CDC y ERC concurrirán juntos a las elecciones del 27-S. Artur Mas ha logrado su propósito. Necesitaba diluir las siglas de su partido, erosionado por la corrupción y los recortes sociales. Ha sido una victoria indiscutible del President. La gran pregunta es por qué Esquerra Republicana de Catalunya ha aceptado finalmente la estrategia que había rechazado durante nueve meses, desde que Mas la planteó en una solemne conferencia justo después del 9-N. ERC mantiene la ficción de una lista civil encabezada por representantes de las entidades que han impulsado el Procés, pero en realidad es la ‘lista del President’ porque, en caso de victoria, significaría la reelección de Artur Mas y la permanencia de la extraordinaria maquinaria de poder que es CDC. Es decir, el plan es una operación de salvamento del President y de su partido. Y la pregunta se hace aún más acuciante. ¿Por qué, ERC?
Algunas crónicas cuentan que Mas planteó que sin la lista única no convocaba el 27-S y agotaba la legislatura, a la espera del nuevo escenario político que se abrirá en España. Es evidente que Artur Mas jugó fuerte su partida. Sabe que su salvación necesita el aval de un partido que ha sido siempre coherente en la defensa de la independencia de Catalunya y que no sufre el lastre de la corrupción, los dos grandes déficits, precisamente, de CDC. Necesitaba lavar la imagen, ganar credibilidad, y ERC es el instrumento perfecto. Una jugada genial. Pero la pregunta sigue abierta. ¿Por qué ERC pone su patrimonio de coherencia independentista y limpieza en la gestión pública al servicio de la estrategia de su gran rival? ¿Por qué renuncia a la posibilidad de liderar el camino hacia la soberanía? ¿Por qué ha participado de la farsa de las ‘listas sin políticos’ que ha vivido Catalunya en las últimas semanas?
Seguro que existen múltiples respuestas y complejas explicaciones. Posiblemente, ERC también necesita una alianza que enmascare el declive electoral que le pronostican las encuestas. Pero existe una razón por encima de todas. ERC se sacrifica por el ‘bien superior’, la independencia de Catalunya. Sabe que, por fin, después de su larga travesía en solitario hacia la independencia, ha logrado un aliado poderoso, el mundo de Convergència Democràtica de Catalunya, con su President al frente. Y cuenta con el impulso de la Asamblea Nacional Catalana y Ómnium, que acogen a militantes de ambos partidos, y que ahora, con la lista compartida, pueden remar en la misma dirección y conjurar las tensiones internas. Es una ocasión única, y es mejor no plantearse demasiadas preguntas.
El ‘bien superior’, la independencia, mueve la política catalana desde la operación contra el Estatut, en el 2010. Es el fin que justifica casi todos los medios. Un fin legítimo, y más cuando el Estado se niega a atender la reivindicación mayoritaria en Catalunya del ‘dret a decidir’, del derecho a elegir la relación con España. Porque el Partido Popular ha rechazado todas las propuestas catalanas para conseguir un mejor encaje en el Estado. Pero, el fin, la aspiración nacional, ha justificado medios que ponen a prueba las costuras de la calidad democrática; que confunden los intereses de los partidos con el interés colectivo de las instituciones; que distorsionan el papel del periodismo en una sociedad libre, que no atienden la pluralidad y diversidad de la sociedad catalana…
Para lograr este fin, Esquerra Republicana de Catalunya y Oriol Junqueras están dispuestos a pagar un alto precio. Es una causa que merece todos los sacrificios. Pero la pregunta inicial sigue pendiente. ¿Y si un día ERC descubre que ha sido únicamente un instrumento útil a intereses que no son los suyos? Y aún hay una pregunta más importante. ¿Y si en lugar de conseguir un ‘bien superior’, ponemos en riesgo el principal patrimonio de Catalunya, la cohesión social? ¿Y, si no logramos el fin, cómo justificamos todos los medios empleados durante estos años?
CDC y ERC concurrirán juntos a las elecciones del 27-S. Artur Mas ha logrado su propósito. Necesitaba diluir las siglas de su partido, erosionado por la corrupción y los recortes sociales. Ha sido una victoria indiscutible del President. La gran pregunta es por qué Esquerra Republicana de Catalunya ha aceptado finalmente la estrategia que había rechazado durante nueve meses, desde que Mas la planteó en una solemne conferencia justo después del 9-N. ERC mantiene la ficción de una lista civil encabezada por representantes de las entidades que han impulsado el Procés, pero en realidad es la ‘lista del President’ porque, en caso de victoria, significaría la reelección de Artur Mas y la permanencia de la extraordinaria maquinaria de poder que es CDC. Es decir, el plan es una operación de salvamento del President y de su partido. Y la pregunta se hace aún más acuciante. ¿Por qué, ERC?
Algunas crónicas cuentan que Mas planteó que sin la lista única no convocaba el 27-S y agotaba la legislatura, a la espera del nuevo escenario político que se abrirá en España. Es evidente que Artur Mas jugó fuerte su partida. Sabe que su salvación necesita el aval de un partido que ha sido siempre coherente en la defensa de la independencia de Catalunya y que no sufre el lastre de la corrupción, los dos grandes déficits, precisamente, de CDC. Necesitaba lavar la imagen, ganar credibilidad, y ERC es el instrumento perfecto. Una jugada genial. Pero la pregunta sigue abierta. ¿Por qué ERC pone su patrimonio de coherencia independentista y limpieza en la gestión pública al servicio de la estrategia de su gran rival? ¿Por qué renuncia a la posibilidad de liderar el camino hacia la soberanía? ¿Por qué ha participado de la farsa de las ‘listas sin políticos’ que ha vivido Catalunya en las últimas semanas?