El coste de no hacer los cambios a tiempo
En economía se conoce como coste de oportunidad aquellos recursos que dejamos de percibir o que representan un coste por el hecho de no haber elegido la mejor alternativa posible, cuando se tienen unos recursos limitados. Cuando la elección afecta al conjunto de la ciudadanía es especialmente grave errar en la mejor elección, ya que las consecuencias de ese error la pagamos entre todas y todos, y sus consecuencias pueden determinar el futuro de toda una generación.
La crisis socioeconómica derivada de la pandemia de Covid-19 ya sabemos que va a ser la más grave en casi un siglo a nivel mundial. Pero no en todos los estados será igualmente grave. Las condiciones previas determinan mucho los efectos que sufriremos las poblaciones de cada país. No serán los mismos efectos para economías diversificadas, con sectores de alto valor añadido, con una elevada autosuficiencia tecnológica y que hayan tenido en cuenta la sostenibilidad medioambiental, que para territorios que dependan de unos pocos monocultivos, de escaso valor añadido, carezcan de presencia en los sectores más digitalizados de la economía y que hayan menoscabado la protección de los ecosistemas naturales y los efectos de la contaminación en la salud de las personas.
Los recursos disponibles para hacer frente a la emergencia socioeconómica en la que ya estamos son escasos: no podemos despilfarrar los escasos fondos económicos que llegarán - la UE no parece haber aprendido de la crisis de 2008- ni desaprovechar el (poco) tiempo que tenemos por delante ya que nadie discute que la emergencia climática ha mostrado en los últimos temporales pruebas de su magnitud, ni despilfarrar los valores medioambientales que ya hemos visto son esenciales para prevenir pandemias.
El modelo turístico mediterráneo estamos observando es vulnerable en extremo a las pandemias, el gobierno balear habla de pérdidas de su PIB de hasta el 30%. Sabíamos que el cambio climático es un factor igualmente amenazante antes del COVID-19. Y conocemos desde hace décadas que este modelo de turismo tiene consecuencias laborales como trabajadores en condiciones precarias y muy vulnerables. También que requiere de cuantiosas inversiones públicas: el turismo se beneficia de inversiones, desde infraestructuras de transporte fuera de escala a “atracciones turísticas” del tipo Ciudad de las Ciencias igualmente fuera de escala, que se pagan con el dinero de todos y que, como los recursos son escasos, van en detrimento de otras inversiones sociales. De ahí la importancia de recordar conceptos económicos como el de “coste de oportunidad”.
La mejor inversión para el conjunto de los habitantes de nuestro territorio es aquella que genere empleo en condiciones dignas, con salarios que no sean de subsistencia, cuyos trabajadores no tengan su futuro amenazado por las consecuencias del cambio climático o por la aparición de nuevos competidores con precios más bajos a costa de condiciones laborales degradantes. Es aquella que garantice no perder el tren del futuro que apunta a menos desplazamientos de personas a grandes distancias y una apuesta mayor por la proximidad y lo local. Es aquella que entienda que solo preservando el medioambiente podremos minimizar riesgos, y que no olvide que esta pandemia tiene una de sus causas en la presión sobre los ecosistemas y se agrava en las zonas de mayor contaminación atmosférica.
Tenemos una oportunidad única de prepararnos para que próximas crisis no desemboquen en tragedias sociales. Pero, antes, tenemos que decidir si seguimos gastando recursos escasos en mantener lo que nos ha traído hasta aquí o, vamos a aprender de tan dura lección y vamos a prepararnos para un futuro diferente sin reincidir en los errores pasados. Es el momento de impulsar otro modelo socioeconómico más resiliente, más respetuoso con el medio ambiente y que garantice mejor el futuro y dignidad de todas las personas.
*Natxo Serra, secretario de Organización de Verds Equo
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