Para contar esta historia deberíamos comenzar respondiendo a la siguiente pregunta: ¿Quién fue Fernando Yáñez de La Almedina? A este nombre respondía uno de los pintores más importantes del Renacimiento de la península. Nacido en Almedina, Ciudad Real, en 1475 y fallecido en el mismo lugar en 1540. Discípulo de Leonardo Da Vinci y Rafael Sanzio, a la vuelta de su periplo italiano, trajo consigo la influencia del Quattrocento. Una de sus obras más destacadas representa uno de los temas clásicos de este periodo: el de Santa Ana, la Virgen y el Niño. Para la iglesia de su pueblo, Yáñez de La Almedina pintó esta escena añadiendo a Santa Isabel y al pequeño San Juan ofreciendo flores a su pequeño amigo Jesús. Es un cuadro que podemos disfrutar en el Museo del Prado. Sin embargo, su procedencia original nunca ha estado clara. En la leyenda de esta obra, según consta en la página web del Prado, se pone de manifiesto esa incógnita: “Esta obra fue comprada (...) en 1941 a la iglesia parroquial de Villanueva de los Infantes y se ha sugerido que pudo formar parte del desaparecido Retablo de La Almedina, en el que Yáñez trabaja durante varios años a partir de 1518”.
Pues bien, al parecer, la duda ha sido despejada por un joven editor valenciano, José López Camarillas, quién comenzó a investigar sobre el retablo desaparecido tras visitar los archivos municipales de Almedina en busca de información sobre sus parientes en el contexto de la Guerra Civil. Allí, de forma casual, encontró un acta de incautación de una obra de Yáñez de La Almedina en 1938 y, a partir de ese documento, la curiosidad le llevó a seguir tirando del hilo hasta conseguir la confirmación de sus sospechas. Un correo electrónico del Museo del Prado consiguió zanjar el último cabo suelto del caso.
“Santa Ana, la Virgen, Santa Isabel, San Juan y Jesús” es el título que recibe el cuadro de Yáñez en el catálogo del Museo del Prado. Según la investigación de José L. Camarillas, formaría parte del retablo desaparecido que Yáñez realizó ex profeso para la iglesia de Almedina. Su importancia radica en que fue la primera obra documentada de este gran artista. Según el erudito Pedro Miguel Ibáñez Martínez, fue un encargo que se encontraba referido en las actas de la Orden de Santiago y, entre otras referencias, también fue mencionado en un poema perdido de Quevedo. Sin embargo, en 1755, el terremoto que sacudió Portugal afectó a la Iglesia de Almedina que, posteriormente, acabó siendo abandonada. Fue entonces cuando se perdió la pista oficial del cuadro.
Ahora sabemos, gracias a la existencia de una carta, que entre 1930 y 1931 hubo un conato de negociación de compra-venta de “un cuadro de Yáñez de Almedina” por parte del director del Museo del Prado, Fernando Álvarez de Sotomayor, al responsable del patrimonio eclesiástico del citado municipio. Es decir, el cuadro del retablo no estaba desaparecido, al menos para el prior y el director del Prado. Por cierto, Sotomayor dimitió de su responsabilidad en el museo cuando se proclamó la República y volvió a dirigirlo cuando comenzó su andadura la dictadura franquista, llegando a ser procurador en Cortes y sucediendo en el cargo a Pablo Ruíz Picasso, director del Prado del 36 al 39.
Durante la Guerra Civil, en enero de 1938, tenemos de nuevo constancia de la obra en un acta de incautación, según la cual Cipriano Salvador Gijón, un pintor republicano del pueblo colindante, Villanueva de Infantes, recibió el mandato de “recoger muchas obras de arte que existían en los pueblos de la provincia, depositándolos en la Iglesia de Infantes, donde después fueron destruidas en su mayoría, logrando salvar el cuadro que hoy entrega a las autoridades”. El cuadro referido es atribuido a Yáñez de La Almedina y descrito en la citada acta así: “escena de la Virgen en la que aparece San Juan ofreciendo un ramo de flores a un niño, siendo su tamaño 106cm x 129cm, estando pintado sobre tabla”. La obra pasó entonces a “engrosar las que ya posee el Tesoro Artístico Nacional”. Como curiosidad, hay que destacar que entre quienes formaban parte de la brigada encargada de salvaguardar el patrimonio artístico por parte del Gobierno de la República, se encontraba un camarero y militante del PCE de Vallecas, Enrique Garci-López, que fue quien tomó las medidas del cuadro para que quedara registrado. y se encargó de su transporte.
Y aquí es cuando la historia se bifurca. Porque, a pesar de que el cuadro quedó a buen recaudo bajo la tutela del Estado republicano, de forma paralela, tras la victoria franquista, a partir de 1942 la localidad de Almedina denunciará insistentemente la pérdida durante el conflicto bélico de, entre muchos objetos, “un cuadro de madera pintado por el pintor Idañez (sic)” y tasado en 17.000 pesetas. Un precio que encaja perfectamente con la tasación que el Patronato del Museo del Prado hizo del cuadro, valorándolo entre 15.000 y 20.000 pesetas.
El gobierno franquista, basándose en las actas de incautación republicanas y las denuncias de Almedina, hostigó con interrogatorios al bueno de Don Cipriano, que era, en realidad, quien había salvado del expolio la obra de Yáñez y que, a pesar de ello, nada más terminar la guerra fue enviado preso al Fuerte de San Cristóbal en Pamplona. Una fortaleza medieval convertida en penal, considerada como una de las peores prisiones del franquismo. Famosa además por ser el escenario de la mayor evasión carcelaria de Europa, por la fuga de 795 presos republicanos en 1938.
Mientras esto le ocurría a Cipriano, el cuadro era retornado por el gobierno franquista a Villanueva de los Infantes, tal y como indica el acta de devolución y puede apreciarse en la fotografía que la acompañaba. El descubrimiento de ésta por parte de José L. Camarillas en el Archivo Histórico Nacional ha sido clave para solventar el caso, ya que demuestra que se trata tanto del cuadro descrito en el acta de incautación republicana como del que se encuentra en el Museo del Prado. Sin embargo, las medidas no concuerdan, pues en el acta de devolución a Villanueva de Infantes se describe un cuadro de “La Virgen y Santa Ana” con unas medidas de 140 x 120.
Poco después, en 1940 se solventa rápidamente una negociación de compra-venta de la Iglesia de Villanueva de Infantes con el Museo del Prado. Casualmente, se produce con Sotomayor de nuevo como director, en lo que parece ser la continuación del negocio comenzado en 1930 e interrumpido por la proclamación de la República. Finalmente, la venta del cuadro fue saldada por 15.000 pesetas.
Con la paradigmática obra de Yáñez ya establecida definitivamente en el Museo del Prado, siguió, sin embargo, el acoso por parte de la Fiscalía franquista a Cipriano Salvador, que siguió siendo requerido para ser interrogado por sus actuaciones como responsable de salvaguardar el patrimonio artístico de Almedina, Villanueva de los Infantes y localidades colindantes. José L. Camarillas sigue esperando información por parte de archivos militares que arroje luz sobre la suerte que corrió el salvador de la obra de Yáñez, de quien se pierde la pista en 1945 cuando se le concedió la libertad condicional.
La incongruencia en las medidas del cuadro quedó resuelta cuando, el pasado mes de junio, el Museo del Prado informó a López Camarillas que la tabla de Yáñez medía 142,4 x 119,5 con marco y 128,5 x 106 sin él. Es decir, que el camarero vallecano había medido únicamente la tabla mientras que los responsables del Tesoro Artístico en época franquista habían sumado las medidas del marco. Acaba así un enigma de décadas, demostrando que el cuadro de Fernando Yáñez de La Almedina siempre estuvo en el municipio del artista y que, si hoy sigue expuesto en el Museo del Prado, es gracias a que un pintor republicano se encargó de salvaguardarlo en su propia casa avisando a las autoridades pertinentes para que fuera trasladado urgentemente junto al resto del Tesoro Artístico Nacional.
Para confirmar sus hipótesis, José L. Camarillas consultó el fruto de sus minuciosas averiguaciones conmigo y con el historiador del arte y periodista Peio H. Riaño. Pero además, informó del descubrimiento al alcalde de Almedina, con quien he podido conversar sobre la relevancia que el hallazgo supone para este modesto municipio de Ciudad Real.
José Antonio Talavera Sánchez, alcalde de Almedina por las listas del PSOE, confirma al teléfono la alegría con la que recibió la noticia: “Este hallazgo es de una gran importancia para nosotros, ya que siempre hemos reivindicado el arte de este pintor que no ha sido nunca reconocido suficientemente a nivel nacional. Nosotros le hicimos un homenaje reproduciendo sus mejores cuadros en las calles de Almedina. Viendo las investigaciones de Camarillas pensamos reivindicar como propio dicho cuadro, porque fue arrebatado desde el retablo mayor de Almedina. Además, queremos hablar con el Museo del Prado. Nuestra principal reivindicación pasaría por una cesión temporal del cuadro a nuestro pueblo. Querríamos colaborar con el museo para cada año hacer un homenaje con conferencias o cualquier otro tipo de acto que suponga la reivindicación del pintor”.
A la pregunta de si ha sido una sorpresa conocer esta historia, contesta: “En el pueblo teníamos sospechas de que la obra del Prado era la nuestra pero no se sabía cómo habría llegado allí. Había sospechas que se comentaban de boca en boca pero no un conocimiento real de lo sucedido. Ahora por fin lo sabemos. Nuestra gente, cuando sepa la dimensión de lo que pasó y la importancia de este cuadro, va a sentir un gran orgullo de su pintor”.