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Najat Driouech: “Quizás es el momento de cuestionarnos en qué hemos fracasado”

Najat no decidió venir a Catalunya, la decisión de dejar Marruecos la tomaron sus padres durante los años 90. Ahora, veinte años después, trabaja como técnica de inserción y formación en el Ayuntamiento del Masnou, municipio donde vive junto con su marido y sus dos hijos. Najat, especialista en construcción y representación de identidades culturales y con una amplia experiencia en temas de integración, advierte desde hace años del problema identitario y del sentimiento de radicalización de algunos jóvenes en Catalunya. Denuncia que desde el Govern se ha reflexionado poco sobre el tema y que aunque se estén produciendo detenciones no se está abordando la raíz del problema. En cuanto a la diversidad y la inmigración, Najat se pregunta: ¿cuándo dejo de ser inmigrante y soy una ciudadana? Está convencida que ella luchará para reclamar sus derechos como ciudadana, algo que, según ella, sus padres no hicieron.

Después de los últimos acontecimientos en Europa y las recientes detenciones yihadistas en Cataluña se ha abierto un debate sobre las causas de la radicalización de algunos ciudadanos y los problemas de identidad de los jóvenes. ¿Se ha hecho tarde esta reflexión?

Demasiado tarde. Yo en el 2009, cuando presenté mi tesis “El velo como construcción identitaria”, manifesté y dije por activa y por pasiva: hay un sentimiento de radicalización brutal en chicas que han nacido o crecido en Catalunya. Muchas de estas chicas me decían que era dolor, era rabia, porque se sentían rechazadas por la sociedad catalana. Los padres habían hecho un esfuerzo muy grande porque no tuvieron una educación e hicieron un esfuerzo porque estas niñas pudiesen tener una formación. Me entrevisté con chicas de 16 a 35 años, algunas con formación universitaria, y cuando te encuentras con una enfermera que te dice: “mis padres lucharon mucho para que yo pudiera ser enfermera y ahora no puedo trabajar por el velo, ¿por qué no tengo la misma oportunidad que otra enfermera? Ves que hablan con rabia, que se sienten engañadas. 

Llevo toda la vida en el Masnou, cuando llegamos en los 90 casi no había familias marroquíes, quizás un par, y nosotros éramos los “que monos”. Cuando hemos ido creciendo y nos hemos ido formando y compitiendo por los mismos sitios de trabajo ya no éramos los “que monos”. Quizás el problema que tenemos es que quien debería haberse dedicado a gestionar la diversidad no lo hizo bien y quizás es el momento de preguntarnos en qué hemos fracasado. 

Las iniciativas políticas de integración ha llegado cuando los inmigrantes ya estaban aquí, ¿quizás no estábamos preparados?

Tú conocías el panorama de tu vecino, Francia, y veías que la política de inmigración que tenían había generado guetos y posteriormente los famosos altercados por jóvenes que se sentían engañados por el sistema francés. Eran jóvenes que tenían nacionalidad francesa pero cuando su candidatura por un puesto de trabajo competía con un francés ya automáticamente por decirse Ibrahim y vivir en un determinado barrio quedaba fuera. Estamos hablando de una sociedad que debe ser igualitaria. Era evidente y se veía pero nadie lo quiso ver. Parte de la culpa se la cargo a los políticos pero otra parte ha sido de nuestros padres, esta primera generación inmigrada. Porque mi padre o mi madre cuando llegan, procedentes de una zona rural, a una zona urbana ven que lo que tenían que hacer para sobrevivir es trabajar porque no tienen una red familiar, social. Y se dedicaron a trabajar y no reivindicaron su sitio como ciudadanos. Nosotros, que somos la segunda y tercera generación, reivindicamos nuestro derecho como ciudadanos y no gusta, eso a la sociedad catalana en general no les gusta porque aún no nos han visto como parte inclusiva de la sociedad. 

Es por ello que, quizás, muchos ciudadanos que han nacido y crecido aquí se preguntan “¿cuándo dejo de ser inmigrante?”

Yo esto lo digo siempre en las clases o en conferencias. Hablamos de inmigración, no hablamos de ciudadanos. En la última conferencia decía: yo no decidí venir, entonces esta etiqueta yo no he decidido ponérmela. ¿Cuándo dejo de ser inmigrante? Yo ya estoy haciendo bastante por convivir con esta situación y que no me afecte pero me niego a que a mis hijos les pongan la etiqueta de inmigrante. Porque mis hijos no serán inmigrantes, mis hijos son del Masnou, le guste a la gente o no, tengan el nombre que tengan.

Es que son del Masnou.

Pero la sociedad no lo reconoce porque tienen un nombre que no es común.

Tú has notado un aumento de la islamofobia provocado por los recientes acontecimientos, fruto de vincular de forma errónea yihadismo con islamismo?

No, nosotros por suerte vivimos en un municipio donde nos conocemos. Yo he estado doce años como técnica de Nueva Ciudadanía, he hecho muchas campañas de integración para crear puentes y entre todos nos conocemos.

En el Masnou quizás no porque la gente es más cercana, pero ¿en una ciudad como Barcelona o Mataró es diferente?

Sí, en parte es normal que pase, es que me lo pones sobre la mesa cada día, cada día son noticias negativas sobre un colectivo o sobre una etnia. Ya nos da igual si es de Marruecos, Argelia, India, Pakistán...Estamos todos en un mismo grupo y no puede ser que solo se hable de noticias negativas, también se hacen cosas positivas. Los medios de comunicación tienen una responsabilidad muy grande y no son conscientes de la repercusión real que esto tiene, del impacto social, no son conscientes. Y más en un tema tan sensible como es la inmigración, porque estamos hablando de personas, hablamos de sentimientos, de gente que ha pasado por un proceso e intenta encontrar su lugar. Estas personas empiezan a identificar el espacio como suyo y tú con estas noticias lo que haces es poner la atención sobre una persona por el hecho de tener una fisonomía. Y a esto se le suma el mal conocimiento que se tiene de las sociedades que han llegado aquí. Ni se sabe lo que es el Islam, ni se sabe que entre los propios marroquíes hay grandes diferencias, que existe el racismo en Marruecos, y que no es lo mismo ser un marroquí de Tánger que de Nador. Que no es lo mismo ser de Gambia que ser de Senegal, que puedo ser de Gambia y ser cristiano y ser de Senegal y ser musulmán. Esta educación social frente la diversidad no se ha hecho.

¿Se hará ahora?

A mí nadie me ha llamado. Me llaman para hablar del conflicto [yihadismo], incluso políticos me llaman para hablar del conflicto: manda narices. Hace más de dos años que os estoy diciendo que hay un problema y que tendríamos que empezar a propiciar una visión más inclusiva, que somos ciudadanos, que votamos igual y cada vez votaremos más, porque claro, la adquisición de la nacionalidad es un derecho.

¿Las instituciones han sido capaces de integrar los jóvenes catalanes de origen extranjero?

Mi hermana, que trabaja en un hospital público en Catalunya, me explicó que una chica marroquí que había hecho el MIR aquí, una excelente pediatra, un día decide ponerse el velo y cuando termina el MIR no le dejan continuar. ¿Tú crees que todavía tenemos que estar con esto?

Parece que todavía estaremos así mucho tiempo.

Pues yo esto tengo que cambiarlo, lo tengo clarísimo, si nadie quiere hacerlo lo haré yo. El pañuelo a mí no me tapa ni la inteligencia ni la forma de pensar, es una manera de vivir que he decidido libremente, que esté basada en una creencia es mi problema. ¿Dónde está el derecho individual de cada persona? Como si quiero creer en un animal, mientras yo no te ofenda y no te haga daño... ¿Yo cuestiono a mis compañeras cuando se tiñen el pelo? ¿Tenemos que echarla porque lleva el pelo naranja?

¿Cómo se cambia esto?

Primero aceptando que el problema existe, que yo creo que no tienen claro que el problema existe, se piensan que hay un problema de yihadismo pero el problema real, el problema a nivel social, todavía no lo tienen claro ni las personas ni las instituciones.

¿Cómo se resuelve este problema?

Las líneas de actuación deben ir en muchas direcciones. ¿Cómo debería trabajarse el tema aquí? Yo lo tengo muy claro: primero la sociedad catalana tiene que ver que es un problema, pero que es un problema de todos, no es un problema aislado. Los políticos se lo tienen que creer. Se tiene que empezar a trabajar en las escuelas con los docentes, se tiene que formar a los docentes en estas materias. No puede ser que tú tengas una variedad cultural en el aula y no tengas ni idea de nada, no es culpa del profesor pero sí de la administración que tiene que proveer de información y capacitación a los tutores del aula porque están formando los catalanes del mañana. Si no pones de tu parte tendrás la sociedad que tú quieres tener, que no se diferencia demasiado de una sociedad de Marruecos, porque si no inviertes no puedes recoger. Se tiene que empezar a trabajar con las comunidades y se tiene que empezar a trabajar no solo con jóvenes sino también con padres y madres. Hay una confusión total por parte de los padres porque nadie les ha explicado como poder identificar o cuáles son los ítems que deberían reconocer para saber si su hijo o hija está siendo víctima de un proceso de radicalización. Nadie les ha dado las claves porque nadie se ha preocupado de recogerlas y trabajar con estas madres. También muchas de ellas tienen miedo de ir a denunciar a la policía por miedo a que se les acuse de formar parte de esta radicalización.

Después están los líderes religiosos, el caso de los imanes catalanes. ¿Alguien les está preguntando algo? ¿Alguien está trabajando algo con ellos? Los líderes religiosos que tenemos aquí son gente con muy poca formación, que solo se han formado con la doctrina coránica y que su misión es transmitir estos conocimientos islámicos a la comunidad donde les contraten. A veces la gente se piensa que los imanes tienen que ser el psicólogo, el educador social, el trabajador social o el pedagogo. No, este señor se dedica a esto, no podemos pedirle tantas cosas, primero porque no tiene las habilidades para hacerlo. Lo que tenemos que hacer es crear una red de técnicos que puedan trabajar con estas personas, que puedan darles herramientas, que exista una relación que ahora no existe. Otro campo en el que también debería trabajarse y no se hace es el de los cuerpos de seguridad. Con todo mi respeto, conocimientos del tema tienen bien pocos.

El conseller Espadaler decía en una rueda de prensa reciente que aquí en Catalunya salen muchos casos no porque haya más que en el resto del estado sino porque los Mossos d’Esquadra los detectan.

Sí, quizás sí, pero se está trabajando la detención, no la raíz del problema. Una cosa es la detención pero hace falta que primero se identifique, ¿por qué hemos llegado a este extremo? En una conferencia donde estuve con Xavier Bosch, el Director General per a la Immigració, hace cerca de un año, quise poner en común un tema, aprovechando que él es la máxima autoridad en inmigración aquí. Le dije: está habiendo un proceso de radicalización por parte de nuestros jóvenes, sobretodo a raíz de redes sociales, no sé si se está trabajando. La respuesta fue: “en Cataluña no tenemos este problema”.