Las baterías son una parte tan importante de nuestra vida que incluso las utilizamos como excusa. “Sí, sí… uy, te voy a tener que colgar que casi no me queda batería”. Quienes tenemos cierta, ejem, edad, recordamos que antes las baterías eran para las linternas y las radios portátiles, y poco más.
Pero hoy cada vez más cosas funcionan con baterías recargables, no solo los teléfonos móviles, sino también los coches eléctricos, ordenadores portátiles, drones, auriculares inalámbricos, el cepillo de dientes, las bicicletas, patinetes, los juguetes para niños o los juguetes para adultos.
No se trata solo de comodidad. Las baterías imprescindibles para nuestro futuro energético, y en cierto modo, la clave para que la civilización sobreviva. Pero antes, un poco de historia.
La batería química es un invento del italiano Alessandro Volta en 1800: una pila de discos de cobre y níquel separados por papel empapado en vinagre. Poco después, en 1859, se inventó la batería de plomo y ácido, la primera batería que se podía recargar, la misma que usan hoy en día los coches. El concepto básico no ha cambiado en dos siglos: dos metales, uno con capacidad para ceder electrones y otro para absorberlos, separados por un medio electrolito ácido.
Lo que sí ha cambiado es la eficiencia, es decir, la capacidad de la batería para almacenar más electricidad en menos espacio, y durante más tiempo. Los primeros teléfonos móviles comerciales de los años 80 tenían baterías recargables de níquel y cadmio grandes y pesadas.
Los teléfonos móviles actuales tienen baterías de iones de litio que almacenan hasta cuatro veces más energía en el mismo espacio. Las baterías de iones de litio están por todas partes, y son tan importantes que el premio Nobel de química de 2019 fue a parar a su descubridor. Además, en los últimos 10 años el precio de estas baterías de litio ha bajado 85%. Esto ha hecho posible que los coches eléctricos se acerquen en precio y capacidad a los coches de gasolina, y se calcula que los igualarán en 2024.
Pero además de los coches, necesitamos mejores baterías, porque sin baterías las energías renovables no funcionan. La energía hidráulica, solar o eólica son intermitentes. Tiene que haber agua, luz del sol o viento. El resto del tiempo, la energía tiene que estar almacenada.
En los próximos 10 años se espera que el precio del las baterías baje otro 80%, pero para que esto ocurra tienen que llegar baterías que no sean de litio. El litio es abundante, pero se encuentra concentrado en pocos lugares: en el triángulo entre Argentina, Bolivia y Chile, y en el Tíbet. El cobalto, otro de los ingredientes de las baterías, está concentrado en el Congo, es mucho más escaso, contaminante y difícil de reciclar. Hay tecnologías que prometen, como las baterías de sodio, mucho más sencillas y baratas, o que usan electrolitos líquidos, pero aún faltan unos años para que sean viables.
El futuro es a pilas, porque si no, puede que no tengamos futuro.