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Santiago Vidal: “Sería fantástico vivir en una Catalunya libre asociada con la España de Podemos”

Santiago Vidal en la Audiencia de Barcelona, que deberá dejar en los próximos días / ENRIC CATALÀ

Jordi Molina

Barcelona —

“Triste” por la resolución pero “feliz” por las muestras de apoyo. Es la sensación agridulce que acompaña estos días al juez Santiago Vidal (Sant Sadurní d'Anoia, 1956) después de que el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) lo haya suspendido durante tres años por participar en la redacción de una Constitución Catalana [unanovaconstitucio.cat]. Una sanción temporal, y no indefinida como se temía, que abre las puertas de la política al magistrado, dispuesto a invertir todo su caudal personal y mediático en la creación de una República Catalana. A dos semanas para que abandone la Audiencia Provincial de Barcelona –“el trabajo que más quiero”–, todas las quinielas le sitúan en las filas de ERC. Aun así, el juez explica abiertamente que tiene cinco ofertas y que todas le merecen un gran respeto.

Al final, la suspensión ha salido adelante con los votos a favor de los doce vocales conservadores y la oposición de los otros nueve progresistas...

Estoy muy decepcionado al comprobar que, por desgracia, una de las sospechas que teníamos sobre el Estado español se ha confirmado: Han entrado en una deriva que cada vez difumina más la separación de poderes. Se constata que el Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial están en manos de las mismas personas. Esto es muy preocupante, no sólo por el proceso del derecho a decidir de Catalunya, sino por la defensa de los derechos y las libertades de todos los españoles. En estos momentos no sabemos quién tiene otorgada la función de la tutela o protección de los ciudadanos. La última reforma del Código Penal del ministro Gallardón es un retroceso muy preocupante en las libertades del pueblo.

¿Cuál es el principal problema del Poder Judicial?

Algunos los arrastra desde la Transición. Ya entonces no se hicieron las reformas necesarias y muchas personas de la carrera judicial, sobre todo los altos mandos, vienen de aquella época ideológica completamente superada, como lo es el franquismo. No han sabido adaptarse, tal y como sería necesario, a los nuevos tiempos y a los cambios sociales. No aceptan ni la diversidad de opiniones, ni la pluralidad, ni en definitiva la figura del juez o del fiscal como ciudadanos que también piensan, opinan y que, además de hacer su función judicial, son capaces de posicionarse. Sin que ello afecte su imparcialidad o independencia.

¿Esta visión conservadora que describe es mayoritaria?

Sí, y las estadísticas lo demuestran. Jueces para la Democracia somos un 10% de la carrera judicial y, en cambio, la asociación conservadora representa el 90% restante. Esto sucede por un sistema de selección propio del siglo XIX, completamente decimonónico. Es decir, se entiende el juez como un funcionario al que se le exige mucha memoria para aprobar unas oposiciones. Cuando hoy en día no es necesaria en absoluto porque está todo digitalizado. Y hay otro elemento: la propia endogamia de la carrera. Seguimos siendo una profesión en la que la gran mayoría tiene el padre, la madre o el tío que ya eran de la carrera judicial. Hay que abrir las ventanas y que entren personas de diferentes procedencias y mentalidades.

Si sabía que Poder Judicial era así, era previsible que lo sancionarían por haber redactado una Constitución Catalana. Hay quien dice que ha sido demasiado ingenuo, otros creen que más bien pretencioso. ¿Dónde se ubica usted?

Entiendo muchas de las cosas que se han dicho sobre mí. Pero la verdad es que me considero una persona bastante humilde. Siempre he criticado mucho aquellos jueces que buscan la repercusión mediática a cualquier precio, como Baltasar Garzón o Elpidio Silva. No me gustaba su manera de hacer. En mi caso, intento hacer algo diferente y muy sencillo: estar en contacto con la ciudadanía. Los jueces debemos estar a disposición de la ciudadanía y los medios son el canal adecuado para hacerlo. ¿Soy ingenuo? Seguro que sí. Ingenuo y optimista. Quizás deberíamos preguntarnos si esto es bueno o malo.

¿E imparcial? ¿Se puede ser un juez imparcial y al mismo tiempo defender la independencia de Catalunya?

Yo creo que sí. Es perfectamente compatible. Como lo es ser juez, imparcial, y defender la unidad de España. Siempre he dicho que los jueces no podemos ser neutros. Neutro es aquella persona que le da lo mismo blanco que negro, que no tiene ideología. Los jueces, como ciudadanos con un cierto nivel cultural, es inevitable que tengamos posicionamientos. Lo que sí tenemos que ser es imparciales e independientes, lo que permite que en las resoluciones judiciales no influyan los pensamientos políticos, morales o sociales. En 26 años de carrera judicial he dictado más de diez mil sentencias. Me gustaría que en buscaran una, sólo una, en la que se vea reflejada mi ideología política. No encontrarán ninguna.

¿Después de la sanción, se arrepiente de algunas de sus manifestaciones en público?

No, claro que no. Insisto en que los jueces no somos bichos raros. Somos personas, y tenemos preferencias y prioridades. No somos un cuerpo extraño de la sociedad. No podemos vivir en una burbuja de cristal. Las propia Ley nos dice la debemos interpretar de acuerdo con la realidad social. Esta es clave: debemos interpretar la Ley y no ejecutarla a ciegas. Si introducimos en un ordenador, con un buen sistema informático, los datos de un caso concreto seguro que saldrá una resolución perfectamente legal. ¿Pero justa? Quizás no. La complejidad humana es muy variada y por eso hay que interpretar siempre la Ley.

¿En su caso se ha interpretado suficiente?

En mi caso ha habido una evidente doble vara de medir. Otros magistrales, y en tribunales mucho más importantes que la Audiencia de Barcelona, como el Tribunal Supremo o el Constitucional, no sólo tienen ideología, básicamente conservadora, sino que además se refleja en sus resoluciones.

También ha recibido el apoyo de compañeros de dentro y fuera de Catalunya...

A pesar de la sensación amarga de derrota, tengo la satisfacción de los cientos de llamadas y muestras de solidaridad. Muchos jueces españoles me han llamado para decirme, escucha Santi, dentro de las legítimas discrepancias, estamos a favor de que las puedas expresar. Así debería ser, siempre que se haga de manera pacífica y democrática, como lo he hecho yo con la creación intelectual y jurídica de una Constitución.

Ha anunciado que recurrirá la sentencia. ¿Hasta dónde tiene pensado llegar?

Estoy esperando que se me notifique formalmente la sanción completa. De momento me han comunidad el fallo. Entienden que he cometido una falta de infidelidad a la Constitución por haber planteado por escrito la hipótesis de que pueda haber otra. Esto lo consideran una falta muy grave y por eso me interponen una suspensión de tres años de inhabilitación. Ahora me ha de llegar la resolución íntegra, donde están los argumentos tanto del voto mayoritario, como el de los nueve vocales que votaron en contra. Cuando se me notifique tendré un plazo de 60 días para interponer un recurso contencioso administrativo en el Tribunal Supremo, que desgraciadamente, tardará dos años en resolverlo. La lentitud es otra las lacras de la Justicia. Pero si es necesario iré hasta el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

¿Y mientras tanto?

Estaré suspendido. Como mucho me quedan una o dos semanas en la Audiencia de Barcelona.

Primero parecía que la suspensión sería indefinida, finalmente serán tres años. ¿Esto hace que su paso por la política tenga fecha de caducidad?

Si me hubieran expulsado me tendría que plantear qué hago con los diez años que me quedan de ejercicio profesional como jurista. Lo que era de vox populi es que tenía determinadas ofertas políticas que estaba considerando seriamente. Ahora bien, como usted dice al ser sólo una suspensión temporal, volveré a la carrera judicial. Esto quiero que quede claro: Bien sea cuando dicte sentencia el Supremo, dentro de unos dos años; bien sea si no estiman el recurso; o bien cuando hayan transcurrido los tres años; volveré al trabajo que amo: ser juez. Y esto es compatible con trabajar de otra cosa estos dos o tres años. Primero, para ganarme la vida, no tengo patrimonio de ningún tipo; y segundo, porque pienso que puedo aportar cosas en la construcción del nuevo país.

¿Qué opciones tiene sobre la mesa?

Ahora mismo cinco. Y no todas vienen del mundo estrictamente político, otras sí. Algunas pasan por ir a las municipales del 24 de mayo, en concreto en Barcelona, y no sólo de un partido. Otras propuestas aluden a las elecciones del 27-S, donde también tengo ofertas para ir en las listas de más de un partido. Y luego hay dos opciones más, de contenido técnico. En este último supuesto seguiría trabajando en el ámbito público de la Justicia, pero fuera de los tribunales. Lo que sí le puedo asegurar es que está descartada cualquier opción que venga del ámbito privado, de despacho o del ámbito bancario.

Vayamos a Barcelona, primero. ¿Sería posible verlo en opciones que asuman el derecho a decidir, pero que no sean estrictamente independentistas? Por ejemplo en Barcelona en Común, la plataforma de Ada Colau…

Por supuesto, tengo muy buenos amigos. Empezando por Ada Colau, pero también con Jaume Asens o Arcadi Oliveres. Son muy buenas amistades y hablamos, como es lógico, de todas estas cuestiones. También he tenido algunos contactos con representantes de ICV e incluso con algún buen amigo del PSC. No son independentistas, pero son partidos que defienden por encima de todo las libertades, incluyendo el derecho a decidir.

De momento, es consciente que todo el mundo lo ubica en ERC...

Sí, he visto que se ha publicado esto. Como Alfred Bosch aún no ha escogido su número 2 por ERC en Barcelona... Supongo que los medios hacen sus cálculos. Pero insisto, no tengo ninguna decisión tomada. Está todo abierto y sólo quiero expresar gratitud a todos los partidos políticos, entidades y a la administración pública que me han pedido que considere sus propuestas.

De quien parece que está más lejos es de CiU. El último en hablar de usted ha sido el líder de Unió, Josep Antoni Duran Lleida... Dice que, en un país serio, una Constitución deben redactar los parlamentos electos.

Nosotros sólo hemos hecho un borrador que ponemos a disposición de los parlamentarios. Un ejercicio de participación ciudadana. El señor Duran y yo no hemos tenido nunca una relación excesivamente cordial. Quizás porque en su día fui uno de los jueces que dictó sentencias en el Caso Turismo, Caso Trabajo o el Caso Pallerols. Es decir, de la presunta financiación irregular de su partido. Puedo entender que a nivel subjetivo no me tenga excesivo afecto. Respeto su opinión, pero no la comparto.

¿Descarta ir a la lista del Presidente Mas?

Le insisto en que he tenido conversaciones con todos los partidos políticos, menos PP y C 's, por razones obvias. Con el resto he tenido contactos con algunos más que otros, pero por supuesto que he hablado con la cúpula de CDC y altos cargos de la Generalitat. Conversaciones que no significan nada más que un intercambio de opiniones.

Cuando lo decidirá definitivamente?

Dentro de dos semanas, entre el 16 y el 23 de marzo. A lo sumo a finales de marzo.

¿Cómo se imagina la futura relación de Catalunña con el Estado?

Ojalá con España nos pase lo mismo que le pasó a Escocia con el Reino Unido, o al Quebec con Canadá. Que encontramos fórmulas de entendimiento que nos permitan satisfacer las expectativas de todos. Esto abre un amplio abanico: un estado independiente, pero también un estado libre asociado, dos estados federados, una confederación de estados... Hay muchas vertientes en el ámbito internacional que permiten que Catalunya y España encuentren su encaje. Lo que veo imposible, hoy por hoy, es encontrar ese encaje de Catalunya dentro de España. A no ser que se produzca un cambio en España, lo que deseo sinceramente.

Sectores del independentismo se desentienden de lo que pueda pasar en España. Usted dice que desea un cambio.

En todas mis conferencias procuro decir siempre que nuestros adversarios –no me gusta hablar de enemigos– no son los ciudadanos españoles. Son las élites que dominan el aparato del Estado, las elites mesetarias, básicamente porque están radicadas en la capital. Pero debemos tener claro que los ciudadanos españoles son iguales que nosotros y sufren los mismos recortes de derechos sociales. Por eso digo que deseo un cambio y que en las elecciones estatales de noviembre de 2015 se produzca una subida significativa de los partidos alternativos al bipartidismo. Para mí, sería fantástico vivir en una Catalunya libre asociada con la España de Podemos, por ejemplo. Dos estados libres que podrían encontrar muchas fórmulas de colaboración comunes. Sería genial.

El proyecto de nueva constitución aborda aspectos sobre una hipotética Catalunya independiente, como la lengua. ¿El castellano debería ser oficial?

Ha sido uno de los puntos más difíciles para los 13 jueces que hemos trabajado en el redactado, nos llevó muchas horas ese artículo. Pienso que el castellano deberíamos tratarlo con el máximo respeto. En mi caso, siento un amor enorme por el catalán, pero dada la pluralidad de la sociedad catalana, con muchos familiares que nacieron fuera de Catalunya, me inclino por la cooficialidad. La propuesta que hacemos es: El catalán debería ser el único idioma oficial, y de uso preferente en las administraciones públicas; pero el castellano segundo idioma oficial, en régimen de cooficialidad, de uso libre y protegido para todos los ciudadanos.

También postulan una Catalunya sin Ejército...

Así como en la lengua sabíamos que habría debate, debo confesar que estoy sorprendido con el capítulo del Ejército. Pensaba que el 90% de los ciudadanos que entraran en la web, por goleada, no querrían Ejército. ¡No nos podemos gastar diez mil millones de euros en un Ejército! Me he quedado de piedra.

Quizás la gente cree que se debe proteger...

¿Pero protegernos de quién?

Hombre, supongo que se referirán a los mismos que le han suspendido...

¿Del Estado español? ¡No hombre, no! Con España tenemos que tener muy buenas relaciones: de amistad y de vecindad. No podemos pelearnos. ¡Si somos muchos menos! Perderíamos seguro, la historia nos lo recuerda.

Usted ha afirmado que en una Catalunya independiente no habría tanta corrupción. Puede parecer una afirmación un tanto gratuita viendo los precedentes.

Lo del oasis catalán es una patraña. Aquí han puesto la mano donde no tocaba tanto como en España. Lo que quiero decir es que en un Estado pequeño como sería Catalunya todo sería más controlable. Somos unos siete millones y medio de habitantes, similar en términos de población y de riqueza a países nórdicos como Dinamarca, Noruega o Suecia. La eficacia en estos países de los mecanismos de control son muy elevados. Y, al mismo tiempo, nuestros representantes se pensarían dos veces poner la mano en la caja, a veces por enriquecimiento personal, y otros para desviarlo a sus paridos. Una de las causas que más ha provocado la situación actual es la sensación de impunidad. Uno ya no se plantea si hace bien o mal, sino que ve que las posibilidades de que la pillen son remotas.

En una entrevista, el ex fiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya, José María Mena, afirma que la condición humana hace que los que tienen acceso al poder terminen abusando...

Tiene toda la razón. Y aprovecho para decir que hay dos personas que para mí han sido un referente. Carlos Jiménez Villarejo y José María Mena. Y no son independentistas. Son dos fiscales que antepusieron su búsqueda de la verdad, y por tanto de desmantelar las redes clientelares y de corrupción de la administración pública, a sus intereses personales. Y ambos fueron sancionados en su día. Pero volviendo a la pregunta, en unanovaconstitucio.cat, como partimos de la afirmación de que el acceso al poder abre la puerta a conductas irregulares, proponemos la limitación de mandatos. Y de todos los cargos electos, no sólo del Parlamento. Estoy convencido de que cuando la gente entra en política lo hace con honestidad. Pero la dinámica que se crea, hoy por ti mañana por mí, acaba generando unas corruptelas que a la larga se convierten en corrupción.

Cita dos nombres, Villarejo y Mena, que persiguieron el Caso Banca Catalana en la época en la que enmendar el pujolismo era ir en contra de Catalunya. ¿Se esperaba lo que ha acabado pasando?pujolismo

Nunca he sido militante de Convergencia, ni pujolista, pero siempre había sentido un gran respeto hacia el Presidente Pujol. Es más, todavía lo siento, aunque reconozco que las últimas informaciones demuestran que aquellos valores éticos que siempre había defendido no los aplicaba a su propia familia. No sé cómo acabará la investigación judicial y la comisión parlamentaria, pero mi impresión personal es que Pujol ha pecado por mirar demasiado hacia otro lugar. Desgraciadamente su esposa y algunos de sus hijos no han estado a la altura. El entorno familiar del presidente del país debería comportarse con ejemplaridad.

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