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Ni siquiera el derribo de casas permite ver el fin de las inundaciones en Salou: “Se han hecho demasiadas chapuzas”

Dolors Benítez y su marido tuvieron que abandonar su casa en 2021. Fue derribada como parte del plan contra las inundaciones en el barrio de la Salut, en Salou, históricamente castigado por las riadas. Donde ayer se levantaba su chalé de alquiler, hoy se acaba de estrenar un nuevo paseo que cubre la canalización del temido barranco de Barenys. Pero pocos parecen satisfechos aún: a finales de septiembre un aguacero volvió a provocar la entrada de agua en algunas fincas. 

Desde su nuevo apartamento, una planta baja justo en la calle recién pavimentada de la Rambla de Barenys, Dolors vio como el agua anegaba la entrada de su inmueble. “¿Cómo es posible?”, se lamentaba este miércoles, mientras señalaba la marca del agua aún visible en sus escaleras. El pasado lunes, con el anuncio de la gota fría que descargó con fuerza en la vecina Tarragona –no tanto en Salou–, apenas durmió. “La verdad, estaba aterrada”, dice. 

Existen discrepancias sobre qué causó esas últimas inundaciones. Con las obras de encauzamiento del barranco sin terminar aguas arriba, el Ayuntamiento de Salou considera que fueron las actuaciones en marcha de la Agència Catalana del Agua (ACA) las que provocaron el desborde que anegó el Estadio Municipal de fútbol, que linda con el cauce de la riera. Además, defienden que solo se inundaron puntualmente algunos párkings, nada que ver con lo que ocurría antes. Pero la ACA, que depende de la Generalitat, cree que la capacidad de drenaje del agua de lluvia en la urbanización sigue siendo insuficiente, al margen de si se consigue acabar con las riadas.

En cuanto al nuevo paseo, se inaugura este sábado. El acto estaba previsto para la semana pasada, pero se aplazó por la DANA en València. “Donde antes había edificaciones, ahora hay un espacio público abierto y amplio”, celebran fuentes del consistorio.

La historia de la Salut de Salou, con sus más de 2.000 pisos y apartamentos de veraneo, es la de un barrio que se ha inundado en incontables ocasiones. Levantado sobre unas antiguas marismas en los años 60, está encajonado entre la playa y la desembocadura del barranco de Barenys, que suele estar seco. Cuando llueve, el agua baja por su cauce y choca contra la urbanización, que además está por debajo del nivel del mar, con lo que sus calles se convierten en ríos. 

Solo en las últimas dos décadas se han registrado riadas en 2004, 2006, 2008, 2011, 2012, 2015, 2019… “Algunas veces el agua llega al metro y medio de altura, y es habitual ver cómo se lleva los coches y entra en los comercios”, señala Rafael Querol, presidente de la Asociación de Vecinos, que se creó en 1999 con el objetivo de buscar una solución a las inundaciones. 

Un encauzamiento que nunca acaba

La batalla para acabar con las riadas de Barenys es casi tan antigua como el propio barrio de la Salut. Y ha discurrido en paralelo a edificación de nuevas viviendas en zona inundable con el visto bueno de los gobiernos municipales (primero el de Vila-seca y desde 1991, tras su independencia, el de Salou) y de la Generalitat.

El plan urbanístico para encauzar el barranco ha sufrido varias paralizaciones, modificaciones y reveses judiciales a lo largo de décadas, pero finalmente se iniciaron las obras en 2022. Por el camino el Ayuntamiento quiso levantar un complejo hotelero sobre los terrenos aledaños al torrente, el Sector 03, pero el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) lo tumbó con una sentencia en 2015. 

Lo más llamativo de las obras que comenzaron en 2022 es que requirieron la expropiación y derribo de 29 viviendas. No es la primera vez que se tiene que deconstruir en España para evitar riadas, se ha llegado a trasladar pueblos enteros, en València o en el Pirineo catalán, debido a inundaciones. En el caso de Salou, fue algo más sencillo: eliminar una línea de edificios para ensanchar la calle y colocar por debajo cuatro cajones de hormigón que puedan canalizar hacia el mar todo el agua del barranco. 

En total, la actuación asciende a 17 millones de euros, que ha asumido la Agencia Catalana del Agua (ACA), aunque los trabajos sean cosa de la empresa pública Infraestructures.cat. Tras finalizar el primer tramo de obra, el de la zona urbanizada, ahora falta el que sube aguas arriba hacia la Via Cavet. Una modificación del cauce natural que empalmará con las nuevas canalizaciones y que, según lo previsto ahora, debe ser capaz de tragar 273 m3/s de agua, lo que correspondería a un período de retorno de 500 años, tal como requirió la sentencia del TSJC.

El problema es que cuando comenzaron las obras, el caudal máximo que iba a asumir era inferior. Así que la ACA tuvo que paralizarlas sine die, a la espera de modificar el planeamiento urbanístico municipal y de costear nuevas expropiaciones de terrenos. “A la hora de ejecutar un proyecto, se tienen conocimientos más detallados de las condiciones físicas reales del terreno”, se excusan desde el organismo. 

De este modo, los vecinos no saben cuándo tendrán definitivamente canalizado el torrente. “La sensación es que se han hecho demasiadas chapuzas, ni siquiera cuando esto esté acabado nos quedaremos tranquilos”, admite Márquez, consciente de que la tragedia de València afectó mortalmente a zonas inundables que eran consideradas de riesgo bajo

Quejas por más edificaciones en el barrio

Durante un breve paseo por el barrio, se observa como la mayoría de plantas bajas tienen marcas de agua, el fango seco se acumula por los laterales de las calles y el asfalto está degradado por doquier. Joan Miquel Vila, propietario de las fincas Apolo, ha tenido que achicar agua de su local más de una vez y el temporal de septiembre le anegó el coche. “1.400 euros de reparación, suerte que lo cubre el seguro”, afirma. 

Lo que inquieta a algunos vecinos es que el consistorio, al mismo tiempo que espera la pronta canalización del barranco para acabar con las riadas, no ceja en su empeño para seguir edificando en la zona.

La nueva oportunidad llega de la mano de la antigua vía del tren que atravesaba la localidad, y que debe convertirse en los próximos años en el llamado Eje Cívico por el que discurra un tranvía. Pero no solo: el Ayuntamiento quiere aprovechar y construir vivienda de protección oficial en un perímetro que actualmente es de inundación frecuente. El plan está todavía por definir. El Ayuntamiento, liderado por el alcalde Pere Granados (de una candidatura municipalista históricamente vinculada a CiU y Junts, pero que ahora va con el PSC), no ha atendido a las preguntas de este diario. 

Según un informe de Protección Civil, parte de ese sector está afectado como zona de flujo preferente del barranco, es decir, el perímetro donde el agua puede bajar con mayor altura y velocidad. Pero el consistorio y la ACA defiende que el mapa cambiará cuando la canalización del barranco sea una realidad. “Una vez acabadas las obras de correción hidráulica del barranco, el ámbito urbano dejará de estar afectado por sus avenidas; el Eje Cívico también quedará libre de afectaciones por inundabilidad fluvial”, observan fuentes del organismo catalán de gestión del agua.

Sin embargo, no son pocos los que en la Salut siguen sin fiarse. Algunas pancartas ya se oponen al proyecto. “Parece como si no hubiéramos aprendido nada”, sentencia Querol.