Como cada mañana, Antonio se levanta pronto, corre la cortina y mira por la ventana. Espera ver el paisaje de cada fin de semana: su rambla, la de Prim, lugar de paseo de familias y personas mayores en el barrio, El Besòs (Barcelona). Pero esta mañana hay algo más que carritos y andadores en el paseo: catorce furgonetas de la Policía Nacional descansan en uno de los costados de la vía. Él jamás había votado independentista pero indignado se viste y baja a su colegio electoral. Vota 'sí'.
Los resultados definitivos del referéndum del 1-O arrojan que como Antonio hubo miles, incluso ataviados con la bandera española durante la votación. ¿Por qué? Todos los consultados coinciden: la operación del Estado contra el referéndum ha hecho escalar el conflicto. “No soy independentista, nunca lo he sido, pero esto va de derechos”, dice Antonio.
Peón de fábrica de profesión, Antonio –hijo de migrantes valencianos y bien entrado en la cincuentena– en el pasado incluso se había inclinado por el Partido Popular, y en las últimas elecciones barajó votar a Ciutadans. Finalmente declinó la idea, pero sus vecinos no: el pasado 27 de setiembre de 2015, Ciutadans se alzó con la victoria en las elecciones plebiscitarias planteadas por Artur Mas en el eje Besòs.
Si bien los furgones ante su casa le habían dado el empujón definitivo para votar, para él, como para muchos ciudadanos catalanes, algo cambió la jornada del 20 de setiembre, día de la operación del Gobierno central que comportó detenciones de altos cargos de la Generalitat y –en consecuencia– tres días de protestas masivas.
“Vi los furgones de la policía en casa, y luego la violencia... Yo había votado al PP antes... Pero esas imágenes tan bestias, había que defender los colegios y, a ser posible, echar a Rajoy después”, sostiene. Durante el 1-O, Antonio bajó hasta tres veces a su colegio electoral para llevar comida. El CEE Concha Espina estuvo protegido por un centenar de personas a lo largo del día, la concentración más grande que ha vivido el barrio desde las protestas en pro de mejores equipamientos a principios de los años noventa, bautizadas como 'Intifada del Besòs'.
El caso de Antonio no es único. El pasado 1 de octubre, la fecha elegida por el Govern de la Generaltitat para realizar el referéndum de independencia, hasta 86.746 personas más que en las elecciones plebiscitarias del 27-S se decantaron por el 'sí'. La mayoría lo hicieron –como cuenta Antonio– contra la pérdida del autogobierno catalán, contra el operativo policial del ejecutivo central o contra el Gobierno de Rajoy. O contra las tres. De éstas personas, muchas dieron el 'sí' en lugares hasta ahora sagrados para el federalismo: el cinturón rojo. El antiguo feudo del PSC, y ahora gobernado por Ciutadans tras las plebiscitarias.
En la periferia de Barcelona, los datos apoyan la tesis de las nuevas adhesiones al 'sí' a la independencia. En ciudades como Sant Adrià de Besòs, Santa Coloma o Rubí, el 'sí' subió el pasado domingo alrededor de dos puntos respecto a las últimas elecciones. En Badalona, hasta cinco. En L'Hospitalet lo hizo en uno.
De Sant Adrià es María, que como Antonio decantó su participación por la actuación policial, por las cargas –expone– “desproporcionadas”. A la joven de la localidad vecina de Barcelona, la violencia policial le llegó de forma telemática, por mensaje, en forma de vídeos caseros que han dado la vuelta al mundo. Aunque dudó sobre si salir de casa por miedo a la actuación de la policía, finalmente lo hizo. Y por el 'sí'.
La historia se repite con David, de L'Hospitalet de Llobregat, que las primeras horas del día las pasó pegado a las redes sociales. David votó en las últimas elecciones generales a Unidos Podemos y en Catalunya a la coalición Catalunya Sí que es Pot.
La brutalidad de las imágenes de los colegios del Eixample, donde la policía actuó primero, llevaron a este camarero a bajar a la calle. En un principio no iba a votar, después iba a hacerlo por el 'no'. Finalmente decidió hacerlo por el 'sí' de forma –cita– “impulsiva”. “Acostumbro a decantarme camino al colegio, siempre. Y esta vez la represión policial me hizo decantar por el 'sí'”.