Alcaldes y alcaldesas de Catalunya han estado en el ojo del huracán durante estos meses. Unos llamados a declarar en la Fiscalía y otros recibiendo insultos y pintadas en sus portales. A veces incluso han recibido presiones de un lado y de otro. Injusto e inmerecido.
En el área metropolitana de Barcelona han coincidido en el tiempo varias mujeres de diferentes partidos y candidaturas al frente de las alcaldías más importantes. Montcada i Reixac, Castelldefels, Santa Coloma de Gramenet, Badalona, L'Hospitalet de Llobregat y Barcelona están o han estado gobernadas recientemente por mujeres. Y no hay duda de que nos han enseñado que se puede gobernar con otros valores, los del feminismo, que en el fondo es saber que para tener una sociedad sana es importante cuidarnos unos y unas a los otros y las otras.
Nuestras alcaldesas nos han enseñado que el valor no es igual que la testosterona y que el valor es Núria Marín, alcaldesa del PSC en L'Hospitalet tirando a los antidisturbios de la puerta de un colegio el 1-O a la voz de “marchaos de aquí”.
Los ayuntamientos son las administraciones más cercanas a la ciudadanía y seguro que es por eso que las alcaldesas metropolitanas son las que mejor conocen esta Catalunya mestiza y con diversidad de identidades. Algunas se sienten catalanas, otras que se sienten tan catalanas como españolas, vecinas diversas, de más de 160 nacionalidades y que llegan a hablar más de 277 lenguas.
Una sociedad compleja debe cuidarse y trabajarse para que pueda ser un solo pueblo. Por ello, la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, pese a levantarse triste, no se resigna al pesimismo y trabaja para que ni la Declaración de Independencia ni el artículo 155 rompan la convivencia en Catalunya. Por ello, muchas gracias, alcaldesas.
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