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El anuncio de que Arcadi Oliveres y Teresa Forcades impulsan una plataforma para que se convoque un proceso constituyente en Cataluña que lleve a un cambio político, económico y social, ha causado un notable terremoto en las redes sociales y en el mundo activista.
La idea inicial que circuló fue que Oliveres y Forcades entraban en política y creaban un nuevo partido o movimiento. El manifiesto que firman deja claro que no es así: “Nuestro objetivo no es crear un nuevo partido político. Ninguna de las dos personas que presentamos este manifiesto pensamos concurrir a las elecciones, sino que queremos contribuir a impulsar un proceso desde abajo que culmine en la creación de una candidatura unitaria que tenga como objetivo la convocatoria de la asamblea constituyente que necesitamos para hacer una Constitución nueva para la República catalana, de manera que no sea posible en el futuro que los intereses de unos pocos pasen por delante de las necesidades de la mayoría”.
Y a continuación plantean una lista de diez propuestas, que aclaran que no es exhaustiva. Si mi adscripción dependiese del acuerdo con esos puntos, sería un candidato firme a hacerlo porque los comparto todos, salvo la no pertenencia a la OTAN.
El debate sobre si Cataluña ha de ser independiente o no se da por resuelto, entiendo, cuando se plantea que salga de la OTAN. Si Cataluña no fuese independiente esa pretensión quedaría fuera de lugar.
En Cataluña, desde tiempos inmemoriales, los ciudadanos tenemos que definirnos en a base dos coordenadas: la adscripción ideológica y la nacional. Doble debate que, a mi entender, beneficia a la derecha. Pero las cosas son como son y no como quisiéramos que fuesen.
Creo que Teresa Forcades debería dar un paso más y aceptar el liderazgo de la candidatura electoral que promueve. Arcadi Oliveres, amigo de muchísima gente y mío también, ha firmado, con anterioridad, apoyando diversas candidaturas electorales. Forcades es nueva en este mundo. Tanto una como otro arrastran una enorme cantidad de simpatías, como lo demuestra el seguimiento de sus actos y de sus videos en Internet.
Representan un aire fresco y nuevo en el mundo político y, de rebote, desautorizan a quienes consideran que todos los políticos son iguales, interesados y corruptos.
Una Teresa Forcades presidenta de la Generalitat sería una “bomba” mediática internacional segura. Mujer, monja, de izquierdas y con un discurso potente y bien trabado.
¡Con el permiso del Papa Francisco, claro!