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Un tiroteo, una ocupación y un coto de caza VIP: la historia del único pueblo catalán donde ganó Vox

Unas excursionistas recorren las calles frente al Ayuntamiento de Sant Jaume de Frontanyà

Sandra Vicente

26 de julio de 2023 22:20 h

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Sant Jaume de Frontanyà (Barcelona) es una postal. Un pueblo idílico, con apenas cuatro casitas de piedra que surgen como setas alrededor de una iglesia románica. Un lugar donde aislarse del mundo, en el que nunca pasa nada, pero que desde el pasado domingo es el único pueblo catalán donde ganó Vox. Detrás de la victoria de la extrema derecha en este pueblo de 30 votantes hay una historia propia de una novela de misterio aliñada con graves acusaciones xenófobas.

Vox logró vencer en las elecciones del 23J en Sant Jaume de Frontanyà gracias a seis votos, un 54,4% del total. Tal y como se afanan en repetir vecinos y miembros del Ayuntamiento, es algo anecdótico. “Sólo son seis votos”. Pero la pregunta flota en el aire. ¿Por qué vota ahora a un partido ultra un pueblo gobernado por el PSC y que apoya a ERC en las autonómicas?

Para responder hace falta hablar con algún vecino, cosa que parece casi imposible. Hasta que de la rectoría sale una voz. “¿Qué queréis?”. Quien habla es Jordi, un hombre de mediana edad escondido entre los árboles frutales del jardín. Cigarrillo en mano y escoltado por una perra miedosa, recibe con recelo a los visitantes.

A Jordi los comicios no le interesaban porque es independentista. Pero confiesa que él mismo es una de las seis personas que votó a Vox. ¿Cómo es eso? “Porque lo que pase en España me da igual. Aquí lo que tenemos que hacer es enseñar catalán en las escuelas y convertirnos en un país”, dice.

Todo parece indicar que se trata de un independentista partidario del 'cuanto peor, mejor'. “No nos afecta en absolutamente nada lo que pase en España. Yo quiero que allí gobierne Vox”, reitera. Cuando se le pregunta por qué es cuando se empieza a abrir la caja de pandora. “Por el tiroteo”.

“No es un voto fascista, sino reivindicativo”

A mediados de junio, el hijo del alcalde de Sant Jaume, Nil Anselmo (25 años) recibió un disparo con una escopeta de perdigones realizado por un vecino en Les Llosses, un pueblo colindante a Sant Jaume. El agresor fue un hombre que vivía en una masía con un acuerdo de 'masovería'; es decir, sin pagar alquiler a cambio de mantener la finca en buen estado. Además, no tenía un contrato de luz, por lo que la tomaba de la casa de al lado, pagando lo correspondiente a su inquilina. El hombre se llama Musta, pero todo el mundo en Sant Jaume habla de él en términos xenófobos: le conocen como el “moro okupa”.

Hace unos años, la mujer de quien Musta tomaba la luz se mudó y la reemplazó Nil Anselmo, quien instó a su vecino a conseguir otra fuente de energía. “Fue muy buena gente y le dio dos meses de margen”, explica Manel Anselmo, alcalde de Sant Jaume por el PSC y padre del agredido. Según su versión, las tensiones fueron creciendo hasta que hubo encontronazos y amenazas verbales. “Jamás denunciamos porque sería nuestra palabra contra la suya”, resume el alcalde.

Con todo, y de nuevo según su testimonio, un día el pequeño de los Anselmo estaba “dando de comer a las gallinas y el 'moro' [el alcalde no deja de referirse a Musta en estos términos durante toda la conversación] se le acercó y le disparó”. El suceso fue todo un acontecimiento en el pueblo, ya que acabó con el agresor parapetado en su casa, con el hijo del alcalde trasladado al hospital en helicóptero y con un mosso herido. Musta permanece en prisión provisional desde el 17 de junio e investigado por tres delitos de homicidio en grado de tentativa.

“Alguien le comió la cabeza para que matara a mi hijo. Debió de tener ayuda porque ya me dirás tú cómo un 'sin papeles' consigue una escopeta”, argumenta el alcalde. Los hechos conmocionaron a todo el pueblo. Tanto que las consecuencias se notaron en las elecciones del 23J. El mismo Nil Anselmo ha reconocido que él, a pesar de ser también concejal del PSC, fue una de las personas que votó a Vox motivado por la agresión sufrida.

“Si viene un partido que te dice que, si gana, no habrá ni migrantes ni okupas, se entiende que la gente les votara después de lo sucedido”, explica su padre. Según él, no hay más noticia. Por eso está furioso con los medios de comunicación que, además, han apuntado que las seis papeletas para la formación ultra vienen de la familia del alcalde. “Eso es mentira, somos cinco empadronados y sólo votamos tres. Mi hijo votó a Vox. No puedo decir qué votó su esposa, pero yo voté al PSC”, dice, contundente.

Igualmente, exculpa a sus vecinos. “No fue un voto fascista, sino reivindicativo. Que intenten matar a tu hijo, a ver qué haces”, añade. Por su parte, Nil declina hablar con más medios. “Está muy mal porque habéis vuelto a sacar un incidente muy duro y ha pasado de ser una víctima a un fascista”, apunta Anselmo, a pesar de que fue su propio hijo quien confesó su voto cuando los periodistas se acercaron al pueblo a cubrir el curioso resultado electoral.

Todos los vecinos del pueblo con los que ha podido hablar este medio corroboran esta versión de los hechos. Casi palabra por palabra. “Es lo que pasa en estos sitios. O se va a una o reina la omertá”, cuenta un veraneante que prefiere no decir su nombre. “No son fascistas, pero si pudieran votar a un partido de extrema derecha independentista, lo harían”, añade, en referencia a la victoria de la xenófoba Aliança Catalana en las elecciones municipales de Ripoll, a escasos 35 kilómetros.

“No es fascismo”, reitera el alcalde. “Es una reacción a un tiroteo perpetrado por un violento y drogadicto, solo eso”, añade Anselmo, antes de remachar: “No tiene que ver ni con fachas ni con ningún coto de caza”.

Ciervos y gente “de alto 'standing'”

El coto de caza es otro de los protagonistas de esta historia y se remonta a 2020, cuando unos inversores compraron fincas de Sant Jaume de Frontanyà, la Pobla de Lillet i Les Llosses para construir, supuestamente, un coto de caza VIP. Se trataría de una gran zona de 2.000 hectáreas reservada para la caza de ciervos. Pero, más allá de eso, han trascendido pocos detalles; es una operación que se está llevando con mucha discreción y poco a poco. Todavía no se ha registrado ningún coto, tal como afirman desde el Ayuntamiento de Sant Jaume.

“Es un tema muy escabroso por aquí, los propietarios de las fincas, tanto las que ya han vendido como las que están siendo presionadas para hacerlo, no abren la boca, es un misterio”, asegura una vecina de la Pobla de Lillet que no quiere identificarse y a la que no le falta razón, ya que el abogado de los propietarios no ha respondido a las preguntas de este medio.

Se sabe poco de esta operación, pero cuenta con la oposición de diversas plataformas locales, que denuncian el impacto medioambiental y paisajístico de un proyecto que supondrá expolio de tierras y la expulsión de vecinos. Pero ¿qué tiene que ver esto con los resultados del 23J? Pues que el tiroteo se dio en unos terrenos de Les Llosses que ya han sido vendidos.

Según vecinos de la zona que prefieren no identificarse, la venta provocó que la maestra tuviera que marcharse –pero la casa no quedó vacía, pues Nil Anselmo pasó a vivir allí–. El hijo del alcalde se convirtió en el vecino de Musta, a quien sí se le acabó su acuerdo de 'masovería'. Al principio, el 'masovero' se fue, “pero al ver que nadie habitaba el que había sido su hogar, decidió regresar. De ahí que le llamen okupa, pero no lo es. Es una persona que llevaba veinte años viviendo en el pueblo”, explica Jaume Cuní, alcalde de Les Llosses.

Desde esta localidad explican una versión algo diferente de los hechos. Según el alcalde Cuní, Musta era un hombre “afable, al que no se le conocían problemas”. Su relación con los vecinos era tan buena que una parte de ellos se ha organizado para pagarle la asistencia legal. Pero hay algo en lo que los alcaldes de Sant Jaume y Les Llosses sí coinciden: que a Musta “se le fue la cabeza”. Cuní condena el tiroteo y dice estar “muy sorprendido” porque el vecino reaccionara así. “Algo tuvo que pasarle”, dice.

“Empezó a tener paranoias. Decía que le entraban en casa y le atacaban al ganado e incluso que algunos cazadores le habían disparado”, asegura Cuní. Con todo, hay quien cree que Musta estaba sufriendo acoso para que se fuera y dejara libre el terreno para cuando el proyecto de caza estuviera listo. “Se habla de un coto elitista, para gente de alto 'standing'”, dice Cuní, quien asegura que todavía no tiene detalles concretos.

A pesar de eso, no faltan voces que relacionan este proyecto con la victoria de Vox. “Que te peguen un tiro es muy bestia y puede ser que derive en un voto a un partido ultra. Pero quizás va ligado también a la compra de estos terrenos y a pensar que Vox es el único partido que garantizaría que allí se sacara adelante el coto”, asevera el alcalde de Les Llosses.

Al ser preguntados por el tema, algunos vecinos de la zona destacan que los motivos que dio el propio Nil Anselmo a los medios para haber votado a Vox son el tiroteo y las políticas del partido favorables a la caza y la ganadería. Con todo, el alcalde de Sant Jaume niega categóricamente que el partido se pusiera en contacto con nadie del municipio y que el resultado electoral tenga algo que ver con el coto VIP.

Este proyecto levanta muchas tensiones en la zona. Las conversaciones se cortan rápido cuando sale el tema. La mayoría de personas responden entre líneas y no quieren dar su nombre. Jordi, el hombre que vive en la rectoría de Sant Jaume de Frontanyà, es la única excepción. No tiene problema en decir su nombre, pero no quiere salir en ninguna fotografía. “Si ven mi cara, vendrán a por nosotros”. ¿Quién?. “Pues los anticapitalistas que nos llenaron de carteles cuando se vendieron los terrenos de Les Llosses. Si saben que votamos a Vox, nos quemarán el pueblo”, dice, dando una larga calada a su cigarro.

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