América Latina, la región más desigual del planeta

La desigualdad social se encuentra presente en la mayoría de países del mundo y constituye uno de los problemas más preocupantes de la actualidad. En ese sentido, América está catalogada como uno de los continentes más desiguales, esto es porque los índices de pobreza se incrementan cada año en cifras alarmantes, por lo que se han encontrado diversas causas como la corrupción, la violencia, la migración, etc. Pero, ¿qué hace que América ocupe el primer puesto en desigualdad social?

El continente americano se encuentra dividido en tres regiones, no obstante, la división más notoria se establece por la hegemonía norteamericana mientras el resto de países considerados latinoamericanos tienen niveles mucho más bajos en cuanto a desarrollo y acceso a servicios básicos para sus habitantes. La realidad es aplastante: mientras existen economías prósperas con bajos niveles de desigualdad, hay países en donde las estadísticas de violencia y pobreza son mucho más altos que su desarrollo económico. Según datos proporcionados por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) los países más pobres del continente son: Honduras, Guatemala, Nicaragua, Colombia, Bolivia, Venezuela, Ecuador, El Salvador, Perú y México. A pesar de que cada país tiene culturas y tradiciones completamente distintas, existen factores comunes que acentúan la desigualdad social.

Tanto la CEPAL como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) analizan la desigualdad a nivel regional. Ambos organismos manifestaron que, pese a que las estadísticas en cuanto a pobreza se mantuvieron en los últimos años, los niveles de pobreza extrema se incrementaron en cifras preocupantes. Estos datos son analizados de acuerdo a indicadores tales como desarrollo económico, gestión pública, acceso a servicios básicos, producto interno bruto y principalmente distribución de la riqueza. Lamentablemente, no todos esos indicadores son atendidos de forma eficiente por los gobiernos de cada país. Entre las causas principales del subdesarrollo de estos países están la precariedad laboral, debido a los salarios bajos, el ineficiente control del gasto público, la poca inversión en educación y salud, la existencia de latifundios, etc. Además, el proceso de globalización ha permitido que la deforestación de las áreas naturales cause sequías en algunas zonas.

Además, es necesario contextualizar el problema grave de corrupción en la mayoría de estados, asimismo la dependencia de países industrializados que provoca que la economía local se vea aplastada por un capitalismo despiadado. Todos estos factores hacen que la desigualdad sea mucho más visible, especialmente para mujeres, niños, niñas y pueblos ancestrales víctimas de un sistema que acumula la riqueza en manos de pocas personas. Esto ha provocado que el continente se vea afectado por un incremento de la violencia, baja esperanza de vida, analfabetismo, subempleo y marginación social. En mujeres, niños y niñas la desnutrición es la consecuencia del bajo nivel de ingresos económicos para adquirir bienes de primera necesidad. Cabe destacar que varios países están atravesando por crisis económicas y políticas como Venezuela, que alcanzó niveles altos de hiperinflación lo que conlleva la reducción del PIB y el incremento de los precios de los bienes y servicios entre un 3 y 4% diario.

La bajada del precio del petróleo hace que la situación sea insostenible, no únicamente en ese país sino en todos aquellos que dependen de la producción de combustibles fósiles para su subsistencia. Todas estas razones hacen que el flujo de personas migrantes se incremente principalmente por la falta de oportunidades.  Cada vez más personas huyen de sus países de origen para salvaguardar sus vidas y la de sus familias.

La violencia es otro punto preocupante en el continente. En la actualidad la tasa de homicidios en América Latina es la más alta de mundo, alcanza el 21,5% por cada 100.000 habitantes. Esto se debe principalmente al auge del crimen organizado y las economías ilegales que genera el mismo. Empero, los datos más preocupantes son el resultado de la violencia de género.  El Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe estableció que en el año 2017 los casos de feminicidio a manos de la pareja o ex pareja alcanzó 2.795 mujeres asesinadas, sin tomar en cuenta todos aquellos casos de muertes a manos de otro hombre que no sea o haya sido pareja o asesinatos de niñas menores de 15 años.  De acuerdo a los datos proporcionados por la CEPAL, Brasil y México son los países con más muertes violentas. Conforme lo señalan las cifras ser mujer en América Latina supone una desventaja, no únicamente por los asesinatos sino porque el sistema patriarcal y capitalista no permite que la situación mejore para las mujeres y niñas.

De acuerdo al informe de Oxfam Intermón “Privilegios que niegan derechos: desigualdad extrema y secuestro de la democracia en América Latina y el Caribe”, “la brecha entre los más ricos y los que menos tienen es escandalosa. El 10% más pobre tiene niveles tan bajos de ingreso que en 2013 apenas alcanzaba un pírrico 1.3% del total regional. Entre tanto, el 10% con ingresos más altos de América Latina se queda con el 37%. Los datos se tornan aún más extremos cuando se revisa la riqueza y el patrimonio. En 2014, el 10% más rico de la región acumulaba el 71% de la riqueza y del patrimonio. La concentración era tan radical que, en ese mismo año, el 70% de la población más pobre apenas logró acumular el 10% de la riqueza. Y esta tendencia no se reduce”

De la misma forma la organización analizó cómo la desigualdad tiene diferente impacto y causas según el género, un ejemplo de ello es cómo las mujeres dedican 38 horas semanales al trabajo de cuidados no remunerados, mientras que los hombres solo lo hacen 16 horas. Es evidente que en el continente es necesario implementar un sistema coeducativo y con perspectiva de género, por consiguiente, mujeres y hombres tendrían las mismas oportunidades.

El desarrollo del continente depende de la voluntad de los gobiernos de turno de trabajar conjuntamente con la población para eliminar las brechas entre ricos y pobres con una eficiente distribución de los recursos. Aún es evidente la baja cobertura de protección social y la poca inversión en salud e inclusión. Por esta razón tanto la CEPAL como la ONU están trabajando con los Estados a fin de cumplir con los Objetivos del Desarrollo Sostenible; de la misma manera otros organismos internacionales prestan ayuda económica a varios países clasificados como pobres para que los colectivos relegados, como el caso de las mujeres, tengan mayor inserción y protección. En ese sentido, es imprescindible que la ciudadanía sea mucho más activa, de tal forma que exija a sus gobernantes que los recursos sean destinados a la población equitativamente y que las políticas públicas garanticen el ejercicio del conjunto de derechos de todas las personas.