Discurso íntegro de Josep Carles Rius
Muy honorable presidenta del Parlament de Catalunya Diputadas y diputados Representantes de las instituciones. En primer lugar, quiero agradecer al Institut de Drets Humans de Catalunya esta distinción. La verdad es que nos ha hecho mucha ilusión. Porque hemos sentido que quizás estamos un poco más cerca de alcanzar la utopía que perseguíamos cuando constituimos la Fundació Periodisme Plural. Y también nos hace una especial ilusión que nuestra mención coincida con el premio Solidaridad 2016 al movimiento de los Yayoflautas. Pienso que tanto vosotros como nosotros venimos del mismo convencimiento. De que había que hacer algo para defender las conquistas sociales, que tanto han costado conseguir y que la crisis ha puesto en peligro. Nacimos al mismo tiempo, en el peor momento de la gran depresión. Los Yayaoflautas con sus movilizaciones. Y nosotros con la construcción de un espacio de periodismo independiente, crítico y libre, y con vocación de servicio a la sociedad. Con la voluntad de crear herramientas útiles para las comunidades que están en primera línea en la defensa de los derechos esenciales, de la educación, de la salud, del trabajo, de la vivienda, de la igualdad de enero, de la acogida a los inmigrantes y refugiados... Los derechos humanos, en definitiva, que son los mismos motivos que llevaron a los Yayoflautas a las movilizaciones. Por lo tanto nos sentimos en el mismo barco y estamos contentos de encontrarnos hoy, aquí, en el Parlament de Catalunya, a su lado. Enhorabuena y gracias por todo lo que habéis hecho.
La sociedad implicada y comprometida es más necesaria que nunca. Y el periodismo también. Un periodismo con vocación de servicio público, que aporte pensamiento crítico y veracidad en un océano de información en el que, junto a las noticias viajan a menudo los prejuicios, las manipulaciones e, incluso, las mentiras. El periodismo honesto y responsable es más necesario que nunca. Lo necesitamos en Estados Unidos para hacer frente a las actitudes fascistas de Trump. En Gran Bretaña porque el Brexit no derive en xenofobia. En Francia, en Holanda, en Austria, en Polonia... Para defender los valores de Europa frente a la tentación del egoísmo de la extrema derecha. Lo necesitamos en todos los países donde el periodismo representa la lucha por la libertad y los periodistas se juegan la vida. Y lo necesitamos en nuestro país para lograr una democracia de calidad y, también, una sociedad más justa. Necesitamos un periodismo que esté al servicio de los ciudadanos y no de los poderes. Que busque la veracidad y no la propaganda. Que dé más datos y menos emociones, para que los ciudadanos tengan el máximo de información rigurosa a la hora de tomar sus decisiones. Que dé voz a quien no la tiene. Que haga visibles las personas y los hechos que los poderosos querrían invisibles. Hay muchos periodistas que lo intentan en los medios convencionales. A menudo a contracorriente de lo que marcan sus propias direcciones. O como freelances, desde la más absoluta precariedad. O, como es nuestro caso, desde nuevos medios independientes. Estas tres actitudes están muy bien representadas en los reconocimientos que ha hecho hasta ahora el Institut de Drets Humans de Catalunya. Nos sentimos identificados con todos ellos y para nosotros es un honor formar parte de esta lista. Tengo la convicción de que esta lista, y nuestra propia experiencia, demuestran que el periodismo tiene un gran futuro. Que hay inmensas posibilidades. Contamos con dos grandes aliados. Las nuevas tecnologías, que nos permiten, con recursos modestos, competir. Y una parte de la sociedad que ha decidido participar en la comunicación, porque sabe que un periodismo independiente y libre es crucial para la democracia. La democracia necesita un periodismo libre y, también, una ciudadanía activa, movilizada. Con las ideas claras. Con la convicción de que ambos, periodistas y ciudadanos, nos necesitamos. Pero que cada uno debe desempeñar su papel. El periodista ha de velar por la calidad democrática con una información veraz, rigurosa, independiente, crítica, que cumpla su papel de contrapoder. Y el ciudadano exigir a las instituciones, y también a la propia prensa, el cumplimiento de sus deberes éticos. Porque ahí está la clave de la crisis de la prensa y de las instituciones. La prensa dejó de tener a los lectores como única prioridad. Eran sólo el instrumento para conseguir otros objetivos. Y los partidos que controlaban las instituciones dejaron de pensar en los ciudadanos y sólo vieron electores que les permitieran quedarse en el poder. Por eso la reconstrucción del periodismo, y de las instituciones, pasa por volver a los orígenes, a la ética. En cumplimiento de las funciones que una sociedad democrática espera, y exige, de los medios de comunicación y de las instituciones. Y, hay que recordarlo hoy y aquí: que el marco ético del periodismo, de las instituciones y de toda la sociedad debe ser los derechos humanos, recogidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Internet ha creado la sensación de que ya no se necesitan intermediarios entre la realidad y los ciudadanos. Que los ciudadanos pueden conocer, y explicar, directamente los hechos. Sin la intervención de los periodistas. Un sueño pretendido, en primer lugar, por todos los poderes, que preferirían comunicarse directamente con sus electores o clientes. Pero sucede todo lo contrario: cuanta más información hay, más necesaria es la función mediadora del periodista. La función de verificar. La función de interpretar y analizar este caudal inmenso de información para darle un sentido, que sirva para conocer y comprender la realidad. Para encontrar los 'por qué'. Y, sobre todo, para descubrir, entre los océanos de la información, aquellos hechos que no emergen, que siguen ocultos, que los poderosos no quieren que se sepan. El periodismo, eso sí, debe cumplir esta demanda ética desde la humildad. Porque hemos perdido el monopolio de la jerarquía. Porque ahora quien decide el orden de importancia de los hechos es el ciudadano, a partir de la decisión de compartir, o no, las informaciones cuando participa en la 'gran conversación' en la red. Por eso el mayor reto del periodismo pasa por crear islas de credibilidad que permitan ganarse un lugar en el círculo de confianza de los ciudadanos. Estas islas de credibilidad y cohesión social son los medios de comunicación que hacen su trabajo con honestidad y los periodistas que logran hacer sentir su voz. La clave está en crear medios que construyan su credibilidad a partir de la suma de periodistas que aporten trayectorias y vocaciones de independencia profesional. Y como esta es una distinción colectiva, permitanme citar a las personas que han hecho posible el proyecto. En primer lugar, a los periodistas que a la hora de crear la Fundació aportaron su credibilidad: Como la añorada Margarita Rivière, José Martí Gómez, Juanjo Caballero, José Ramón González Cabezas, Andreu Missé, Siscu Baiges, David Dusster, Jordi Mumbrú, Dani Cordero, Pere Ortín, Rut Vilar, Noelia Román, Xavier Febrés, Carmen Secanella, Lidia Penelo, Edu Bayer, Cristina Palomar, Jordi Subirana, Rudolf Ortega, Cristina Carbonell, Lali Sandiumenge y muchos otros. Y personas que desde fuera del periodismo también se han implicado, como Xavier Atance, Marina Subirats, Juan León, Emili Ferrer, Jaume Vilarrasa, Juanjo Guillén, Jordi Borja, Gemma Sendra, Joan Subirats, Iván de la Nuez o Andreu Mayayo, entre otros muchos, Y lo más importante, poder contar con una redacción que hace posible la odisea que es editar cinco diarios digitales: Catalunya Plural, el Diari de l’Educació, el Diari de la Sanitat, el Diari del Treball y, desde hace tres meses, el Diario de la Educación. Y todo esto hubiera sido imposible sin el esfuerzo de periodistas como Joao França, Pau Rodríguez, Víctor Saura, Tomeu Ferrer, Arturo Puente, Blanca Blay, Oriol Solé, Sandra Lázaro, Sónia Calvó, Yeray Iborra, Caralp Mariné, Pablo Gutiérrez, Jordi Molina o Victòria Oliveras.
Considero que es el momento de que los periodistas tomemos la iniciativa, de que buscamos nuevas fórmulas editoriales, que constituyamos espacios independientes y libres para el periodismo, como hemos intentado nosotros con la Fundació Periodisme Plural. Es una fórmula que, bien entendida, permite proclamar desde el primer momento y con total transparencia que el periodismo no debería tener ánimo de lucro, sino de servicio a los ciudadanos. Al servicio de comunidades de lectores. Con credibilidad y con un horizonte ético. Con la implicación de los ciudadanos, con la alianza entre el periodismo y una sociedad activa. Con fórmulas económicas que garanticen nuestra independencia.
Creo que estamos en el buen camino. Y quizás una de las mejores pruebas es que hoy, aquí, nos acompañáis personas que, desde los ámbitos de la educación, de la sanidad, del trabajo... están a nuestro lado y también se sienten parte de nuestro proyecto. Y por lo tanto, muchas gracias. Nuestro reto, y nuestro compromiso, es estar a su altura, y ser dignos del reconocimiento que hoy recibimos en el Parlament de Catalunya. Desde el periodismo seguiremos luchando por los derechos humanos a su lado, de quienes lo hacen a pie de calle, en las escuelas, en los centros sanitarios, en los lugares de trabajo, y también de quienes lo hacen desde las instituciones.