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Los expertos en salud mental coinciden en que la población más joven se ha convertido en una de las más golpeadas por la pandemia. La sucesión de informes y datos estadísticos avalan que los menores lo están pasando especialmente mal, sacudidos por el impacto de la enfermedad y las restricciones en una etapa clave para su desarrollo.
Los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) reflejan que el suicidio es ya la principal causa de muerte no natural en las personas entre 15 y 29 años. Mientras que durante el confinamiento las muertes por autólisis tendieron a estabilizarse entre los adultos, las conductas suicidas de la población más joven crecieron hasta un 30%, una tendencia que preocupa a los especialistas en salud mental y a los agentes educativos.
La inquietud por las conductas autolíticas en los menores se ha trasladado a las aulas, un espacio clave para la detección, donde se han potenciado los planes de prevención. La Conselleria de Educación del Gobierno Valenciano ha registrado un aumento de las conductas autolíticas (intentos de suicidio y autolesiones) que casi duplican las de los cursos previos a la pandemia.
A través del Plan de Prevención de la Violencia y Promoción de la Convivencia (Previ), el principal instrumento de Educación, se han realizado intervenciones en el 0,1% del alumnado en el pasado curso (2020-2021), frente a un 0,06% en los dos anteriores, sobre un total de 787.000 alumnos en centros públicos y concertados.
Los expertos apuntan a la pandemia como una sacudida emocional para los jóvenes, un impacto directo en una etapa vital clave para su desarrollo. El comisionado de Presidencia para la Salud Mental, el catedrático en Psiquiatría Rafael Tabarés, achaca el aumento registrado a la mayor fragilidad emocional de los jóvenes ante situaciones dramáticas generadas por la crisis sanitaria.
El malestar emocional de los jóvenes se cimenta sobre las exigencias que sobre ellos se vuelcan, la presión del rendimiento académico, los imperativos estéticos, las redes sociales o las consecuencias de los roles de género. Dolors López, coordinadora del Plan de Formación del Profesorado en prevención, detección e intervención del suicidio de la Conselleria de Educación de la Generalitat Valenciana, destaca que “el nivel de autoexigencia de las adolescentes es brutal”. “La exigencia crea malestar y la sociedad que lo crea no lo resuelve; abocamos a las personas a un lugar sin salida”, indica.
López imparte cursos a docentes y estudiantes sobre aprendizaje emocional, duelo y conductas autolíticas. En los tres años que lleva guiando el programa, confirma el aumento de las tendencias entre los jóvenes. En paralelo a los planes de prevención, el Comisionado de Presidencia de la Generalitat para el plan de Salud Mental ha puesto en marcha el proyecto de escuelas saludables y varios planes de acción directa en la juventud. El proyecto piloto en las escuelas pretende, con especial atención a las conductas suicidas, que los jóvenes sean competentes en el manejo de las emociones y tengan una red de apoyo: “Una escuela inclusiva es un factor de protección frente al suicidio”, sentencia.
Las aulas actúan como espacios de detección de comportamientos en el contexto vital de los adolescentes que requieren atención. Los porcentajes, explica el departamento de Vicent Marzá, corresponden a las necesidades observadas en alumnos que han presentado autolesiones o ideaciones suicidas. Respecto a las conductas suicidas exclusivamente, el porcentaje detectado por los centros es del 0,001% del alumnado en el curso 2020-2021 y en el 2019-2020 y del 0,002% en el año académico 2018-2019.
Entre las mejoras implementadas, la conselleria destaca un aumento del personal especializado que se encarga de acompañar cada caso; una separación por tipologías en la detección de vulnerabilidades, que presta especial atención al acoso y al ciberacoso, la atención a alumnado con alteraciones graves de conducta, violencia de género, autolesiones e ideaciones suicidas, entre otras. Cuando en un centro se activa la alarma, las diferentes unidades de atención, formadas por especialistas, pasan a actuar para mediar y acompañar a todas las partes implicadas.
Según incide Educación, este curso las acciones se centran en el acompañamiento emocional y educativo del alumnado valenciano porque es “completamente necesario dar respuesta educativa y emocional a las secuelas que se arrastran por la pandemia”, que se suman a las ya existentes.