El viernes pasado los gobiernos de España y francés inauguraron una infraestructura teñida por la polémica: la MAT. La diferencia entre el discurso del representante francés, el primer ministro Manuel Valls, y la del español, el presidente Mariano Rajoy, fue clamorosa. Mientras uno destacó la bondad del impacto sobre el territorio del trazado soterrado y el respeto que le merecía la lucha de los alcaldes y ciudadanos, el otro sólo sacó pecho por la innovación tecnológica que suponía, ignorando u ocultando deliberadamente que hasta que el mediador europeo Mario Monti impuso el soterramiento de la línea en corriente continua, la propia Red Eléctrica de España se negaba diciendo que era técnicamente imposible (otra de las muchas mentiras que se dijeron). Por supuesto, el representante español también obvió los perjuicios en el territorio y el rechazo manifestado por los cargos electos municipales y la ciudadanía. Todo ello muy significativo y revelador del talante democrático de cada uno de ellos. Mientras uno actuaba como gobernante el otro lo hacía como portavoz de la compañía de transporte eléctrico beneficiaria del proyecto (REE).
Aunque muchos de los grandes titulares mediáticos de la jornada presentaban la inauguración como la victoria final de la MAT contra la resistencia ciudadana, la realidad es otra.
Por una parte, la lucha no ha terminado, queda aún la resistencia contra la derivación de Santa Coloma-Riudarenes y la oposición al trazado aéreo del tramo Bescanó-Santa Llogaia, aparte del rechazo que generarán las futuras interconexiones que ya se están planificando.
En segundo lugar, hay que matizar que en lugar de frivolizar hablando de vencedores y vencidos habría que hacerlo en términos de beneficiados y perjudicados. Entre los primeros se sitúan REE, que dispondrá de una autopista eléctrica de peaje y el oligopolio eléctrico europeo que podrá desarrollar un modelo de negocio basado en el transporte de electricidad para buscar las mejores oportunidades comerciales en cualquier punto de un mercado europeo esclavo y dependiente. Y entre los perjudicados, por una parte nuestro desdichado territorio, concebido por los intereses económicos como una simple superficie donde desarrollar negocios, y por otro, obviamente la ciudadanía que ha sido despreciada, engañada y silenciada ya que en ningún momento se tuvieron en cuenta ni sus intereses ni su voluntad. Como el futuro nos mostrará, esta línea no nace por satisfacer necesidades ciudadanas (tal como nos han querido hacer creer) sino por engordar la cuenta de resultados de las multinacionales eléctricas.
En resumen y para acabar, con la MAT salimos perjudicados los ciudadanos y también esta débil y ficticia democracia nuestra que muchas veces parece sólo concebida para disfrazar de legalidad los atentados a nuestros derechos y a nuestros intereses.
El viernes pasado los gobiernos de España y francés inauguraron una infraestructura teñida por la polémica: la MAT. La diferencia entre el discurso del representante francés, el primer ministro Manuel Valls, y la del español, el presidente Mariano Rajoy, fue clamorosa. Mientras uno destacó la bondad del impacto sobre el territorio del trazado soterrado y el respeto que le merecía la lucha de los alcaldes y ciudadanos, el otro sólo sacó pecho por la innovación tecnológica que suponía, ignorando u ocultando deliberadamente que hasta que el mediador europeo Mario Monti impuso el soterramiento de la línea en corriente continua, la propia Red Eléctrica de España se negaba diciendo que era técnicamente imposible (otra de las muchas mentiras que se dijeron). Por supuesto, el representante español también obvió los perjuicios en el territorio y el rechazo manifestado por los cargos electos municipales y la ciudadanía. Todo ello muy significativo y revelador del talante democrático de cada uno de ellos. Mientras uno actuaba como gobernante el otro lo hacía como portavoz de la compañía de transporte eléctrico beneficiaria del proyecto (REE).
Aunque muchos de los grandes titulares mediáticos de la jornada presentaban la inauguración como la victoria final de la MAT contra la resistencia ciudadana, la realidad es otra.