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El temor a un pacto entre el PSOE y Ciudadanos ablanda al independentismo para investir a Sánchez

Cuatro días de campaña han sido suficientes para que las principales formaciones del independentismo se hayan desembarazado de cualquier línea roja para pactar una investidura. Lo que en las elecciones generales de 2015 y 2016 fueron exigencias inamovibles, como la celebración de un referéndum de independencia que también compartían los 'comuns', en esta campaña han quedado rebajadas a que el Gobierno que salga del 28A acepte hablar de ello.

El temor a que un pacto entre el PSOE y Ciudadanos siente a Albert Rivera o alguno de los suyos en el Consejo de Ministros ha ablandado la posición de ERC y de JxCat, que están dispuestos a ofrecer sus votos para mantener al partido naranja lejos del próximo Ejecutivo. Eso no quiere decir, insisten desde ambas formaciones, que vayan al Congreso con un “cheque en blanco”. Pero sí que están dispuestos a allanar el camino a una investidura que evite la llegada de un Gobierno con participación de la derecha que les impediría seguir teniendo interlocución con Madrid.

Los independentistas son conscientes de que la fuerza del PSOE, también en Catalunya, se basa en buena medida en la polarización con el bloque de derechas que suma a PP, Ciudadanos y Vox. Por eso, creen, poner condiciones maximalistas a Sánchez es tanto como regalarle votos en Catalunya. Además, en la larga resaca del fracaso de la unilateralidad de otoño de 2017, las opciones de ERC y JxCat para mantener viva la llama independentista pasan por poder sentar al Gobierno central en una mesa de diálogo en la que el “problema catalán” figure el orden del día.

Si primero fue el candidato y líder de ERC, Oriol Junqueras, que reclamó no poner condiciones incumplibles para la investidura de Sánchez, este fin de semana los candidatos presos de JxCat extendían la mano a garantizar un “Gobierno estable” al candidato que aceptara dialogar y no vetara el referéndum como opción. La carta, firmada por Jordi Sànchez, Jordi Turull, Josep Rull y Joaquim Forn, suponía además corregir la postura inicial de su propia formación. En una entrevista con eldiario.es la número dos Laura Borràs fijaba el derecho a decidir como un requisito para cualquier acuerdo.

En JxCat ha cundido la consideración de que el llamado “bloqueo”, propugnado por sectores como la ANC, podía embarrar la campaña y asimilar a su candidatura a las de la derecha española, que se proponen como la fórmula para sacar al PSOE del Gobierno. Tanto es así que los presos aseguran querer acudir al Congreso para “desbloquear” la situación de inestabilidad que a su juicio vive España, un concepto que también usan en ERC. En Comú Podem, por su parte, carga contra los independentistas indicando que son poco fiables para esta tarea, puesto que ya bloquearon los presupuestos de Sánchez en febrero pasado.

La aspiración de las formaciones independentistas es, sin embargo, volver a la situación anterior a su 'no' a las cuentas. Eso significaría volver a la escueta Declaración de Pedralbes, pactada el 20 de diciembre de 2018, en la que ambos ejecutivos aceptaron encarrilar el diálogo en dos vías: por un lado, la comisión bilateral estatutaria y, por otro, una mesa de partidos. Fue este segundo foro, que nunca se acabó de concretar, donde Gobierno y Govern se atascaron en las divergencias sobre quién debía participar o en la figura del relator.

Pero, una vez convocadas las elecciones y en vista de las encuestas, la posibilidad de un Gobierno del PSOE condicionado por Ciudadanos o, aún más, uno de las tres derechas, genera suficiente temor en el campo independentista como para rebajar las aspiraciones. Ese mismo sábado, en una entrevista con eldiario.es, el candidato de ERC, Gabriel Rufián, aseguraba que la investidura no dependería del relator, sino de que “todas las sensibilidades políticas de Catalunya se sienten en una mesa”. En la misma línea, los presos de JxCat entendían que su posición “inequívoca” a favor del referéndum no sería una “barrera infranqueable si hay buena voluntad de dialogar”.

Los objetivos de ERC en esta campaña son múltiples, comenzando por detentar por fin la hegemonía dentro del independentismo tras unas elecciones autonómicas del 21D en las que no pudo superar a sus rivales de JxCat por 12.000 votos. En el acto central que Esquerra ha celebrado este domingo ha evidenciado que su propósito es ningunear la candidatura de JxCat. Ni una sola mención en todo el mitin a esta formación, pese a que solo unas horas antes el cabeza de lista, Jordi Sànchez, preso en Soto del Real, había afeado a ERC que haya preferido “potenciar el partido” en lugar de aceptar una lista unitaria independentista.

Los republicanos prefieren centrar sus ataques en el PSC, con quien en esta ocasión se disputan el primer puesto en Catalunya. Su prioridad es quedar en una posición de fortaleza en el escenario estatal suficiente para condicionar un gobierno del PSOE con Podemos. Si los republicanos se hacen con la llave del Gobierno, el siguiente paso es entregársela a Sánchez e Iglesias para ahuyentar cualquier pacto con Rivera.

Eso no significa que, una vez investido, ERC y JxCat no tengan intención de presionar y, si llega el caso, retirar su apoyo a un Ejecutivo de izquierdas. La agenda que los republicanos llevan para la siguiente legislatura no acaba en la llamada “mesa del diálogo”, sino que se extiende también a la gestión de la sentencia sobre los presos independentistas y el calvario de causas judiciales que se mantienen abiertas por delitos menores.

El exdiputado Joan Tardà, una voz que suele avanzar en público lo que ERC piensa en privado, ha venido hablando de una ley de amnistía. Su discípulo Rufián, más acostumbrado a las ideas que caben en un tuit, prefiere referirse a ello como “ley 'reset' o ley cero”. En cualquier caso, ERC ya avanza que tiene previsto buscar complicidades en el Congreso y, si es posible, en el Gobierno, para sacar a los líderes independentistas de la prisión.