Después de tantos años de oír hablar de ellos, el desfile de los siete hermanos Pujol Ferrusola por el Parlament nos ha permitido poner voz y actualizar la foto (de algunos sólo teníamos la de la primera comunión) a los seis que formalmente no se han dedicado nunca a la cosa pública. Pero sobre todo nos ha permitido dotarles de cierta personalidad. Hasta ahora conocíamos la manera de ser y hacer de Oriol, y punto. Ahora, los espectadores del Canal Parlament ya podemos poner los adjetivos que pensemos que mejor procedan al resto. Por ejemplo, un servidor diría que Jordi va de macho alfa por la vida, que Pere prefiere el papel de corderito, que Marta y Mireia son más discretas, y que Oleguer es un curioso tiburón de las finanzas con aspecto de eremita, si bien pareció el más sincero de todos y quien dio las explicaciones más convincentes. En cuanto a Josep, el tercero de la saga y último en comparecer, está bastante claro: es el cachondo fanfarrón del grupo, el alma de las fiestas familiares.
En la familia hay dos asalariadas (de Mireia es una mera suposición, en realidad no sabemos a qué se dedica, pero en todo caso no tiene negocios) y cuatro businessmen, ya que incluso los teóricos asalariados han sido emprendedores y han hecho mucha pasta a pesar de que su madre dijera aquello de que van con una mano delante y otra detrás. Y parece que el quinto, el que iba para veterinario y terminó de político, también salió un poco negociante, pero eso en todo caso lo tendrá que determinar la justicia. Queda claro, eso sí, que en la familia no hay ningún abogado, ningún médico, ningún profesor, ningún funcionario, ni tampoco ningún carpintero, ningún mecánico, ningún artista, ningún cooperante o (en una familia tan tradicional y cristiana) ningún cura. Dada la vocación unívoca de esta familia por la consultoría de negocios podrían unir fuerzas y neuronas y poner un despacho todos juntos: Hermanos Pujol Ferrusola Corp., consultancy, offshore economic dynamizers, insider lobbying & trading.
De los siete, sin embargo, sólo uno se ha presentado ante la plebe como un gran triunfador: Josep Pujol Ferrusola, el hombre que ya era “un tío bastante rico” a los 31 años, porque ganaba más que su padre omnipotente, y que lo sigue siendo ahora, a los 52, según explica, gracias a esos millones (¿nueve? No lo confirmó) que ingresó con la venta de Europraxis a Indra en 2001 y de las inversiones patrimoniales que ha hecho con ellos. Desde el autoexilio de Miami, Josep presumió de ir sobrado de dinero, se vanaglorió de su Master en International Management por Esade y de su MBA por la Stern Business School, se le intuyeron las ganas de preguntar cuántos de los presentes podían decir lo mismo, y les perdonó la vida a los diputados con su cuento para párvulos sobre el funcionamiento de una consultoría o el abuso de anglo-tecnicismos como benchmarking, utilities, recluting, leveraged buyouts o investment banking. Viéndole en acción, uno se imagina que aquel extemporáneo “eres bueno, eres muy bueno”, con voz de Robert de Niro, que le espetó a Isabel Vallet (CUP) posiblemente Josep Pujol se lo repita cada mañana cuando se mira en el espejo.
Ahora bien, con su privilegiado ingenio de gran consultor, el tercer Pujol Ferrusola y único no imputado (por el momento) maquilló la realidad tanto o más que el primero. Por poner un ejemplo simplón, afirmó que su marcha a Miami no tenía nada que ver con el estallido del caso Pujol, sino que obedecía a una estrategia de expansión muy meditada por Indra Business Consulting (que es el actual nombre de Europraxis), y curiosamente, medio año después de aquella mudanza, en una empresa tan llena de genios todavía no ha habido tiempo de poner en la web que se ha abierto una nueva delegación en Miami. Será difícil penetrar en el mercado estadounidense si la delegación de Miami ni siquiera figura en la web corporativa.
Josep Pujol sólo estuvo a punto de perder los papeles cuando Marc Vidal (ICV) insinuó que Indra había pagado un precio excesivo por Europraxis. Aquí se picó. Y contraatacó preguntando con insistente impertinencia al diputado si conocía la facturación y el ebitda de Europraxis antes de la compra. Ni lo conocía Vidal (lógico) ni Pujol Ferrusola lo quiso decir (no tan lógico). Si tan elevado era, y con lo que le gusta fardar al muchacho, ¿por qué no lo dice? Quizá porque, para no faltar a la verdad, Josep Pujol debería haber aclarado que Europraxis se había partido en dos meses antes de la compra de Indra, y que por tanto los ebitda de que podía presumir eran anteriores a que los socios se pelearan entre ellos. Esto ocurrió a principios del 2000, cuando se llamaba Europraxis Group. En el reparto, unos socios se quedaron el nombre, modificándolo sólo un poco (Europraxis Consulting) y otros cambiaron de nombre (pasaron a llamarse, y aún se llaman, Globalpraxis) pero conservaron la sede social (unas oficinas en las torres Trade de Barcelona). Josep Pujol estaba en el primer grupo, que es el que al año siguiente se integró en Indra por un precio de 44 millones de euros.
Remarcable también la pirueta cuando le tocaron el tema de Tourism & Leisure y los estudios realizados por esta firma para el Consorcio de Turismo de Cataluña (que dependía del departamento del que su hermano Oriol Pujol era secretario general). En este caso dijo lo de siempre (que no tenía nada que ver con él, como casi nada de las cosas concretas que le preguntaron, estilo Alpi o Lear), pero hay que volver a su exposición inicial para darse cuenta de que se esperaba la pregunta y se la había preparado.
Esto dijo nada más empezar su comparecencia: “En 1999 incorporamos a Europraxis la práctica de turismo y ocio. Lo menciono porque, seguramente, son preguntas que ustedes querrán hacer. La filial que se incorporó llamado T&L -Tourism & Leisure- y venía de un profesional que venía de una empresa muy prestigiosa del sector que se llama THR, que continúa siendo un líder absoluto y una gran empresa, y él se quiso ir de esta empresa y montó ésta con nosotros. Esto era una empresa separada, llamada T&L, que gestionaba un profesional y de la que nosotros... o sea, Europraxis, tenía el 70 por ciento”.
Mientras ponía el énfasis en el liderazgo absoluto de THR obviaba que T&L era entonces una firma prácticamente unipersonal, de Jordi Ferrer Graupera, hermano del ex vicepresidente del Barça Jaume Ferrer Graupera, compañero de pupitre de Josep Pujol Ferrusola. Los primeros encargos de T&L los obtuvo, pues, de la Generalitat. Tres estudios titulados “Manual Técnico de destinos deportivos en Cataluña”; “Análisis y evaluación del Plan de Negocio de Girona Turística” y “Evaluación del Plan Económico del Portal Turístico y central de reservas Eoland.com”. Y si no obtuvo más fue porque CCOO lo aireó (desde aquí, un recuerdo para Quim Dodero), al igual que aireó las irregularidades que dieron pie al llamado caso Turismo. El estudio de Eoland, además, fue clave para que sus promotores consiguieran una subvención de 120.000 euros de la Generalitat y un préstamo de 1,5 millones del ICF que no se devolvió nunca porque el portal hizo aguas. Y encima uno de los ex directores de Turisme de Catalunya fue a trabajar a este grupo privado que había promovido el fracasado y bien untado portal, uno más de los habituales casos de puertas giratorias que se registraban entonces (y ahora).
(Un paréntesis sobre T&L: quien tenga ganas, que eche un vistazo a sus memorias y verá la cantidad de trabajos que realizó la firma para el Barça mientras su vicepresidente fue Jaume Ferrer Graupera, hoy integrado en la estructura directiva de T&L. Para flipar).
Para un sector de la opinión publicada, pues, los hermanos Pujol Ferrusola han pasado la prueba del Parlament con nota. No sé qué esperaban, ¿que se hundieran anímicamente y se pusieran a llorar? ¿Que confesaran que se han aprovechado de sus apellidos para enriquecerse y que el tema de la herencia (perdón, de la deixa) es un camelo? Cierto que los hijos del administrador general se han defendido con gracia y naturalidad, y que han aclarado algunos falsos mitos que corrían sobre ellos, pero en general se ha constatado que su amor por la buena vida era proporcional al sentimiento que ahora tienen de falta de gratitud de los administrados, y que la impúdica relación entre dinero público y negocios privados de los 23 años de pujolismo no era un mito. Era un tabú.
Los que entonces nos interesábamos por estas minucias, más que aprender cosas nuevas, hemos refrescado lo que habíamos sabido, con el impagable aliciente de volver a ver la película comentada por sus protagonistas. Obviamente, sólo se ha hablado y preguntado sobre cosas que en algún momento fueron noticia, normalmente de pequeño formato y circulación cortocircuitada, o sea que todo lo que entonces no se sabía hoy sigue oculto. Quizás la acción judicial pueda desenterrar algo, la parlamentaria lo tiene mucho más difícil.