¿Derecho a la ciudad? Los slums

Pocas personas se preguntan qué pasaría si la zona en la que viven no contase con ningún tipo de edificación, sistema de alcantarillado o carreteras. Sin embargo, este es el día a día de miles de personas alrededor del mundo. Estas cuestiones que apenas valoramos, porque nos vienen dadas debido al contexto geográfico en el que nos encontramos, son de vital importancia para garantizar el bienestar y la dignidad de todo ser humano. Resulta evidente que sin todos los servicios que nos proporciona la ciudad, tal y como la entendemos, no es posible ejercer derechos como la educación, la sanidad, el libre desarrollo de la personalidad, etc. Por tanto, ¿debería existir un derecho a la ciudad?

Los slums son barriadas que han proliferado en distintas ciudades de la India, Brasil, Argentina y Nigeria como consecuencia de los procesos migratorios de las zonas rurales a las urbanas. En la mayoría de ocasiones se trata de viviendas de autoconstrucción basadas en la utilización de productos reciclados, desechos y otros materiales de diverso carácter y origen. Son sus habitantes quienes edifican su medio urbano más inmediato, en función a cómo ellos entienden que debería configurarse un espacio de semejantes características.

Los colectivos empobrecidos son quienes cohabitan en las periferias situadas a los márgenes de las ciudades centrales. En estos espacios las personas caminan entre hileras de chabolas, donde hay callejones de apenas un metro de anchura y las aguas residuales impregnan la tierra. En contraposición, se encuentran las zonas donde vive la gente más adinerada, que goza del derecho a disponer de una vivienda digna y unas condiciones adecuadas para su bienestar. Así es como se configura una Ciudad Dual.

El concepto de Ciudad DualCiudad Dual como sinónimo de metrópolis “tardocapitalista” -Saskia Sassen, trata de una realidad con cierto protagonismo tras décadas de globalización que han generado importantes grados de desigualdad en el seno de los países desarrollados y empobrecidos. Esto ha convertido al declive social en algo complementario al crecimiento, una de las principales particularidades del contexto global actual.

Entre las causas que han dado origen a estos espacios, se encuentra la transformación que ha sufrido el mercado laboral, que ha supuesto la desaparición de la estabilidad en el empleo y el consiguiente aumento de la precariedad. Además, esta degradación confluye con la aparición de “nuevos ricos” pertenecientes a determinadas estratos sociales en los países emergentes, que han visto como una oportunidad el proceso de globalización.

En cambio, el sector con menos recursos, ha experimentado el proceso inverso. Hablamos, por tanto, de la “nueva pobreza”, reflejada en el antiguo proletariado ahora expulsado del mercado laboral como consecuencia de la aplicación de la revolución tecnológica a los procesos productivos, derivando todo ello en una etapa de desindustrialización. Esto se refleja en la existencia de un espacio urbano identificado como parte activa de la segregación social.

Un ejemplo de esta complejidad actual es la existencia de dos zonas antagónicas: Paraisópolis y Morumbi (Brasil), ambas separadas por un muro. La primera zona residencial corresponde a una de las principales favelas brasileñas, donde en 2016 vivían ya más de 70.000 habitantes, número que crece anualmente. La segunda significa “colina verde” y es una zona de residencia paras las personas más ricas de Sao Paulo.

Brasil en los últimos años, junto a países como la India o Sudáfrica ha sido sinónimo de desarrollo y de país emergente, sin embargo, la brecha entre ricos y pobres es enorme. Según datos de Oxfam Intermón, el 10% más rico de la población brasileña acapara casi la mitad (43,5%) de los ingresos del país. Esta creciente polarización social se ha convertido en una característica complementaria del desarrollo, y no en un indicativo de decadencia como era considerado anteriormente.

El modelo de desarrollo de Brasil presenta importantes retos en cuanto a sostenibilidad y equidad. Si bien el sistema de exportaciones agrícolas es clave para el crecimiento económico del país (en 2011 representaba el 22% del PIB), hay evidencias que constatan que las empresas del sector agrícola están sobreexplotando los recursos naturales nacionales de forma insostenible e irresponsable.

Los slums son una parte muy importante del actual contexto global de muchas ciudades. En ellos se producen procesos sociales únicos y poco conocidos. Frente a la imagen paternalista que se muestra de estos contextos, también cabe destacar la capacidad de articulación social y organización de sus habitantes. Dado que estas comunidades no permanecen estáticas resulta complicado trazar una única imagen de las mismas. “Se trata de sociedades que viven, trabajan, se relacionan y sufren, pero también luchan, combaten y se resisten”, subraya la ONG Sonrisas de Bombay. En definitiva, que manifiestan su “derecho a la ciudad” -Henri Lefebvre-.

Según dicha ONG, “la ciudad es una de las construcciones más exitosas de los seres humanos pues les ha permitido vivir, con destacado éxito, en sociedad. La relación de los habitantes de las ciudades con su entorno urbano es plenamente dialéctica, por cuando pese a ser una creación humana, la ciudad también influye sobre las comunidades que habitan en ella”.

Por tanto, es un derecho de todos los habitantes de las mismas participar en su diseño y planificación, en su crecimiento y articulación pues, de una manera u otra, ejerciendo este derecho están actuando sobre sí mismos. “Se trata del derecho a cambiarnos a nosotros mismos, cambiando la ciudad” -David Harvey-. Para hacer esto posible se necesitan políticas públicas de los gobiernos que actúen sobre esta realidad, así como otro enfoque de la cooperación al desarrollo internacional.

En este sentido, Oxfam, que tiene presencia en el territorio brasileño desde 1965, trabaja desde el año 2000 de forma específica en la promoción de la justicia económica. Todo esto a través de campañas para lograr unas leyes comerciales más justas, favorecer el acceso a la salud y los medicamentos, y fomentar la seguridad alimentaria. El objetivo es impulsar políticas y prácticas sostenibles, así como fortalecer la capacidad de la sociedad civil.