Catalunya celebra el quinto aniversario del 1-O en un clima crispado por la pelea entre ERC y Junts

Pol Pareja

1 de octubre de 2022 17:35 h

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Ha pasado ya un lustro desde ese domingo en que los colegios catalanes se despertaron rodeados de manifestantes con paraguas. Cinco años desde esa mañana en la que el miedo, la ilusión y la incertidumbre se convirtieron en rabia y desconcierto por las cargas de la policía nacional y de la guardia civil contra los manifestantes. Para algunos ha pasado rápido y para otros más lento, pero la Catalunya de 2022 ha cambiado mucho respecto a la de 2017. 

La pugna entre los dos principales partidos independentistas, Junts y ERC, ya no es soterrada sino que se sigue públicamente a diario como una telenovela. Incluso las dos principales entidades civiles que vertebraron el procés, ANC y Òmnium, mantienen diferencias de calado y cada vez están más alejadas. Nadie habla ya de los CDR y la CUP ha pasado a ser un socio prescindible en las votaciones en el Parlament. 

La celebración del quinto aniversario del 1 de octubre ha estado marcada por todos estos cambios que ha vivido la vida política y civil catalana. En una jornada crispada, los mensajes sobre la falta de unidad, las críticas a la lucha partidista y la desconfianza entre todos los distintos actores del independentismo han sido la tónica de la efeméride, celebrada en casi todas las ciudades de Catalunya aunque no de manera masiva.

Ha habido intentos por mostrar cierta imagen de unidad aunque sin demasiado éxito. El president del Govern, Pere Aragonès, ha dejado de lado cualquier reproche a Junts en su discurso oficial y ha apelado a la unidad entre los distintos actores del movimiento. El mensaje, sin embargo, se ha emitido en sustitución de un acto unitario programado en el Palau de la Generalitat que se canceló por la hostilidad entre Junts y ERC. 

Aragonès tampoco ha acudido al acto que las entidades habían convocado en el centro de Barcelona el sábado por la tarde y que aspiraba a unir a todos los implicados en la organización del referéndum. Esa concentración, celebrada en el Arc de Triomf, ha sido de largo la más masiva de las que se han convocado y ha reunido en el centro de Barcelona a 11.000 personas, según la Guàrdia Urbana. 

Tampoco en el Arc de Triomf ha habido unidad. La primera en dirigirse a los manifestantes, la expresidenta del Parlament Carme Forcadell (ERC), ha sido recibida con silbidos por una parte relevante de los concentrados. De poco le ha servido no tener ningún cargo oficial o haber pasado tres años en la cárcel por facilitar la tramitación de las leyes que permitieron el 1-O: cuando ha empezado a hablar, algunos le han llegado a llamar “botiflera” [traidora].

A pesar de los silbidos, Forcadell ha pedido a los partidos que dejen de “pelearse” y que olviden de una vez los “reproches”. “Trabajemos conjuntamente para un nuevo embate”, ha pedido la expresidenta de la cámara catalana. “Ya veo que muchos estáis enfadados, decepcionados y desilusionados y lo entiendo”, ha concluido Forcadell ante el ruido ensordecedor de los silbidos. “Lo comprendo y lo comparto porque yo también me siento igual”.

No han faltado en la concentración gritos pidiendo la dimisión del Govern y de Pere Aragonès, tanto en Arc de Triomf como en un acto previo de la ANC celebrado en la plaça Sant Jaume. “Ja n’hi ha prou [ya basta]”, coreaban los concentrados a viva voz.  

Si bien la crítica a las formaciones políticas ha sido generalizada, los representantes de ERC han recibido la mayoría de silbidos aunque no han sido los únicos. El president de Òmnium, Xavier Antich, también ha sido abucheado durante su discurso. 

Antich también ha cargado duramente contra “la batalla partidista, los enfrentamientos y las disputas estériles” de los dos partidos del Govern. “El poder que acumulamos [el 1-O] hoy está erosionado y malmetido”, ha espetado Antich, que ha pedido abrir un “nuevo ciclo político”.

La presidenta de la ANC, Dolors Feliu, ha arremetido contra las formaciones políticas y ha amenazado de nuevo con una lista cívica al margen de los partidos. “Que se pongan las pilas y preparen un nuevo embate hacia la independencia”, ha dicho con vehemencia. “Si no lo hacen ellos ya lo haremos nosotros”.

Puigdemont carga contra Aragonès

La estrella del acto ha sido sin duda el expresident Carles Puigdemont, que ha comparecido mediante videoconferencia ante una masa entregada. El expresident ha sido durísimo con Aragonès y su estrategia. Sin nombrarlo explícitamente, su intervención ha estado plagada de recados para el actual president del Govern. 

Puigdemont ha definido el 1 de octubre como un “referéndum legal y vinculante” y ha cargado contra la propuesta del acuerdo de claridad que ha sugerido Aragonès. “El referéndum ya se hizo, es válido y no hay que volverlo a hacer”, ha espetado. “Votar ya hemos votado, no lo podemos decir más claro”.

El expresident ha criticado la “narrativa interesada que pretende aguar el movimiento” y contra la mesa de diálogo entre ERC y el Gobierno central. “A ver si entendemos que en la única mesa a la que debemos estar encadenados es a la mesa de diálogo entre nosotros”, ha afirmado. “El Estado ahora tiene nuevas porras para evitar la independencia, menos evidentes pero con el mismo propósito”.

Puigdemont también ha justificado las críticas del independentismo al Govern al señalar que los votos que permiten gobernar Catalunya a día de hoy vienen del “desbordamiento democrático” del 1 de octubre de 2017. “Es normal que empecemos a pedir a quien tiene la responsabilidad que se ponga al servicio de lo que decidimos entre todos hace cinco años”, ha apuntado. “Ya toca”.

El expresident incluso ha ofrecido el Consell per la República para encabezar el movimiento independentista. “Lo propongo por si alguien se despista y una vez ha cogido nuestros votos ya no lo vemos nunca más”, ha disparado el expresident en una referencia velada al actual líder de la Generalitat.