Cuando la sociedad y el periodismo se encuentran en la defensa de los Derechos Humanos

A mediados de mayo de 2011, João França y Pau Rodríguez, dos jóvenes periodistas del diario Públic, empezaron a frecuentar la plaza de Catalunya, en Barcelona, donde decenas de jóvenes habían acampado el día 15 para proclamar que otra sociedad era posible. Los grandes medios de comunicación ignoraban o despreciaban aquella protesta. “Perroflautas”, les llamaron. Por eso las visitas de João y Pau eran tan celebradas en aquellas asambleas que parecían interminables. Con frecuencia había que llamarles y recordarles que debían volver a la redacción porque había que cerrar la edición.

Por la plaza de Catalunya también aparecieron algunos históricos activistas de los movimientos sociales de la transición. Allí, en aquella plaza, estaban acampados los hijos y los nietos de aquella generación de “Perroflautas”. Y por eso, cuando abuelos, padres y simpatizantes de una cierta edad decidieron convertirse en un colectivo, adoptaron el nombre de “Yayoflautas”, una señal inequívoca de que ellos también creían que otra sociedad era posible.

“Democracia frente a ‘deudocracia’”

“Yayoflautas” y periodistas dispuestos a dar voz a quienes muchos medios silenciaban se reencontraron en el Parlament de Catalunya para recibir el Premi Solidaritat 2016 los primeros y la mención especial a Medios de Comunicación los segundos. Este premio ha sido concedido a catalunyaplural.cat, uno de los medios digitales que ha impulsado la Fundació Periodisme Plural en defensa del periodismo libre e independiente y los valores del estado del bienestar, con el propósito de dar voz a quienes defienden los derechos sociales. Compromiso y defensa, en suma, de los derechos humanos.

Los “Yayoflautas” fueron creciendo y su presencia se hizo habitual en las calles. Y no sólo de Catalunya. En el Parlament estuvieron presentes este miércoles representantes de Madrid, de Murcia y del País Valencià. “Luchamos por un futuro mejor para nuestras hijas y nietas”, dijo Alfons Romero, líder de movimientos sociales y de la banca en los años setenta. Romero leyó un manifiesto, escrito en femenino, en el que se proclamaban abuelos de las desahuciadas, padres de las clases trabajadoras, de las kelly’s, de las jubiladas estafadas por los bancos, de las que sufren la falta de empleo estable. “Somos hijos de una generación que emigró y abuelos de una generación que se ve obligada a emigrar”.

La segunda parte del manifiesto la leyó, en castellano, Rosario Cunillera, que de inmediato proclamó que “en vez de vivir en una democracia vivimos en una ‘deudocracia’”. Banqueros, recortes en sanidad, los Cies, los desahucios, las preferentes, la defensa de los servicios públicos… De todo ello se han ocupado los “Yayoflautas” en estos años, como recordó Cunillera. Y han añadido ahora a sus reivindicaciones la defensa de los refugiados. Rosario Cunillera clamó contra la “Europa de la indiferencia, la Europa del menosprecio” y acalló en un par de ocasiones los aplausos que surgían de una sala teñida de amarillo por los chalecos de los “Yayoflautas”. Cuando acabó se entendió su petición. “En lugar de aplaudir pido un minuto de silencio por los migrantes muertos”. Y se hizo el silencio.

Pensamiento crítico

Aquellos periodistas que hacían el seguimiento del 15-M eran los más jóvenes de una redacción repleta de excelentes profesionales, tanto en Catalunya, como en Madrid, que vieron cómo el editor, Jaume Roures, daba por finiquitado el proyecto de Público cuando estaba en su mejor momento.

De aquellas cenizas nació la Fundació Periodisme Plural, que en el 2013 creó la web Catalunyaplural.cat asociada a eldiario.es, a la que se incorporaron, ya en su gestación, Joao y Pau. En el Parlament, Josep Carles Rius, presidente de la Fundació, impulsor del proyecto y una garantía de éxito para cuantas propuestas periodísticas caigan en sus manos, reconoció la satisfacción por el premio, porque significaba que se habían visto reconocidos los valores que llevaron a poner en marcha catalunyaplural.cat y las restantes webs de la Fundació: el Diari de l’Educació, el Diari del Treball i el Diari de la Sanitat.

Rius defendió las bases de una determinada forma de hacer periodismo: pensamiento crítico, honestidad, veracidad en lugar de propaganda, más datos y menos emociones y visibilidad para quienes los poderes quieren hacer invisibles.

Los “Yayoflautas” y los redactores de Catalunya Plural se siguen encontrando en las calles, porque las reivindicaciones que impulsaron su razón de ser no sólo se mantienen, sino que se han ampliado con la crisis de los refugiados. A Joao França y a Pau Rodríguez se han sumado un buen número de periodistas que sostienen cada día, con mucho esfuerzo y no menos profesionalidad, las webs de la Fundació. Y de tanto en tanto recordamos, por ejemplo, que cuando la ahora alcaldesa de Barcelona Ada Colau era una desconocida y se plantaba ante un edificio en el que se iba a producir un desahucio, catalunyaplural era uno de los pocos medios que estaba allí para explicarlo. Y que cuando apenas eran unas pocas decenas de personas las que reclamaban el cierre de los Cies, allí estaba catalunyaplural para darles voz.

Intentar lo imposible

David Bondia, presidente del Institut de Drets Humans, había abierto el acto con un discurso muy reivindicativo y crítico con ciertos poderes políticos. “No somos un país pobre, estamos en un país con pobres”, subrayó. Bondia reclamó que la interacción entre democracia y derechos humanos está más vigente que nunca. Y citó algunas frases para significar el papel de los “Yayoflautas” y de catalunyaplural.cat: “Para lograr lo posible es preciso intentar lo imposible” (Hermann Hesse), “Si os dan un papel pautado, hay que escribir del otro lado” (Juan Ramón Jiménez). Anaïs Franquesa, consejera del Institut de Drets Humans de Catalunya fue la encargada de leer las razones que habían movido a la concesión del premio a los “Yayoflautas” y la mención especial a catalunyaplural.cat.

El acto estuvo presidido por Carme Forcadell, presidenta del Parlament, a quien ante algún fragmento de los discursos, se la vio con cara de circunstancias. Forcadell elogió el “mensaje de dignidad” de los “Yayoflautas” y el “periodismo desvinculado de los poderes económicos y comprometido con los derechos humanos” de la Fundació Periodisme Plural. La presidenta del Parlament hizo referencia a los refugiados y a las responsabilidades “de uno y otro gobierno”, en un mensaje que parecía dirigido a Jordi Évole y su frase sobre “competencias e incompetencias”.

Cuando en teoría el acto ya había terminado, con la lectura de unos poemas acompañados de las notas de un violín, fueron los “Yayoflautas” los que en realidad lo clausuraron. Ya en el vestíbulo de salida entonaron ­--muchos puño en alto- el “Canto a la Libertad”: “Habrá un día en que todos, al levantar la vista, veremos una tierra que ponga libertad”. Lo compuso José Antonio Labordeta en 1975. Hoy, con toda probabilidad, él sería un “yayoflauta”.

Discurso íntegro de Josep Carles Rius

Muy honorable presidenta del Parlament de Catalunya Diputadas y diputados Representantes de las instituciones. En primer lugar, quiero agradecer al Institut de Drets Humans de Catalunya esta distinción. La verdad es que nos ha hecho mucha ilusión. Porque hemos sentido que quizás estamos un poco más cerca de alcanzar la utopía que perseguíamos cuando constituimos la Fundació Periodisme Plural. Y también nos hace una especial ilusión que nuestra mención coincida con el premio Solidaridad 2016 al movimiento de los Yayoflautas. Pienso que tanto vosotros como nosotros venimos del mismo convencimiento. De que había que hacer algo para defender las conquistas sociales, que tanto han costado conseguir y que la crisis ha puesto en peligro. Nacimos al mismo tiempo, en el peor momento de la gran depresión. Los Yayaoflautas con sus movilizaciones. Y nosotros con la construcción de un espacio de periodismo independiente, crítico y libre, y con vocación de servicio a la sociedad. Con la voluntad de crear herramientas útiles para las comunidades que están en primera línea en la defensa de los derechos esenciales, de la educación, de la salud, del trabajo, de la vivienda, de la igualdad de enero, de la acogida a los inmigrantes y refugiados... Los derechos humanos, en definitiva, que son los mismos motivos que llevaron a los Yayoflautas a las movilizaciones. Por lo tanto nos sentimos en el mismo barco y estamos contentos de encontrarnos hoy, aquí, en el Parlament de Catalunya, a su lado. Enhorabuena y gracias por todo lo que habéis hecho.

La sociedad implicada y comprometida es más necesaria que nunca. Y el periodismo también. Un periodismo con vocación de servicio público, que aporte pensamiento crítico y veracidad en un océano de información en el que, junto a las noticias viajan a menudo los prejuicios, las manipulaciones e, incluso, las mentiras. El periodismo honesto y responsable es más necesario que nunca. Lo necesitamos en Estados Unidos para hacer frente a las actitudes fascistas de Trump. En Gran Bretaña porque el Brexit no derive en xenofobia. En Francia, en Holanda, en Austria, en Polonia... Para defender los valores de Europa frente a la tentación del egoísmo de la extrema derecha. Lo necesitamos en todos los países donde el periodismo representa la lucha por la libertad y los periodistas se juegan la vida. Y lo necesitamos en nuestro país para lograr una democracia de calidad y, también, una sociedad más justa. Necesitamos un periodismo que esté al servicio de los ciudadanos y no de los poderes. Que busque la veracidad y no la propaganda. Que dé más datos y menos emociones, para que los ciudadanos tengan el máximo de información rigurosa a la hora de tomar sus decisiones. Que dé voz a quien no la tiene. Que haga visibles las personas y los hechos que los poderosos querrían invisibles. Hay muchos periodistas que lo intentan en los medios convencionales. A menudo a contracorriente de lo que marcan sus propias direcciones. O como freelances, desde la más absoluta precariedad. O, como es nuestro caso, desde nuevos medios independientes. Estas tres actitudes están muy bien representadas en los reconocimientos que ha hecho hasta ahora el Institut de Drets Humans de Catalunya. Nos sentimos identificados con todos ellos y para nosotros es un honor formar parte de esta lista. Tengo la convicción de que esta lista, y nuestra propia experiencia, demuestran que el periodismo tiene un gran futuro. Que hay inmensas posibilidades. Contamos con dos grandes aliados. Las nuevas tecnologías, que nos permiten, con recursos modestos, competir. Y una parte de la sociedad que ha decidido participar en la comunicación, porque sabe que un periodismo independiente y libre es crucial para la democracia. La democracia necesita un periodismo libre y, también, una ciudadanía activa, movilizada. Con las ideas claras. Con la convicción de que ambos, periodistas y ciudadanos, nos necesitamos. Pero que cada uno debe desempeñar su papel. El periodista ha de velar por la calidad democrática con una información veraz, rigurosa, independiente, crítica, que cumpla su papel de contrapoder. Y el ciudadano exigir a las instituciones, y también a la propia prensa, el cumplimiento de sus deberes éticos. Porque ahí está la clave de la crisis de la prensa y de las instituciones. La prensa dejó de tener a los lectores como única prioridad. Eran sólo el instrumento para conseguir otros objetivos. Y los partidos que controlaban las instituciones dejaron de pensar en los ciudadanos y sólo vieron electores que les permitieran quedarse en el poder. Por eso la reconstrucción del periodismo, y de las instituciones, pasa por volver a los orígenes, a la ética. En cumplimiento de las funciones que una sociedad democrática espera, y exige, de los medios de comunicación y de las instituciones. Y, hay que recordarlo hoy y aquí: que el marco ético del periodismo, de las instituciones y de toda la sociedad debe ser los derechos humanos, recogidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Internet ha creado la sensación de que ya no se necesitan intermediarios entre la realidad y los ciudadanos. Que los ciudadanos pueden conocer, y explicar, directamente los hechos. Sin la intervención de los periodistas. Un sueño pretendido, en primer lugar, por todos los poderes, que preferirían comunicarse directamente con sus electores o clientes. Pero sucede todo lo contrario: cuanta más información hay, más necesaria es la función mediadora del periodista. La función de verificar. La función de interpretar y analizar este caudal inmenso de información para darle un sentido, que sirva para conocer y comprender la realidad. Para encontrar los 'por qué'. Y, sobre todo, para descubrir, entre los océanos de la información, aquellos hechos que no emergen, que siguen ocultos, que los poderosos no quieren que se sepan. El periodismo, eso sí, debe cumplir esta demanda ética desde la humildad. Porque hemos perdido el monopolio de la jerarquía. Porque ahora quien decide el orden de importancia de los hechos es el ciudadano, a partir de la decisión de compartir, o no, las informaciones cuando participa en la 'gran conversación' en la red. Por eso el mayor reto del periodismo pasa por crear islas de credibilidad que permitan ganarse un lugar en el círculo de confianza de los ciudadanos. Estas islas de credibilidad y cohesión social son los medios de comunicación que hacen su trabajo con honestidad y los periodistas que logran hacer sentir su voz. La clave está en crear medios que construyan su credibilidad a partir de la suma de periodistas que aporten trayectorias y vocaciones de independencia profesional. Y como esta es una distinción colectiva, permitanme citar a las personas que han hecho posible el proyecto. En primer lugar, a los periodistas que a la hora de crear la Fundació aportaron su credibilidad: Como la añorada Margarita Rivière, José Martí Gómez, Juanjo Caballero, José Ramón González Cabezas, Andreu Missé, Siscu Baiges, David Dusster, Jordi Mumbrú, Dani Cordero, Pere Ortín, Rut Vilar, Noelia Román, Xavier Febrés, Carmen Secanella, Lidia Penelo, Edu Bayer, Cristina Palomar, Jordi Subirana, Rudolf Ortega, Cristina Carbonell, Lali Sandiumenge y muchos otros. Y personas que desde fuera del periodismo también se han implicado, como Xavier Atance, Marina Subirats, Juan León, Emili Ferrer, Jaume Vilarrasa, Juanjo Guillén, Jordi Borja, Gemma Sendra, Joan Subirats, Iván de la Nuez o Andreu Mayayo, entre otros muchos, Y lo más importante, poder contar con una redacción que hace posible la odisea que es editar cinco diarios digitales: Catalunya Plural, el Diari de l’Educació, el Diari de la Sanitat, el Diari del Treball y, desde hace tres meses, el Diario de la Educación. Y todo esto hubiera sido imposible sin el esfuerzo de periodistas como Joao França, Pau Rodríguez, Víctor Saura, Tomeu Ferrer, Arturo Puente, Blanca Blay, Oriol Solé, Sandra Lázaro, Sónia Calvó, Yeray Iborra, Caralp Mariné, Pablo Gutiérrez, Jordi Molina o Victòria Oliveras.

Considero que es el momento de que los periodistas tomemos la iniciativa, de que buscamos nuevas fórmulas editoriales, que constituyamos espacios independientes y libres para el periodismo, como hemos intentado nosotros con la Fundació Periodisme Plural. Es una fórmula que, bien entendida, permite proclamar desde el primer momento y con total transparencia que el periodismo no debería tener ánimo de lucro, sino de servicio a los ciudadanos. Al servicio de comunidades de lectores. Con credibilidad y con un horizonte ético. Con la implicación de los ciudadanos, con la alianza entre el periodismo y una sociedad activa. Con fórmulas económicas que garanticen nuestra independencia.

Creo que estamos en el buen camino. Y quizás una de las mejores pruebas es que hoy, aquí, nos acompañáis personas que, desde los ámbitos de la educación, de la sanidad, del trabajo... están a nuestro lado y también se sienten parte de nuestro proyecto. Y por lo tanto, muchas gracias. Nuestro reto, y nuestro compromiso, es estar a su altura, y ser dignos del reconocimiento que hoy recibimos en el Parlament de Catalunya. Desde el periodismo seguiremos luchando por los derechos humanos a su lado, de quienes lo hacen a pie de calle, en las escuelas, en los centros sanitarios, en los lugares de trabajo, y también de quienes lo hacen desde las instituciones.