Para la reportera Eliane Brum, visitar Barcelona o cualquier gran ciudad es un viaje a la periferia. “Para mí el centro del mundo es el Amazonas”, explicaba el martes en un encuentro con periodistas en el CCCB. “Yo concibo el centro como los lugares de vida y naturaleza, en contraposición a los sitios en los que se promueve su destrucción”.
Reconocida como la periodista más galardonada de su país, Brum lleva más de 30 años cubriendo la deforestación de la gran selva amazónica y sus consecuencias en el cambio climático. En 2017 decidió mudarse a Altamira, uno de los núcleos de la destrucción de la Amazonia, para poder “contar desde primera línea” lo que ella considera una “guerra”.
“Estamos en guerra”, incide. “Tal vez una menos visible o menos atractiva para la prensa, pero es mucho más amplia, empezó antes y acabará después de cualquier otro conflicto armado”. Es por esto que Brum asegura sentirse como una corresponsal bélica que cuenta desde el terreno cómo las “grandes corporaciones” y “gobiernos cómplices” destruyen el gran pulmón del planeta.
“Aceptamos como normal que una minoría esté alterando el clima y la morfología del planeta”, lamentaba. “No nos queda tiempo para frenar esta crisis y debemos actuar en nombre de los niños que han nacido recientemente y los que nacerán en el futuro”.
La reportera y documentalista, autora de ocho libros y cuatro documentales, colaboradora de The Guardian, The New York Times y El País, ha llegado a Barcelona para convertirse en la segunda participante del programa de residencias internacionales del CCCB, relevando al periodista del New Yorker Patrick Radden Keefe.
Brum residirá en la ciudad durante los próximos tres meses y participará en conferencias, seminarios y charlas para estudiantes. También asesorará al CCCB en una exposición sobre la Amazonia y será la comisaria del ciclo “La Selva es mujer”, en el que reunirá a diversas activistas y líderes indígenas en la capital catalana.
La periodista considera que la selva amazónica es una mujer, no solo porque nos refiramos a ella en femenino sino por el historial de abusos que ha sufrido. “Ambos son cuerpos que el mundo se permite violar, invadir, vaciar y abandonar”, apunta. “Es una lógica en la que nos movemos todavía a día de hoy”.
Brum recuerda cómo, en la región de la Amazonia, la violencia contra las mujeres es todavía más alta que en el resto de Brasil. “No es casualidad que actualmente las mujeres hayan adquirido una gran relevancia en la defensa de la Amazonia”, prosigue, antes de recordar que la primera indígena en ocupar un cargo público fue una mujer. “Muchos hombres se han corrompido con el expolio de las tierras y las mujeres han dado un paso al frente para defenderlas”.
Una región en la que el periodismo no está bien visto
La reportera asegura que su mudanza al epicentro de la deforestación no está exenta de riesgos, de ahí su comparación con una corresponsal de guerra. “En la región el periodismo no está bien visto”, señala. “Se asesina a reporteros y a defensores de los derechos humanos”.
La situación, además, está empeorando por la llegada del crimen organizado a la zona por los grandes intereses económicos en juego. “Puede llegar un punto en el que ni siquiera podamos entrar a la selva a trabajar”, vaticina. “Ya lo vimos en las favelas, donde había facciones que las controlaban e impedían el paso a los reporteros”.
Para la periodista, no tiene nada que ver su situación anterior, en la que se desplazaba a la Amazonia para trabajar y después regresaba a Sao Paulo, con su nueva realidad. “Ahora asumo muchos más riesgos porque saben donde encontrarme”, apunta. “Y también se hace duro escribir historias sobre mis propios vecinos”.
La intención de Brum es que, con el tiempo, sean los propios indígenas quienes relaten lo que ocurre en su tierra. Por eso puso en marcha en 2022 la plataforma de periodismo Samaúma en la que, más allá de contar lo que ocurre en la Amazonia, entrenan a jóvenes reporteros locales para que sean ellos los futuros periodistas en la selva.
“Somos un equipo en transición”, describe. “El proyecto solo tendrá éxito si los periodistas que estamos formando nos releven en un futuro y puedan explicar al mundo su punto de vista”.
Sobre las contradicciones que pueden aparecer al compaginar su tarea de periodista con la de activista medioambiental, Brum no tiene dudas. “Quien no sea activista en el contexto actual, en el que nos encontramos en riesgo como especie…”, reflexiona. “Trabajé 30 años en grandes medios y me di cuenta de que si seguía haciendo lo mismo no íbamos a ningún lugar”.
Explica que en Sumaúma, sin embargo, el periodismo es lo primordial. “Pasamos por procesos de verificación y corrección con criterios periodísticos y no nos saltamos ningún código deontológico”, afirma. “Nuestro compromiso con la verdad y los hechos está en el centro de nuestro trabajo”.