12 de agosto, Día Internacional de la Juventud
El 17 de diciembre de 1999, la Asamblea General de las Naciones Unidas, declaró el 12 de agosto como Día Internacional de la Juventud. Multitud de actos en todo el mundo conmemoran cada año este día sin que nadie se entere. Sin repercusión, no importan, no aparecen ni en las noticias. Si acaso una estadística de paro, un dato sobre el retraso en la edad de emancipación o la precarización como normalidad. Un día para visibilizar del que nadie se acuerda, puedes hacer la prueba. Como de las propias personas jóvenes. Invisibles. Como tantas y tantas actividades llevadas a cabo por jóvenes. Cada día, durante todo el año.
Mi responsabilidad actual, y mi trabajo de siempre, me han llevado a conocer muchas personas jóvenes que dedican gran parte de su tiempo a que el mundo que les rodea sea mejor. Muchas, con pensamientos distintos, diversas, en todos los lugares, cada una desde sus posibilidades. Gente, maravillosa, que toooodos los fines de semana se junta para estar con un grupo de niñas y niños y reflexionan desde el juego sobre qué es la amistad o cómo enfrentar los conflictos, sobre las diferencias y lo que nos une, sobre el sitio en el que vivimos y el respeto. Gente, impresionante, que, en sus centros educativos, aparte de estudiar, asume responsabilidades y complementa lo que la educación formal le ofrece. Gente, responsable, que se compromete unas horas, cada semana, en alguna asociación, de manera voluntaria. Gente, valiente, que elige pasar una parte de sus vacaciones haciendo un campamento o un campo de voluntariado. Gente que se lo pasa bien, que recibe más de lo que da, me dicen cuando les pregunto por qué lo hacen.
Verdaderas escuelas de ciudadanía, espacios para crecer como personas y empezar a construir su propio proyecto personal.
Y, evidentemente, todo esto les supone un esfuerzo. Más esfuerzo. Y, evidentemente, todo esto les supone unos aprendizajes, unas habilidades adquiridas (de mejora de la autoestima, de empatía, de trabajo en equipo, de saber elaborar un proyecto, de liderazgo…), una mejor preparación para un mundo que no acabamos de saber cómo es.
Y sin embargo hacer esas cosas es raro. En el imaginario colectivo, que creamos sobre todo el mundo adulto, eso es ser una persona rara. No acaba de estar bien visto. No parece el modelo a seguir. No está promocionado. “No pierdas el tiempo” les decimos.
Creo que ha llegado el momento de celebrar el Día de la Juventud, aunque sea un 12 de agosto, creo que sabemos que hay que hacer para celebrarlo: facilitar que sea posible que todas las personas jóvenes puedan pasar por experiencias de ese tipo (y eso se traduce en políticas de juventud concretas de educación en la participación y de ocio educativo accesibles a todas las personas: un centro de educación en valores en cada barrio) y cambiar nuestro discurso y nuestra actitud, ser ciudadanía activa, ser referentes positivos, aplaudir esa manera de vivir la vida.
Ser joven no es ser el futuro, es ser hoy ese otro futuro posible deseado.
*Jesús Martí Nadal, director general del Institut Valencià de la Joventut de la Generalitat Valenciana
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