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Para demostrar que en Catalunya Sí Se Puede se precisan todas las piezas

Recién designado, Lluís Rabell es un buen cabeza de lista electoral de la confluencia de izquierdas Catalunya Sí Se Puede, por lo que representa como presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona (FAVB) y por su implicación en la plataforma Barcelona en Comú de la alcaldesa Ada Colau. Ahora bien, una vez reconocido, esta alternativa de izquierdas a la otra confluencia electoral formada por CDC, ERC y encabezada por Raül Romeva (favorable al tercer mandato consecutivo de Artur Mas y a la independencia de Catalunya como hito capaz de desviar el debate sobre la política de gobierno realizada) tan solo suma a Podemos e ICV.

La falta de coalición o pacto electoral con la llamada precisamente Candidatura de Unidad Popular (CUP) de David Fernández puede salir mucho más cara a las izquierdas que en las últimas elecciones municipales. Ese precio lo pagaremos los ciudadanos partidarios de la prioridad de una alternativa que reequilibre los años perdidos para tantas familias sin trabajo ni esperanza, la involución democrática impuesta por la crisis, los recortes de servicios públicos, el paro situado en niveles desconocidos hasta ahora, la precariedad laboral asentada, el aumento de la desigualdad, los abusos impunes de la gran finanza y la corrupción durante los últimos mandatos de gobierno de las fuerzas conservadoras.

La izquierda acude dividida a las urnas. En consecuencia, la sorpresa puede provenir no de esos dos polos politicosociales, sino del lerrouxismo en alza de Ciudadanos.

Se tiende a olvidar con excesiva facilidad que en las elecciones autonómicas catalanas de 1999 la negativa de Izquierda Unida de sumarse a la coalición del candidato Pasqual Maragall le restó 44.454 votos (1,42%). El pequeño porcentaje determinó la derrota del cambio político en aquel momento, un sexto mandato agónico del president Jordi Pujol y una posterior victoria tardía de aquel cambio.

Pocos días atrás la joven alcaldesa socialista de Santa Coloma de Gramenet, Núria Parlón, declaró sin tapujos: “Las viejas formaciones políticas, incluida la mía, no han sido capaces de ponerse radicalmente al lado de la gente, de sufrir a su lado. Los tiempos de la vieja política, llena de secretos y medias verdades, deben ser enterrados”.

La única forma de hacerlo es con plataformas electorales en las que la ausencia de alguna o algunas piezas lógicas puede resultar fatídica.

Recién designado, Lluís Rabell es un buen cabeza de lista electoral de la confluencia de izquierdas Catalunya Sí Se Puede, por lo que representa como presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona (FAVB) y por su implicación en la plataforma Barcelona en Comú de la alcaldesa Ada Colau. Ahora bien, una vez reconocido, esta alternativa de izquierdas a la otra confluencia electoral formada por CDC, ERC y encabezada por Raül Romeva (favorable al tercer mandato consecutivo de Artur Mas y a la independencia de Catalunya como hito capaz de desviar el debate sobre la política de gobierno realizada) tan solo suma a Podemos e ICV.

La falta de coalición o pacto electoral con la llamada precisamente Candidatura de Unidad Popular (CUP) de David Fernández puede salir mucho más cara a las izquierdas que en las últimas elecciones municipales. Ese precio lo pagaremos los ciudadanos partidarios de la prioridad de una alternativa que reequilibre los años perdidos para tantas familias sin trabajo ni esperanza, la involución democrática impuesta por la crisis, los recortes de servicios públicos, el paro situado en niveles desconocidos hasta ahora, la precariedad laboral asentada, el aumento de la desigualdad, los abusos impunes de la gran finanza y la corrupción durante los últimos mandatos de gobierno de las fuerzas conservadoras.