Es la primera vez que agentes de la Policía Nacional que operan en el Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Barcelona han respondido ante un juez por una falta de agresiones. Esto ocurría este martes, en la sala 124 de la Ciutat de la Justícia de Barcelona, después de que un joven interno denunciara el pasado 6 de febrero a tres agentes que custodian el centro por haberle agredido cuando salía del comedor.
El joven, de tan solo 19 años, denunció haber recibido golpes e insultos racistas por parte de los agentes que custodian el CIE barcelonés el pasado 5 de febrero. Según su relato, estaba terminando de comer cuando ya todos los internos habían salido del comedor. Pidió a los agentes que le dejaran permanecer más tiempo en la sala, pero le respondieron con insultos que saliera. Fue cuando le acompañaban a la salida cuando, según el joven y la defensa, uno de los policías le golpeó por detrás. Acto seguido, le redujeron en el suelo con la ayuda de otros dos o tres agentes mientras él trataba de zafarse. Luego le trasladaron a la celda de aislamiento.
Ante esta versión, los tres agentes acusados -que a su vez han denunciado al joven por haberles agredido a ellos-, han manifestado delante del juez que en ningún caso golpearon ni provocaron a la supuesta víctima. Según los policías, fue el joven quien les insultó y quien se resistió físicamente a salir del comedor mientras le acompañaban afuera, tras lo cual se vieron obligados a reducirle, según han explicado.
La grabación, en manos del juez
Un hecho diferencial en este caso es que se dispone de la grabación de lo sucedido, unas imágenes que han podido visualizar todas las partes este martes. Según la defensa, se aprecian de manera “evidente” una patada y un empujón previos a la reducción del joven que son “totalmente innecesarios”. Luego se vería como le inmovilizan, y aquí se apreciarían los golpes, según el abogado, frente a la resistencia activa del inmovilizado.
Ante esta situación, los miembros de la plataforma Tanquem els CIE (cerremos los CIE) y los abogados de la defensa celebran que “gracias a la celeridad de la acusación y a la actuación del juzgado se ha podido obtener la grabación de los hechos”, que demostrarían las agresiones al joven. En ocasiones anteriores, como la muerte del ciudadano armenio o las supuestas agresiones de fin de año, no se han facilitado las cintas.
La plataforma también lamenta que a todo ello hay que tener en cuenta que el denunciante tiene “dificultades manifiestas de aprendizaje avaladas por un informe médico añadido a la causa”. Algo que, según Tanquem els CIE “convierte a esta persona en especialmente vulnerable”.
El estado de salud mental de la presunta víctima era además conocido por los policias, tal y como ha asegurado uno de los internos que se ha personado como testigo, al que un agente le dijo que se hiciera cargo del joven precisamente por esta cuestión. “Sabiendo esto, deberían haberle proporcionado una atención específica”, ha apuntado el abogado defensor.
Invierno tenso: la muerte de Alik y las agresiones
Varios acontecimientos en los últimos meses han alterado -más de lo habitual- las ya de por sí duras condiciones de vida en el CIE de la Zona Franca de Barcelona. Lo que más encendió los ánimos, tanto dentro del centro como fuera -entre los colectivos que denuncian su existencia- fue la muerte de Alik, un ciudadano armenio que se suicidó en condiciones poco claras -el juez deberá esclarecer si hubo agresiones previas- el pasado 3 de diciembre.
Este trágico suceso desembocó en huelgas de hambre en el centro, donde aumentó la tensión ostensiblemente. Hasta que en fin de año varios internos denunciaron haber sido agredidos por la Policía Nacional -incluso por agentes antidisturbios de este cuerpo- mientras estaban en las duchas.
Estos hechos, denunciados por Tanquem els CIE y por las presuntas víctimas, dieron lugar a la única noticia favorable a los intereses de los internos que se ha conocido estos meses. El juez, a la espera de depurar responsabilidades por las agresiones, anunció algunas medidas contundentes: permitir el contacto físico en las visitas, ampliar su horario, regular la temperatura de las duchas y poner aseos en las celdas.