En febrero de de 2019, Xavier García Albiol renunció a su escaño en el Parlament para centrarse en lo que realmente le ilusionaba: volver a ser el alcalde de su ciudad. Apenas un año después, el concejal acaba de cumplir su sueño y, entre lágrimas, ha recuperado la vara de mando tras una carambola que ha permitido al PP recuperar de manera inesperada el poder en Badalona, cuarta ciudad catalana y el único feudo que ha tenido el partido en Catalunya durante los últimos años. Entró en el pleno convencido de que seguiría en la oposición. A la salida, él mismo tildaba lo sucedido de “surrealista”.
Albiol lleva desde 2011 ganando consecutivamente las elecciones municipales en Badalona, pero nunca con mayoría absoluta. Después de un primer periodo gobernando la ciudad (2011-2015), el resto de partidos se conjuró para aislarle y desde entonces le habían mantenido alejado del poder con acuerdos que requerían el pacto entre PSC, ERC, Comuns, JxCat y Guanyem, una plataforma que agrupa desde sectores de la izquierda soberanista a la CUP.
La detención del hasta hace unas semanas alcalde del PSC, Álex Pastor, conduciendo ebrio y saltándose el confinamiento en Barcelona, brindó a Albiol una nueva oportunidad en la que pocos confiaban. El PSC destituyó entonces a Pastor, pero impulsó a su número dos, Rubén Guijarro, quien aseguró que presentaría su candidatura en el pleno de investidura. Las izquierdas de la ciudad no han sido capaces de cerrar un acuerdo para repartirse la alcaldía -que el lunes por la tarde se daba casi por hecho- y los 11 concejales del PP han permitido que el exalcalde vuelva a recuperar el mando. A los cinco minutos de ser nombrado, Albiol ya había actualizado su perfil de Twitter con su nuevo cargo.
Alineado con el sector de Pablo Casado durante las últimas primarias del PP, Albiol ha sido desde hace años un verso libre que modulaba los mensajes en función de los objetivos que tenía en su ciudad. Cuando mandaba Mariano Rajoy en el partido, los mensajes xenófobos y antiinmigración del concejal chirriaban en el PP, que sin embargo observaba como el político lograba unos grandes resultados en una zona que no se le daba bien a los conservadores. Durante la última campaña de las municipales, en cambio, desplegó su perfil más moderado: se desmarcó de Casado, de Cayetana Álvarez de Toledo y criticó incluso la propuesta de volver a aplicar el artículo 155 por parte de su partido en Catalunya.
Su éxito en la política municipal, no obstante, contrasta con su fracaso como líder del PP catalán: su candidatura a la Generalitat arrastró al partido a sus peores resultados -tres diputados en las autonómicas de 2017- y se vio engullido por el tirón de Ciudadanos. Desde ese momento, a Albiol se le vio poco interesado en la política parlamentaria y explicaba a los suyos que solo tenía un objetivo: volver a ser el alcalde de Badalona.
“Soy más militante de Badalona que de mi partido”, ha asegurado este martes tras recibir la vara de la alcaldía que, como ya hiciera en 2011, ha besado como un deportista que recibe por fin su trofeo más perseguido. Albiol ha vuelto a los mandos del ayuntamiento haciendo gala de político pactista y tendiendo la mano a unas izquierdas enfrascadas en culparse unas a otras por el desastre.
Pese a que la fragmentación de la oposición le ha puesto una alfombra de lujo, el reelegido alcalde deberá gobernar en minoría y con un pleno que bien podría optar por echarlo en los tres años que quedan de legislatura. En una ciudad como Badalona, todo es posible.
Toda una vida en la política municipal
Albiol entró en el pleno de Badalona en 1991 siendo un chaval. Tenía solo 24 años, ninguna experiencia en política y era el único concejal del PP en una ciudad donde los socialistas encadenaban mayorías absolutas.
Quienes recuerdan a aquel Albiol lo hacen con cierta condescendencia. Era el concejal inexperto, el conservador en un pleno progresista. Su altura, además, hacía que no pasara inadvertido. “Era el blanco de todos los golpes”, recordaba hace unos años un veterano del PSC.
En Badalona (220.440 habitantes), algunos veteranos de la política local explicaban que fue precisamente el desprecio con el que se recibió a Albiol lo que le empujó a no tirar la toalla. Arropado por pesos pesados del PP de entonces como Enric Lacalle, Jorge Fernández Díaz y Josep Piqué, el concejal de Badalona estaba decidido a pelear para salir del ostracismo político.
En una ciudad con dos almas -los habitantes del centro, más cosmopolitas y adinerados; los de la periferia, con una alta tasa de inmigración y menor poder adquisitivo- Albiol irrumpió en la política local asegurando a los vecinos de clase trabajadora que él era uno de los suyos: hijo de un trabajador municipal andaluz y de una peluquera catalana, criado en el barrio de La Morera, sin estudios -dejó la carrera de Derecho a medias- y sin pelos en la lengua. “Yo no hablo para catedráticos”, ha señalado en más de una ocasión el nuevo alcalde de la ciudad. “La gente quiere hechos, cosas tangibles, no frases bonitas”.
El concejal del PP empezó a patearse los barrios de Badalona de manera incansable hasta empezar a ser reconocido como “el largo del PP”. A medida que pasaban los años, fue pescando votos en los feudos de la ciudad hasta convertirlos en “territorio Albiol” y lograr un notable tirón en la ciudad, donde le paran cada cinco minutos ya sea para pedirle cosas, felicitarle o increparle por lo que dice.
De ser el único concejal popular en 1991 pasó a tener tres colegas en 1995, cuatro en los comicios de 1999 y 2003, seis en 2007 y 10 en las elecciones de 2011, cuando obtuvo el bastón de mando de la ciudad.
Durante el camino hasta la alcaldía, Albiol dejó un reguero de polémicas que le llevaron a todos los telediarios nacionales y que hicieron de los mensajes xenófobos y antiinmigración su marca personal.
Las primeras llegaron en 2007, cuando fichó como asesor a Iván Redondo, actual jefe de gabinete de Pedro Sánchez, y focalizaron su campaña en la inmigración ilegal y en la inseguridad de los barrios que tradicionalmente apoyaban al PSC. Un vídeo publicado durante esa campaña donde aparecían vecinos criticando los problemas de la inmigración y vinculándolos con la delincuencia logró el rechazo unánime de todos los partidos del Parlament.
Posteriormente, ya sin Redondo como asesor, vino el reparto de folletos con la frase “No queremos rumanos” -que le valió una imputación por un delito de xenofobia del que fue posteriormente absuelto- y el conocido “Limpiando Badalona” con el que se presentó en 2015. La estrategia funcionó y desde hace casi una década Albiol es el más votado en su ciudad.
A pesar de la insistencia de Albiol en parecer un tipo de barrio más, en el PP explicaban que con los años se fue refinando hasta el punto de dejar de vivir en Badalona e instalarse en el barrio de Les Corts de Barcelona, en un piso propiedad de su mujer. El nuevo alcalde asegura que fue un periodo transitorio y que desde que dejó el Parlament se ha vuelto a instalar en Badalona, convertida de nuevo en “territorio Albiol”.