Tras compartir cabecera en la marea amarilla bruselense, han empezado los codazos entre ERC y JxCat. Los dos quieren ganar las elecciones y que sus respectivos cabezas de lista, Oriol Junqueras y Carles Puigdemont, alcancen la presidencia de la Generalitat. Aunque mantienen sus críticas hacia los partidos que apoyaron el 155, en el primer fin de semana de campaña se han desenfundado los argumentos del principal duelo interno del bando independentista.
Los republicanos apuestan por el pragmatismo para llevar a Junqueras a la ansiada presidencia. El exconseller de Justicia, Carles Mundó, excarcelado el pasado 4 de diciembre tras 33 días en prisión, ha pedido en Vilanova y la Geltrú (Barcelona) este sábado “votar con el corazón y con la cabeza”, en línea con el “realismo” que reclamó este sábado ante la dificultad de que Carles Puigdemont pueda volver a España.
En las palabras de Mundó sobrevuela la situación judicial del exvicepresident, a quien el Supremo podría revisar su prisión incondicional después del 21D, pero también la de Puigdemont, que tras la retirada de la euro–orden puede moverse libremente por Europa pero será detenido de inmediato si vuelve a España.
La papeleta de ERC, a juicio de Mundó, es la que sirve para lograr “un Govern fuerte al servicio de las personas”. En este sentido, frente a una lista de Puigdemont llena de independientes, sin apenas cuadros, Mundó ha reivindicado la obra de gobierno de las conselleries que ocuparon los republicanos la pasada legislatura.
Ante unas encuestas en las que la lista de Puigdemont va recortando distancias con los republicanos, Mundó ha ensalzado la contención del déficit público catalán de Junqueras en Economía, la ley para blindar la universalidad de la sanidad que impulsó Toni Comín en Salud, el plan de fosas de Raül Romeva o la anulación de los juicios sumarísimos del franquismo promovida por el propio Mundó desde Justicia.
Todo ello, según Mundó, es muestra de que ERC “no es un partido improvisado” –dardo a JxCat– sino “un partido arraigado a la historia de Catalunya y al servicio de sus ciudadanos”, ha dicho en referencia a la experiencia de gobierno de ERC en la Generalitat durante la segunda República y en la restauración de la democracia tras el franquismo.
JxCat fía su éxito a Puigdemont
Frente al pragmatismo de ERC, las apuestas de JxCat para el 21D pasan por explotar el capital simbólico alrededor del “exilio” de Puigdemont. Este sábado han puesto en práctica su programa electoral, que zanja que las elecciones “son para restaurar la democracia, no para escoger un nuevo president”.
En un acto con alcaldes que apoyan a Puigdemont en La Garriga (Barcelona), el alcalde de Valls, Albert Batet –uno de los pocos miembros del PDeCAT que va en puestos destacados de las listas– ha situado el marco de estas elecciones en “defender al president Puigdemont o que gane Mariano Rajoy”. “Para que el legítimo president Puigdemont siga presidiendo los salones de plenos, no sólo vale que ganen los independentistas, sino que tiene que ganar JxCat”, ha aseverado Batet.
En un breve discurso grabado, Puigdemont ha pedido la ayuda de los catalanes para recuperar la “normalidad” que considera arrebatada por el artículo 155. “El 21-D tenemos que decir 'no' al 155, al recorte de libertades y a la violencia, y decir 'sí' a Catalunya, a JuntsxCat, a la libertad y a la democracia. Hay que decir un 'sí' a la República catalana”, ha afirmado el expresident.
Republicanos y exconvergentes se presentaron juntos a las últimas elecciones bajo la lista de JxSí tras la presión de Artur Mas. A lo largo de los veintidós meses que han gobernado juntos, el PDeCAT y ERC no han escondido sus diferencias tanto en el camino a seguir en el proceso soberanista como en materia social, por ejemplo el pago de impuestos. Cuando compartían Govern la batalla por el liderazgo independentista era soterrada con discrepancias públicas puntuales. Ahora que luchan por la presidencia, ERC y JxCat no han esperado a la recta final de la campaña para presentarse como el voto útil en el bando independentista.