Es posible que hayan escuchado muchas veces que Catalunya fue “solo un condado de Aragón”. Incluso puede que hayan visto el mapa que encabeza esta noticia, fechado en 1235 y en el que aparece dibujado el 'Roy d'Aragón'. Pero deben saber que la primera afirmación no tiene ninguna base en hechos históricos y que el supuesto mapa medieval que lo demostraría es un souvenir creado en el año 2001 que puede adquirirse en internet por 14 euros.
Mitos como el de la Catalunya condado del reino de Aragón, con origen en un relato que trata de desacreditar la importancia histórica del principado catalán, han calado en la cultura popular a lo largo de los siglos. Pero otras patrañas históricas han sido mucho más rápidas en propagarse, sobre todo entre los círculos independentistas. Entre las más destacadas están las que difunde el llamado Institut Nova Història, que afirma que figuras como Cristobal Colón, Miguel de Cervantes y otros muchos nombres propios de la historia eran personajes catalanes que la historiografía española ha ocultado para apropiarse de ellos.
Mediante un poso de siglos y recogidas en libros o convertidas en modernos bulos virales, la pseudohistoria ha venido de los dos bandos, del españolista y del independentista. Contra las dos modalidades de mentiras históricas se han unido un grupo de ocho historiadores, coordinados por Vicent Baydal y Cristian Palomo, ambos pertenecientes a la Universitat Jaume I de Castelló, que acaban de publicar el libro 'Pseudohistòria contra Catalunya' (Eumo). Un repaso sin concesiones por todos los mitos, medias verdades o directamente chaladuras que los autores consideran que se han vertido “contra” la verdadera historia catalana.
La obra no solo dispara contra uno y otro lado, sino que no deja títere con cabeza ni se anda con remilgos a la hora de señalar con nombres y apellidos a quienes, según defienden los autores del volumen, han difundido relatos pesudohistóricos, sean falsos investigadores incapaces de publicar en una sola revista especializada o académicos con un prestigio labrado durante décadas y tribuna en los más importantes medios de comunicación. Del gurú de la “Nova Història”, Jordi Bilbeny, subvencionado por ayuntamientos de ERC y promocionado en TV3, al fallecido Catedrático de la Universidad de Zaragoza, Antonio Ubieto Arteta.
Catalunya, un principado igual que los reinos
Para comenzar, 'Pseduohistòria conta Catalunya' desmonta la idea de que los territorios que hoy componen la comunidad autónoma catalana fuesen una entidad políticamente inferior a los reinos de Valencia, Aragón o Mallorca durante el final de la Edad Media y la mayoría de la Moderna. Bien al contrario, Palomo explica cómo los condados que acabarían formando Catalunya estaban divididos en varios territorios feudales que fueron siendo poco a poco anexionados por la casa condal de Barcelona, quien sería reconocida como “principal” de entre todos los nobles catalanes y, por tanto, soberana del conjunto del “principado” ya desde principios del siglo XIV.
La casa condal de Barcelona era, además, la titular de la corona de Aragón, una monarquía con dominio sobre varios reinos, diferentes y fluctuantes a lo largo de la historia, pero que la mayor parte del tiempo contó con el Reino de Aragón, el principado de Catalunya –que incluía el Rosellón y la Cerdaña–, el Reino de Valencia y el de Mallorca con sus islas adyacentes. Además, en origen, se sumaban también los reinos de Sicilia, Cerdeña y Nápoles, junto a otros títulos.
“Durante los siglos medievales, la monarquía de la Corona de Aragón y los dominios que la componían nacieron y se conformaron a la vez, dando lugar a una comunidad de comunidades que en el ámbito de la política interna se mantenía en un tira y afloja permanente entre una fuerza centralista y unitarista (el rey) y diversas fuerzas centrífugas y pluralistas (las élites dirigentes de diversos reinos y el principado)”, escribe Palomo, que explica que finalmente ganarían los segundos, pues en los territorios de la Corona de Aragón se acabó consolidando una clara diferenciación política, legislativa, monetaria, aduanera y fiscal entre los diferentes reinos.
Algo más de un centenar de páginas del libro se dedican a desmontar la “pseudohistoria españolista”, con capítulos de actualidad como el dedicado al Monasterio de de Santa María de Sigena, que ha ocasionado un largo litigio entre el Gobierno de Aragón y la Generalitat de Catalunya por los bienes depositados, sobre todo, en el Museo de Lleida.
Contra el Institut Nova Història
Una vez hechos trizas la mayoría de los mitos del nacionalismo español, los autores pasan a derribar las disparatadas teorías del grupo que se aglutina en torno al Institut Nova Història (INH). La idea central de esta corriente de falsos historiadores parte de la premisa de que Catalunya y los catalanes tuvieron un papel destacadísimo en la historia mundial que, sin embargo, ha sido sistemáticamente ocultada, falsificada y borrada de todo registro por el poder español y castellano, con el objetivo de dominar políticamente a los catalanes.
Una teoría que, de partida, no solo es falsa sino que además es imposible. Así lo explica Xevi Camprubí, que destaca la incapacidad del poder real y eclesiástico para imponer la censura sobre las publicaciones que más temían, como las que portaban las ideas de la reforma protestante. Tampoco es posible realizar un borrado exhaustivo de absolutamente todos los archivos y registros escritos, de todas las ciudades, iglesias y fondos privados, de Catalunya, toda España y las de Europa entera, sin que quede ninguna huella.
Y pese a esto, la idea del falseamiento sistemático de toda la historia permite al INH sostener cualquier teoría, por muy alejada de las fuentes que esté. Lo argumenta el propio Camprubí: “Partiendo de la base de que la censura castellana era omnipotente en Catalunya, los miembros de este grupo justifican cualquier planteamiento por poco racional que sea y, con una facilidad escalofriante, convierten en verdades absolutas las conjeturas más inverosímiles”.
¿De qué conjeturas habla el historiador? Las hay para dar y tomar, y han proliferado tanto que casi se diría que Bilbeny y sus acólitos las fabrican a la carta y al gusto de su consumidor. Eso sí, todas van en la misma dirección. Entre las más conocidas está el origen catalán de Cristobal Colón. Y el origen catalán de Miguel de Cervantes. O el origen oculto de William Shakespeare, que por casualidad también era catalán. ¿Erasmo de Rotterdam? Catalán. Como también lo era Nicolás Copérnico. Puede sumar el lector los nombres de la historia universal que se le ocurran a esta lista y esperar, porque hay altas probabilidades de que, antes o después, alguien en nómina del INH publique que era catalán.
Joan Colom nunca pisó América
Poniendo el foco sobre la supuesta catalanidad de Colón, el personaje sobre el que más ha escrito el grupo de Nova Història y la teoría que cierto entorno mediático y político independentista más ha comprado, la tesis principal que sostiene Bilbeny es que el navegante que llegó a América en 1492 era en realidad Joan Colom i Bertran, caballero y miembro de una adinerada familia barcelonesa. Una idea que no es de cosecha propia, sino que recoge toda una tradición que nace con el historiador peruano Luis de Ulloa Cisneros a principio de los años 30 del siglo XX.
Sin embargo, casi un siglo después, los historiadores han hallado datos suficientes en los archivos para aproximar la fecha tanto del nacimiento como de la muerte de Joan Colom, así como muchos otros apuntes biográficos. En concreto se han encontrado tres documentos de tipo testamental, de 1477, 1484 y 1487, en los que se indica que Joan Colom está muerto en esas fechas. Solo con esto, ya se desacredita la idea de que el caballero barcelonés pudiese subirse a bordo de la nave Santa María para cruzar el Atlántico en 1492.
La historia como arma política
'Pseudohistòria contra Catalunya' lleva tres semanas en las librerías catalanas y ya ha conseguido levantar polvareda. Aparece en un momento de enorme apasionamiento político pero, también, tras una guerra política y judicial entre independentistas y no independentistas en la que, con mucha frecuencia, los argumentos de tipo histórico y pseudohistórico se han usado como artillería discursiva. Y, con ello, se han difundido y fijado en el imaginario de los acólitos de cada ideología muchas de las manipulaciones, medias verdades y fantasías sobre el pasado catalán.
La conclusión central de la obra ya se enuncia en su propio titulo: todo falseamiento de la historia catalana, da igual de qué tipo sea, se hace contra Catalunya y contra la trayectoria histórica real del pueblo catalán. “Al fin y al cabo”, aseguran los autores al final del volumen, “las dos corrientes pseudohistóricas aquí analizadas fomentan el chovinismo más rudimentario y se fundamentan en él, esto es, en la excesiva admiración por el propio país”.
Pero no es esa la única similitud que encuentran Baydal, Palomo y el resto de autores entre los independentistas del INH y los españolistas sino, sobre todo, una argumentación casi simétrica en su teoría de la conspiración.
Así, mientras que los de Bilbeny defienden que los catalanes han sido engañados por el poder español o castellano sobre su propia historia para que acepten sin rechistar seguir siendo parte de España, los historiadores españolistas sostienen que eso mismo estaría haciendo la Generalitat, manipulando a la población a través de sus medios de comunicación y su sistema educativo para hacer creer un relato falso histórico que les acerque al secesionismo. Ambas corrientes demuestran, al fin, un manifiesto desinterés por la historia catalana.