El anuncio que este viernes ha lanzado el grupo de CiU en el Ayuntamiento de Barcelona para buscar una alternativa a Ada Colau ha puesto en alerta al gobierno de Barcelona en Comú y PSC, que temía desde meses atrás una operación de este tipo a cuenta de su inestabilidad. Desde la firma del pacto por el que los socialistas se incorporaron al ejecutivo, los de Colau están encontrando serias dificultades para sacar adelante sus propuestas, al haber perdido el favor de ERC y la CUP y no haber encontrado nuevos apoyos en la derecha.
Pese a esto, que el órdago de CiU llegue a traducirse en una moción de censura exitosa es harto complicado. El actual Ejecutivo se sostiene gracias a 15 concejales de los 41 totales, mientras que Xavier Trias necesitaría la mayoría absoluta, 21, para volver a la alcaldía. Convergència solo podría comenzar a acercarse a esta cifra sumando a sus 10 concejales los 5 de Ciutadans y los 5 de ERC.
De entrada, esta ya es una ensalada de siglas difícil de componer, tanto por la oposición total de Ciutadans a todo lo que huela a independentismo como por el rechazo que C's genera en ERC. De hecho, Ciutadans ya ha anunciado que en este momento ellos no están por prestar sus votos para convertir a Trias en alcalde.
Pero ni siquiera aunque CiU, ERC y C's se pusieran de acuerdo sería suficiente para llegar a la cifra mágica de los 21 concejales. Para eso se necesitaría el concurso, bien de los tres regidores de la CUP, una posibilidad que se puede descartar de entrada, o bien los tres del PP. Estos últimos han centrado todas las miradas cuando su líder, Alberto Fernández Díaz, ha mostrado en el pleno su disposición a buscar una alternativa.
Otra cosa es que CiU y ERC, por un lado, puedan llegar a acuerdos con C's y el PP, por el otro. Las mayores incompatibilidades se dan entre los dos últimos y ERC, sobre todo respecto a la cuestión nacional, y entre PP y ERC en cuanto a la lucha contra la corrupción. Para salvar el obstáculo que ERC supone, la mayoría que trata de confeccionar Trias podría mirar hacia el PSC. La operación es más que difícil, puesto que los socialistas son socios de gobierno de Colau gracias a un pacto firmado hace menos de medio año.
La contradicción que supondría un acuerdo tan variopinto en su contra ha sido ridiculizada este viernes por la propia Ada Colau. En una propuesta de CiU para que Barcelona se incorpore a la Asociación de Municipios por la Independencia (AMI), la alcaldesa ha dicho a Trias que espera que en las conversaciones con C's y PP para formar un gobierno también planteara la entrada en la AMI como prioridad.
CiU de Barcelona marca terreno
Por todo esto, el anuncio de CiU este viernes solo puede ser interpretado como una forma de marcar terreno en uno de los peores momentos del gobierno. No obstante, es un importante toque de atención al pacto Bcomú-PSC, que esta semana ha debido retirar su propuesta de ordenanzas fiscales por falta de acuerdo y ve cómo sus posibilidades de sacar adelante los presupuestos se reducen cada día. Pese a que ERC y la CUP apoyaron la investidura de Colau y los presupuestos del año pasado, se muestran muy críticos con la labor de gobierno de los últimos meses, y el Gobierno tampoco es capaz de encontrar complicidades en los grupos de la derecha pese a la entrada del PSC.
Más allá de los problemas de estabilidad del equipo de Colau, el gesto del grupo municipal de CiU no solo se dirige a sus oponentes, también a sus propias filas. La victoria de Colau descolocó al partido, y hay quien aún reprocha a Trias una supuesta falta de agresividad contra los comunes.
Esta semana ha sido la propia Generalitat la encargada de frenar la estrategia puesta en marcha por el Ayuntamiento para paralizar la construcción de un hotel de lujo. El encargado de hacerlo, precisamente, ha sido el conseller de Cultura, Santi Vila, un hombre que aparece en todas las quinielas para encabezar la lista convergente en 2019. En este contexto, la operación viene también a reivindicar la capacidad de ser alternativa del actual grupo municipal.