frente a la presidencia de la Cámara que le habían ofrecido los socialistas.
Pero lo cierto es que Junts ha puesto a última hora el nombre de Rull sobre la mesa y que no se ha abierto a votar a un candidato republicano, lo que ha sentado mal en filas de ERC. En este partido incluso reprochaban a Junts haber filtrado “demasiado pronto” (faltaban cuatro horas para el pleno) el nombre de Rull, y temían una operación con los votos de Vox para quitar al independentismo la presidencia del Parlament. Con reproches y sin sonrisas, pero ERC y a CUP han vuelto a ceder al órdago neoconvergente.