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Apropiación indebida

Andreu Mayayo

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El pasado sábado TV3 ofreció un resumen del concierto de Raimon en el Gran Teatre del Liceu celebrado pocos días antes para celebrar el cincuenta aniversario de su primer recital en Barcelona. El cantautor de Xàtiva, con voz profunda y su inconfundible camisa roja, nos siguió emocionante con sus canciones más emblemáticas, desde la epifánica “Al vent” hasta la más reciente “Punxa del temps” (una versión de la Internacional aprendida de los labios de su madre), hasta el entrañable “Com un puny” (una de las mejores canciones de amor, dedicada al análisis Corti).

El público, como casi siempre, interrumpió con aplausos los versos “Qui perd els orígens, perd identitat (quien pierde los orígenes, pierde identidad)”. Y al finalizar la canción (“Yo vinc d'un silenci”) la gente se puso en pie con los gritos rítmicos y, últimamente, de rigor de “In-inde-in-de-pen-den-ci-a”. No sé lo que pensaría Raimon pero yo quedé me muy asombrado, como si alguien me hubiera robado la cartera.

Hace unos años me pasó lo mismo, cuando en un homenaje a Lluís Maria Xirinacs, en el Palau de la Música Catalana, las manifestaciones de febrero de 1976 por la amnistía, la libertad y el Estatuto de autonomía, se representaban con los gritos independentistas. La fabricación de una épica independentista no tiene freno y lo impregna todo sustituyendo la identidad de clase por la identidad nacional. De nada sirve que Raimon, en la canción de marras, hable de clases subalternas (apropiándose el concepto acuñado por el dirigente comunista Antonio Gramsci) o bien de los trabajadores del campo y de la ciudad. La derecha, como casi siempre (independentista también) se apresura a negar la identidad de clase y centrifugar el conflicto social.

Lo mismo ocurre con la canción “Todo explota pel cap o per la pota” de Ovidi Montllor, que comienza con los versos punzantes: “Ya no ens alimenten les molles, ja volem el pa sencer (ya no nos alimentan las migas, ya queremos el pan entero”. Mientras la metáfora del cantautor de Alcoi en 1974 hacía referencia a la explotación laboral, bien explicita, por otra parte, en el resto de versos, ahora es interpretada por algunos como un clamor independentista.

Todos tienen derecho a reivindicar y a hacerse suya una canción, un himno o un personaje pero no, para continuar con la metáfora, borrando sus orígenes y desfigurando su identidad. En este sentido, no habría que malgastar las siglas históricas de ERC apoyando a una política de recortes sociales con las que la nación se cuela por el desagüe.

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