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El coronavirus provoca un tsunami de dudas sobre el futuro de Segundo de Bachillerato

El posible retraso de la Ebau, a debate entre los responsables educativos

Bárbara D. Alarcón

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“Un día estábamos dando clase y al dia siguiente no. Todo fue tan precipitado... está siendo difícil”. Esta es la descripción del panorama educativo actual que realiza Sonia Asensio, profesora de Lengua y Literatura en un instituto toledano. Tras un mes sin clases presenciales, desde que el Gobierno regional aprobara su cancelación el pasado 12 de marzo, la actual situación escolar está siendo cuanto menos complicada, sobre todo para el alumnado de Segundo de Bachillerato.

Según Lucía, nombre ficticio, orientadora de un instituto de la región, la crisis sanitaria y la consecuente cuarentena “puede influir en el proceso de enseñanza y aprendizaje. Está siendo dificultoso en todos los niveles educativos pero quizá, donde más, sea en el nivel de Segundo de Bachillerato y en el alumnado que tiene que enfrentarse a la EBAU” (Evaluación de Bachillerato para el Acceso a la Universidad).

El Ministerio de Educación cifra en casi 28.000 los jóvenes matriculados en Castilla-La Mancha en dicho curso, aunque no todos se presentan a unas pruebas que, en principio, no iban a sufrir cambios significativos respecto a las de 2019. Sin embargo, el coronavirus lo ha alterado todo. Mientras numerosas comunidades autónomas han decidido retrasar estas pruebas al mes de julio, el Gobierno regional todavía no ha tomado una decisión al respecto. Según el calendario académico, los exámenes de la EBAU en la región estaban previstos para los días 3, 4 y 5 de junio.

“Se ha establecido un periodo desde el Ministerio para celebrar estas pruebas entre finales de junio y principios de julio… pero ¿sabemos con seguridad que en ese momento la sociedad va a estar preparada para celebrar esas pruebas multitudinarias sin correr ningún riesgo para la salud? ¿Se encuentra el alumnado en condiciones, no solo académicas, sino emocionales, para poder prepararse estas pruebas y enfrentarse a ellas en las mejores circunstancias y en igualdad de condiciones?”. Estas son algunas de las reflexiones que lanza la orientadora quien señala la posibilidad de retrasar aún más la EBAU siguiendo la línea tomada en cuanto a las oposiciones.

“Quizá deberían empezar a diseñarse otros procedimientos, herramientas y estrategias para poder celebrarla si queremos que los estudiantes no pierdan un curso escolar y puedan comenzar el siguiente en la Universidad”, añade Lucía.

Por el momento, las instituciones regionales continúan sin esclarecer el camino a seguir. El futuro se presenta incierto para un alumnado que todavía no sabe ni cuándo serán las pruebas, ni el temario que deben estudiarse ni cómo se evaluará el tercer trimestre. Los interrogantes se acumulan y crece un nerviosismo acentuado por la falta de clases presenciales, tal y como transmiten los estudiantes consultados por este medio, así como los profesionales del sector. Ante una sucesión de ejemplos anecdóticos de docentes que se involucran y han optado por las nuevas tecnologías para continuar con el curso, muchos son aquellos que no han sabido adaptarse, se niegan a dar clases virtuales y se limitan a mandar ejercicios prácticos sobre el temario de un tercer trimestre sin precedentes.

“Esto ya nos ha perjudicado. Tenemos la sensación de que hemos perdido la tercera evaluación”

La consejera de Educación del Gobierno regional, Rosa Ana Rodríguez Pérez, afirma que confía plenamente en el profesorado de Castilla-La Mancha y en su metodología para dar continuidad al curso escolar. “Es increíble la capacidad, la entrega y el compromiso que están teniendo con sus alumnos… Por tanto, no procede el hecho de que se establezcan procesos de fiscalización”.

Sin embargo, esta sensación no es compartida por parte del alumnado. El coronavirus frenó un curso académico que apenas había avanzado en el contenido de la tercera evaluación, temario que en su mayoría no se ha podido impartir pero que, por el momento, continúa entre los contenidos de la EBAU.

“Les pedimos a todos los profesores que nos dieran clases virtuales y ha habido algunos que ni siquiera nos han contestado. Nos han enviado ejercicios con soluciones y ya, sin decirnos nada más. Luego hay otros que a pesar de los problemas técnicos lo están intentando, incluso cuando en su asignatura no es tan importante una clase virtual”, explica una alumna de Segundo de Bachillerato. Desde la Consejería de Educación no se han establecido pautas de enseñanza comunes ni obligatorias para el profesorado de la región.

La mayoría de estudiantes definen Matemáticas, Física o Dibujo técnico como asignaturas en las que una explicación verbal se hace imprescindible. “Explicarlas por escrito es muy difícil pero mi profesor de matemáticas si lo ha hecho porque no se maneja bien con las nuevas tecnologías. Me pongo en su lugar y entiendo que tiene que ser difícil dar clases online cuando no lo has hecho nunca”, añade la joven.

“Muchas veces en estas asignaturas, por mucho que uno lea los apuntes no sabe hacer determinado problema hasta que ve al profesor haciéndolo paso a paso”, comenta otro estudiante.

Por su parte, Historia o Literatura se caracterizan por su facilidad de aprendizaje en tiempos de cuarentena como el actual. “Yo ya trabajaba de manera online porque redacto mis propios apuntes, se los mando poco a poco a los alumnos durante el curso y los vamos viendo en el aula. Hay ciertas cosas que no puedo trasladar por vía digital pero habíamos trabajado bien durante el curso”, afirma la docente Sonia Asensio quien ha sido uno de los ejemplos de la adaptación a las nuevas tecnologías. “Durante estas semanas he hecho un video con el tema que faltaba por explicar para que ellos me vean y lo entiendan bien”.

Asensio reconoce que su asignatura “no requiere una clase magistral. Lo que necesito es que lo escriban y lo redacten. Este tiempo en su casa les está haciendo mucho bien porque tienen más tiempo para pensar. Además, durante el curso ya hemos hecho este tipo de prácticas. Es bastante menos complicado aprenderse la teoría desde casa que hacer la práctica”.

La importancia de las clases presenciales se hace aún más vital para un alumnado que se juega su futuro en un solo examen. “Si fuesen suficientes las tareas escritas podrían cerrar todos los centros educativos y limitarse a mandarnos un temario para estudiar los exámenes, sin embargo no es así. Las clases tienen mucho valor, pues siempre es útil escuchar la explicación del profesor con sus propias palabras, así como las dudas que preguntan otros compañeros sobre cosas que uno puede haber pasado por alto”, afirma un estudiante.

Por su parte otra alumna de Segundo de Bachillerato, añade que la actual situación les “ha perjudicado porque estamos como si no hubiéramos dado un trimestre. Por mucha clase online, que no es mi caso pero se que en otros institutos si, al fin y al cabo no es lo mismo. No deberíamos ser evaluados de lo que estamos dando ahora. Nos piden que nos estudiemos unos temas que no sabemos ni si quiera si van a entrar en la EBAU. Muchos preferimos invertir este tiempo en repasar los temas de la primera y la segunda evaluación”.

La educación en Castilla-La Mancha parece más dividida que nunca entre alumnos y profesores más o menos implicados pero, sobre todo, determinados por las nuevas tecnologías.

“Echamos de menos la implicación de buena parte del profesorado”

Según Sara Merino, portavoz del Sindicato de Trabajadores y Trabajadoras de la enseñanza (STE), existen varias brechas digitales en Castilla-La Mancha pero, la primera que el coronavirus ha sacado a la luz, ha sido la del “propio programa de gestión educativa de la Consejería. El sistema Papas no está preparado para canalizar el semejante volumen de comunicaciones que se están dando. Los profesores se han tenido que buscar la vida usando otro tipo de aplicaciones”.

Tal y como reconoce Merino, tanto docentes como familias y alumnado, “han tenido que hacer cursillos acelerados” para adaptarse a la situación actual. Fuentes del sector reconocen que la educación secundaria está ligada y determinada por la formación presencial. “Las clases se tienen que dar porque no existe otro modelo educativo más allá del contacto verbal entre profesorado y alumnado”, señala la docente Sonia Asensio.

“Muchos centros intentaron establecer un ritmo de clases por videoconferencia que no ha podido llevarse a cabo por problemas relacionados con conexiones a Internet muy deficientes, especialmente en zonas rurales, por lo que el seguimiento educativo se limita en muchos casos a enviar tareas online”, añade la portavoz del STE.

La falta de formación sobre las nuevas tecnologías y los problemas técnicos también se han visto condicionados por la disponibilidad de dispositivos digitales. “Hay niños que en casa no tienen ni ordenador ni wifi”, recuerdan desde la Asociación Nacional de Profesionales de la Enseñanza (ANPE). “Nadie dispone de datos actualizados sobre la carencia de dispositivos digitales disponibles”, reconoce Merino.

Desde ANPE aseguran que esta brecha digital tiene peores consecuencias en Bachillerato. “Muchos profesores han hecho vídeos tutoriales que algún chico por desgracia, por la situación que tienen en casa, no puede ver”.

“No todos los estudiantes poseen un ordenador, algunos ni conexión a Internet y tampoco pueden ir a las bibliotecas. Por ello la educación pública no debería dar lugar a que alumnos se presentasen a un examen, que determinará su futuro, en condiciones diferentes”, puntualiza un alumno de Segundo de Bachillerato.

“Tenemos la gran responsabilidad de transmitirles tranquilidad”

La calificación resultante de las pruebas de acceso a la Universidad supone un 40% de la nota con la que un estudiante solicita matricularse en una carrera. El 60% restante equivale a la media obtenida en Segundo de Bachillerato. Así, este último curso de instituto se convierte en un año determinante en la vida de cualquier joven que debe decidir qué estudiar y dónde.

Además de la crisis sanitaria, miles de alumnos se enfrentan a una crisis educativa y personal. “Esta nueva situación que nos está tocando vivir no está siendo nada fácil. Es un duro proceso y no es sencillo gestionar las emociones que estamos sintiendo al tener que enfrentarnos a situaciones tan dolorosas”, explica la orientadora consultada por eldiario.es.

Mientras esperan a una decisión oficial, las dudas se acumulan entre los estudiantes. “Quitar temas estaría mal porque llegas a la Universidad con menos temario que el resto de promociones, pero examinarte de temas de los que no he podido dar clase también lo veo injusto porque no hemos recibido la misma formación que el resto”, señala otra estudiante de 18 años.

“El alumnado está un poco preocupado pero no les dejamos que piensen mucho, al menos es lo que yo les recomiendo. Tenemos la gran responsabilidad de transmitirles tranquilidad. Sabemos el contenido, solo tendremos que reorganizar la forma”, concluye la docente.

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