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Fantasmas, tripartitos y radicales de derechas

Toni Cuquerella

Si con la presentación de Movimiento Ciudadano en Valencia se completaba la fórmula de un tripartito de derechas con PP y UPyD alternativo al progresista de PSPV, Compromís y EUPV, sólo faltaba que el vicepresidente de la Generalitat reconociera esta posibilidad.

Lo que parece más que claro es que el próximo gobierno de la Generalitat que surja de las urnas en mayo de 2015 no va a ser monocolor, sino que se va a necesitar de una coalición de dos o tres partidos; faltará saber si de derechas o de izquierdas.

La posibilidad más que realista y sensata admitida por el que parece ser todavía número dos del gobierno valenciano, José Císcar (con el permiso de Lola Johnson), contrasta de frente con la estrategia que encabeza Serafín Castellano, quien pretende identificar un la marca 'tripartito' como un monstruo de coalición radical de izquierdas que se comerá a la Comunitat Valenciana y la regurgitará en forma de País Valenciano, que pasará de ‘ofrenar noves glòries a España’ a ‘ofrenar noves glòries a Catalunya’.

No en balde Castellano, secretario general del PPCV, es también conseller de Gobernación y de las esencias valencianas, de los símbolos de identidad tan cacareados por la derecha y tan olvidados en el momento de la verdad. Castellano está siendo el martillo pilón del regionalismo del PP, es quien intenta exaltar el radicalismo de la derecha azuzando el fantasma del tripartito y del catalanismo.

Castellano abomina de lo que él cree que hará un tripartito de izquierdas porque es “radical”, pero ¿cómo de radical es la derecha del PP?

Para empezar ¿podría entenderse como radical prohibir el uso del concepto “País Valenciano” en las instituciones oficiales? Yo diría que sí, porque hasta entonces cualquiera podía elegir la forma más cómoda que tenía de expresarse.

¿Podría entenderse como radical prohibir las emisiones de TV3? También, nadie estaba obligado a ver el canal, por falta de oferta no quedaba, hay emisoras en castellano, teletiendas y tarots para aburrir; hasta entonces cualquiera podía elegir la forma más cómoda que tenía de informarse.

¿Podría entenderse como radical cerrar unilateralmente Canal 9 sin querer negociar su viabilidad? Sí, lo es. Y por mucho que se empeñe la Generalitat la televisión autonómica se cerró porque desde el Consell se quiso imponer un modelo sin negociar, y así lo dictaminó la justicia, de nada vale querer poner en marcha la táctica del ventilador y repartir culpas. La sentencia culpó a la Generalitat y esta no quiso ni recurrirla.

¿Podría entenderse como radical comparar símbolos fascistas con banderas cuatribarradas o republicanas? El propio castellano lo hizo. Parece que el conseller quiera situar en el abismo del mal cualquier símbolo que no se integre en la Constitución de 1978 o en el Estatut de Autonomia, pese a que se respeten los valores democráticos o los Derechos Humanos. Por cierto ¿qué se sabe de los expedientes de las fotos fascistas de miembros de NNGG? ¿Estas imágenes no eran radicales? ¿Eran sólo “chiquilladas” como dijo Alfonso Rus?

Finalmente ¿podría entenderse como radical mostrar la mayoría absoluta como única fórmula legítima de gobierno? Los pactos políticos son tan antiguos como la propia democracia, y el propio PP los ha hecho legítimamente, pero claro, no es lo mismo liderarlos que sufrirlos en contra.

El PP en el País Valenciano está protagonizando una batalla por implantar una única forma de entender nuestra sociedad, un “o yo, o el caos” que siempre ha definido a los totalitarismos. Las soflamas que emite el PP a través de Serafín Castellano atacan de raíz el radicalismo, pero un radicalismo que otros definen con conceptos como tolerancia o pluralidad. Por cierto ¿alguien ha oído a UPyD o a Movimiento Ciudadano levantar la voz contra estas actitudes del PP?

Pero ante todo recordemos una cosa cierta, realmente el miedo no lo provocan los fantasmas, lo provocan los vivos.

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