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Policías del 1-O justifican el disparo de balas de goma porque se quedaron “aislados” y para evitar “una tragedia”

Finalizadas las declaraciones de los 13 mandos y los agentes de la Policía que dispararon balas de goma el 1-O en los aledaños del colegio Ramon Llull de Barcelona, queda por resolver qué antidisturbios fue el autor del disparo que reventó el ojo a Roger Español. Este viernes, los mandos del operativo sobre el terreno han justificado el uso de balas de goma porque se quedaron “aislados” y tenían que abandonar la zona para evitar “una tragedia”.

Ante el juzgado de instrucción 7 de Barcelona han comparecido este viernes el inspector de los antidisturbios que comandó el dispositivo para impedir el referéndum en la escuela Ramon Llull, así como un subinspector, un oficial y dos agentes. Como era previsible, ninguno ha desvelado el agente que disparó, si bien el subinspector se ha ubicado en la misma acera izquierda de la calle Sardenya de Barcelona desde dónde procedió el tiro que hirió a Español. Es decir, que posiblemente llegó a tener delante al agente que apretó el gatillo.

En este sentido, el inspector y el subinspector se han contradicho a cerca de cómo se debe materializar la orden de disparar balas de goma, según fuentes presentes en la declaración. El inspector ha indicado que, tal y como marcan los protocolos policiales, fue él quién dio la autorización para disparar balas de goma. No obstante, ha añadido que la “ejecución” de la misma recae en el subinspector de la unidad de antidisturbios, que, una vez recibida la orden, va indicando con golpes en la espalda a los escopeteros el momento de disparar.

Por contra, según las mismas fuentes, el subinspector ha explicado que cuando los agentes no pueden lograr un contacto con su superior, pueden decidir disparar. El subinspector también ha explicado que no vio cómo cayó al suelo a Español.

En conjunto, los agentes dispararon 17 balas de goma en los aledaños de la escuela Ramon Llull. No fue en el momento de salir del colegio, sino pasados unos minutos. Los agentes de la brigada de información, encargados de requisar las urnas, ya habían salido del colegio, ha explicado el inspector. Sin embargo, ha añadido, su unidad se quedó “aislada” entre la masa, por lo que para abandonar la zona se tenían que disparar balas de goma.

Los investigados han insistido en que los concentrados se mostraron agresivos contra los agentes, actitud que han vinculado a la requisa de las urnas. En consecuencia, ya de retirada se vieron obligados a disparar las pelotas de goma para ganar espacio respecto a los manifestantes, que, han destacado algunos imputados, iban “organizados” y lanzaron vallas, monedas o tornillos contra los agentes.

Antes de disparar las balas de goma en el cruce de la calle Sardenya con Diputació, los agentes tuvieron problemas tanto para acceder como para salir del colegio Ramon Llull con las urnas dada la afluencia masiva de concentrados a las puertas del centro, tal y como muestran los vídeos que grabaron los propios policías y que publicó este diario.

A preguntas del juez, el inspector se ha desmarcado de las manifestaciones de otros agentes, que admitieron que no se puede aporrear a gente sentada en el suelo, y ha asegurado que sí se puede golpear con la porra ante “situaciones de resistencia pasiva”, como sucedió a las puertas del Ramon Llull a la salida de los agentes. Cuando el instructor le ha insistido que aclarase en qué medida eran violentos los votantes sentados en el suelo, el inspector ha apuntado que “obstaculizaban el paso de los furgones” y ejercían “violencia verbal” contra los policías.

El inspector imputado ha añadido además una consideración que las acusaciones de los heridos y del Ayuntamiento de Barcelona interpretan más en clave política que de defensa. El mando ha destacado que sus efectivos son especialistas en la “gestión de masas”, para a renglón seguido matizar que los votantes del 1-O “no eran simples manifestantes”. En consecuencia, a su parecer la actuación habría requerido “calma y tacto”, justamente lo contrario de las directrices que recibieron los mandos sobre el terreno, a los que se pidió sacar las urnas rápido y sin detener a votantes.

En este sentido, el inspector ha calificado de “calma tensa” los primeros instantes de su actuación en el Ramon Llull, hasta que empezó a crecer el número de manifestantes y éstos respondieron con agresividad como reacción a la confiscación de las urnas. Según han mantenido los imputados, antes de tirar pelotas de goma se dispararon salvas al aire para atemorizar a los concentrados y que éstos optaran por dispersarse.