En estos tiempos de removimiento político, social y económico, muchas personas esperamos o, mejor, promovemos, transformaciones radicales para profundizar en nuestras democracias, entendiendo que uno de los ejes que ha marcado el actual desarrollo de las políticas públicas y el sistema democrático es el patriarcal. Movimientos sociales y candidaturas apuestan por introducir contenidos feministas en sus propuestas y en sus prácticas, algo que hace unos pocos años era impensable. ¿Se está produciendo realmente ese cambio radical?
Montse, una de las firmantes de la campaña Alerta Feminista explicaba en un encuentro de Feminismos y Radicalidad Democrática que Barcelona en Comú (equivalente de Ganemos) ha presentado a primarias 60 propuestas trabajadas entre sus activistas, de entre las cuales se han escogido las 40 prioridades de la candidatura. Entre las 60 propuestas hay algunas que tienen que ver con mujeres y feminismos, y precisamente sólo unas pocas de ellas han salido escogidas en las primarias.
Meses atrás, en Per la Ruptura, proceso asambleario dels Països Catalans que busca la ruptura con el Estado Español (que no con el pueblo) y con el régimen del 78, se nos olvidaron en un borrador de manifiesto, hasta que lo vieron unas feministas y añadieron un muy buen párrafo sobre el patriarcado.
Éstos dos ejemplos, entre muchos otros, coexisten con el reconocimiento de que Barcelona en Comú o Per la Ruptura, como tantos otros movimientos sociales o candidaturas más y menos rupturistas tienen a muchas feministas entre sus activistas, buena parte de ellas, referentes, y han asumido el eje de género o antipatriarcal como uno de sus contenidos sustantivos. Porque, como dice la Alerta, “la nueva política continuará siendo vieja política si es patriarcal”.
Pero entonces, ¿podemos confiar en las primarias o en las asambleas como mecanismos para decidir programas que no sólo incorporen, sino que den autoridad a las prácticas y saberes acumulados desde los feminismos? Parece que todavía no, por ahora. ¿Significa ello que a menudo las mujeres y/o los feminismos no estamos si no es en párrafos y propuestas concretas, o a través de mujeres concretas? Lamentablemente, a menudo es así.
O sobretodo: ¿es posible romper con el patriarcado, a través de éstas propuestas o del activismo de personas concretas? Más bien se trata, como recordó en el citado encuentro otra amiga de éstos procesos, Carolina, de despatriarcalizar(nos), día a día, poquito a poco.
Para ello es necesario que pasemos de ser medidas concretas a ser medida de todas las concreciones. No la única medida, pero una de ellas, y central. Los feminismos o, a mi entender, también la ecología, no pueden ser, jamás, propuestas que pueden estar, o no estar. Porque de hecho no son propuestas concretas para desarrollar uno u otro aspecto de las políticas (o de nuestras vidas). Son perspectivas, miradas, maneras de hacer, criterios que dan luz a políticas, vidas y relaciones. Van de lo global a lo particular y de lo cotidiano a lo global, contaminando todos los aspectos de la comunidad y las personas.
¿Significa eso que no podemos confiar en la opinión de todas las personas? ¿que no debemos someter a votación los programas, o a discusión en grandes asambleas? ¿Que deben ser elaborados por gente escogida y experta en cada tema? Rotundamente, no. ¿Qué democracia construimos, desde la radicalidad feminista? La democracia consiste en mucho más que en asambleas y primarias. Es algo, por suerte, más complejo.
Por ejemplo, democracia radical es dar autoridad y confianza a las personas que son protagonistas (que no destinatarias ni beneficiarias) de las acciones, así como a los colectivos que llevan años, décadas, siglos trabajando, a la vez que reconocemos que todas las personas tenemos un saber y una experiencia propia, intransferible, absolutamente valiosa para construir comunidad. Es necesario relacionar nuestros saberes para trabajar el bien común des de las diferentes miradas, reconociéndonos y autorizándonos mutuamente conocimientos y experiencias. Y esto es muy diferente de pretender que todas opinemos y decidamos sobre todo.
Puesto que el patriarcado está dentro de todas y cada una de nosotras y nosotros, busquemos las alianzas para quitárnoslo de encima. Por eso, los procesos de construcción democrática que se están dando en tantas ciudades, de la mano de movimientos sociales y candidaturas diversas como las aquí nombradas o tantas otras, tienen una potencialidad enorme para contribuir a un cambio radical en nuestras vidas... o no.