Este blog pretende transmitir reflexiones sobre música, literatura, arte, pensamiento y cultura en general, sin eludir la dimensión política. Trata de analizar la realidad, especialmente cuando, como ocurre con frecuencia, supera la ficción.
El mundo de la fonografía
La nueva parrilla de RNE Clásica incluye algunos programas estimulantes. He escuchado con interés el que presenta y dirige el compositor valenciano Andrés Valero-Castells, titulado Pasen y escuchen, que se emite los sábados a las nueve de la mañana. Está orientado a la música de los siglos XX y XXI, preferentemente española, y con presencia de las bandas, a menudo despreciadas por el público de clásica, pero que tienen auténticos tesoros fonográficos.
También hay algún intento de recuperar viejos caminos de éxito. Uno de ellos es Clásicos populares, los sábados a las tres de la tarde. Ana Cortijo y Fernando Blázquez recuperan el título e intentan seguir la senda del mítico programa que presentaron durante décadas Fernando Argenta y Araceli González-Campa. El propósito es loable, pero la principal virtud que tenía el antiguo Clásicos populares era que se emitía por el primer programa de RNE y podía llegar a un público más amplio que el de habituales melómanos que escucha Radio Clásica.
Lo más destacable a mi juicio es el espacio denominado Con sello propio, dirigido y presentado por Juan Lucas, director de la revista musical Scherzo. Se emite sábados de cuatro a cinco de la tarde, y está dedicado a ofrecer novedades fonográficas comentadas. “Pese a la anunciada muerte del disco”, indica la emisora en su web, “la realidad es que hoy en día se graba más y mejor que nunca, con la ventaja de que el melómano, a diferencia de lo que sucedía en el pasado, tiene acceso a cualquier novedad de forma inmediata gracias a las plataformas digitales de streaming”.
Efectivamente así es. El nuevo programa sigue la estela de un emblemático espacio de Radio Clásica, El mundo de la fonografía. Presentado y dirigido por José Luis Pérez de Arteaga, se estuvo emitiendo durante cerca de 32 años y desapareció con la muerte de su creador a principios de 2017. Ante todo, me parece loable y necesario un espacio dedicado a las grabaciones. El nuevo Con sello propio, que tiene como sintonía un fragmento de la Sinfonía simple de Britten, presenta, sin embargo, el inconveniente de su duración, una hora. Y también que solo se emite un día a la semana.
El antiguo de Pérez de Arteaga era un programa río de tres horas de duración, que se emitía sábados y domingos de cuatro a siete de la tarde. Su voz era muy familiar para los oyentes, ya que fue la habitual de las retransmisiones de conciertos, incluido el de Año Nuevo que ofrece cada primero de enero TVE en directo. Con tres horas por delante es mucho más fácil poder emitir sinfonías completas, incluso algunas especialmente largas, como las de Mahler o Bruckner. Y también actos enteros de óperas.
Pérez de Arteaga exponía con un hablar lento, preciso, documentado, las características de las grabaciones que ofrecía. No siempre obedecían a la estricta actualidad, sino en muchos casos a conmemoraciones. Además, Pérez de Arteaga solía decir que solo hay dos clases de música: la buena y la mala. En su programa daba cabida con frecuencia a música de películas, entre la que hay grandes obras maestras. No sé si el nuevo programa de Juan Lucas mantendrá la duración de una hora, pero espero y deseo que los responsables de Radio Clásica entiendan la necesidad de ampliarlo para poder ofrecer las obras no mutiladas.
Siempre he pensado que una de las ventajas que ofrece la ópera y la música llamada clásica en general es que invita a largos espacios temporales de concentración. Es una manera de contrapesar el imperio de la inmediatez, las prisas y el fijar la atención en cosas que no superan los tres minutos.
Por fortuna no solo en la web de RNE, sino también en otros lugares de internet se pueden escuchar los antiguos programas de El mundo de la fonografía, a los que dediqué largas horas de escucha las tardes de sábados y domingos. Durante décadas disfruté de espléndidas grabaciones, acompañadas de la sabia presentación que aportaba Pérez de Arteaga. La sintonía del programa era (es, porque seguimos pudiendo escucharlo) un fragmento de la música que compuso Franz Waxman para la película Rebecca de Hitchcok. Volver a los audios de El mundo de la fonografía es también un ejercicio de nostalgia. Al escuchar la sintonía no puedo evitar pensar: “Anoche soñé que volvía a Manderley”.
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