El verano ha traído una notable ralentización del ritmo de vacunaciones contra la COVID-19 en España. Ya sea por los desplazamientos vacacionales, o porque ahora falta repescar a los más despreocupados, las cifras de inyecciones semanales han caído un 40% en agosto, y esto ha obligado a las comunidades autónomas a buscar fórmulas para no perder velocidad en la carrera hacia la inmunidad de grupo. Muchas de ellas optaron primero por atender directamente sin cita previa, y ahora unas cuantas han decidido también adelantar el pinchazo a los que pasaron la COVID-19 recientemente.
En la última semana, como mínimo nueve comunidades autónomas han anunciado que rebajaban este margen de espera para que la gente pueda vacunarse. Hasta ahora, de acuerdo con los documentos del Ministerio de Sanidad, era preferible aguardar seis meses para todos aquellos que habían pasado la infección. Pero siete administraciones han decidido reducir este período mínimo a dos meses. Es el caso de Catalunya, Euskadi, Navarra, Castilla-La Mancha, Comunitat Valenciana, Canarias y Extremadura. Aragón y Madrid, por su parte, son la únicas que ha ido más allá y lo ha dejado en un mes.
En todos los casos se les administrará una sola dosis. También a los que ya habían recibido la primera y se contagiaron antes de la segunda. No obstante, el cambio en los protocolos no afecta a los mayores de 65 años, precisamente porque para ellos la situación no va a cambiar: desde el inicio de la campaña, en caso de contagiarse se les inyectaba la primera dosis justo después de pasar los síntomas del virus.
Con esta novedad en la estrategia de vacunación, en estas comunidades, que representan aproximadamente la mitad de la población española, todos aquellos que se contagiaron entre febrero y junio ya pueden acudir a sus centros de vacunación. Cada administración tiene ya las cifras de cuántos nuevos candidatos suponen. En Madrid, que ha anunciado la medida este mismo viernes en un comunicado, ascienden a unos 120.000. En Euskadi, donde desde hace días les están enviando SMS para convocarles, se estima que serían unos 60.000; en Canarias, 34.000; en Aragón, 30.000; en Extremadura, unos 7.000. En Catalunya, la Generalitat no ofrece datos.
La razón de este nuevo cambio, que se está discutiendo también en otras comunidades –como Galicia– es puramente estratégica y logística y nada tiene que ver con la evolución de la enfermedad, según coinciden los expertos. Si antes se tardaba seis meses en vacunar a los que habían pasado la COVID-19 era porque no había vacunas para todos y había que priorizar a aquellos que no tenían ningún tipo de respuesta inmunitaria. “Al inicio las dosis eran las que eran y se prefería vacunar a quien no tenía protección previa. Disminuir los días de separación entre vacunas permite llegar de golpe a más gente y avanzar en la cobertura global”, resume Amós García, presidente de la Asociación Española de Vacunología.
En puntos de vacunación masiva y en los centros de salud empieza a haber citas libres –en el caso de Navarra, lo reconoció el propio Instituto de Salud Pública– y esto no solo impide dar salida a las dosis, sino que puede suponer un derroche de los recursos públicos destinados a la campaña en agosto. Los sueros no se van a echar a perder, pero nadie quiere tener abiertos ferias de congresos y estadios repletos de enfermeras y enfermeros sin aprovechar al máximo su potencial.
En paralelo, otra de las razones por acelerar la vacunación de los recién contagiados es “protegerlos mejor” frente a la variante delta, apunta José Antonio Forcada, presidente de la Asociación Nacional de Enfermería y Vacunas. Aunque este profesional también reconoce que las decisiones de las autonomías van marcadas sobre todo por la necesidad de “optimizar” las dosis e ir “rellenando” las vacunaciones. “Es importante tener protegida a esta población, pero no son un grupo muy grande”, valora Forcada.
Con algunos matices, todas las administraciones sanitarias que han optado por este cambio han defendido que es un paso más para alcanzar más rápidamente la inmunidad de grupo. “No va a impedir ni retrasar el que una persona todavía sin haber cogido la infección pueda vacunarse mañana mismo”, quiso tranquilizar el viceconsejero vasco de Salud, José Luis Quintas. En el caso de la Administración catalana, argumentaron también que así este colectivo, muy joven sobre todo a partir de la quinta ola, podría tener la pauta completa justo antes de volver a sus actividades diarias: al entorno laboral o al universitario y educativo.