Francisco Aura, el zaplanista elegido por Mazón para dirigir À Punt que se hizo de oro con privatizaciones en Canal 9
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Al contrario de lo que suele ser habitual, la información elaborada por À Punt sobre el nombramiento de su nuevo director general, Francisco Aura, no es nada aburrida. Es institucional, eso sí, pero explica capítulos poco conocidos y muy jugosos del muy zaplanista y mano derecha del exdirector de Canal 9 Jesús Sánchez Carrascosa. Dice el comunicado que fue “enviado especial a las elecciones presidenciales de Estados Unidos”.
También a escenarios de muchísima más relevancia periodística: a la Guerra del Golfo (1990-91), a la Guerra de Bosnia y al golpe de Estado involucionista en la extinta URSS en 1991. Alguien habrá pensado que mejor contar andanzas épicas antes que torturar al ciudadano/lector/telespectador con otros episodios de su trayectoria bastante menos glamurosos y que retratan su perfil político, empresarial y como gestor en Canal 9.
Propaganda y negocios
Viajemos a aquella época en la que Francisco Aura se hizo un nombre y un hombre de negocios a la sombra de Zaplana y de su lugarteniente Sánchez Carrascosa. Este, que había sido jefe de campaña y de gabinete del presidente recién condenado por corrupto, auspició la televisión privada Valencia TeVe junto con su entonces esposa y todopoderosa directora de Las Provincias, María Consuelo Reyna. Detrás de ese canal, ubicado en la calle Fuencaliente de València, estaban también publicistas (Mediterránea de Medios) y empresarios como Francisco Segura, los hermanos Lladró o Fernando Roig. Aquella televisión nació tras el verano de 1996 para convertirse en el gran faro catódico privado del PP de Zaplana y para el negocio de sus impulsores. Hacía unos meses que Aznar no había podido consumar la mayoría absoluta y se había visto forzado a pactar con el “enano” Jordi Pujol.
Del núcleo irradiador de Carrascosa
La lectura que se hizo en el Palau de la Generalitat de aquella amarga victoria en las generales fue contundente: había que atar en corto Canal 9 (exactamente en esa misma tesitura están ahora con À Punt) e impulsar una televisión privada para la propaganda. Y de paso, se procuraría hacer negocio mientras se izaba la bandera y sonaba el No-Do. Zaplana no disimuló su afán de control mediático y colocó a su jefe de campaña, a Carrascosa, al frente de Canal 9 en abril de 1996. En la Guardia de Corps del director de la televisión autonómica estaba el jefe de programas Francisco Aura. Era tan de su confianza que no dudó en colocarlo de director de la citada Valencia TeVe. Llegó antes a esa tele el apadrinado que el padrino. Aura, por cierto, fue también accionista de esa televisión privada muy favorecida desde la dirección de Canal 9.
Comisiones y privatizaciones
Uno de los escándalos de la época relacionados con las adjudicaciones a productoras tuvo a Aura como coprotagonista. Sin dejar de ser personal de la plantilla de TVV, Aura se asoció con el entonces subdirector, Vicente Andreu, para montar Astel Producciones. Una productora que intermedió en las contrataciones de las retransmisiones taurinas de la casa y a cambio de comisiones. Todo ello mientras Aura y Andreu seguían cobrando la nómina pública. No fue el único escándalo que protagonizó Aura. Con su socio y la citada productora fue beneficiario de la privatización del espacio infantil Babalà, que presentaba María Abradelo. Por el paquete de programas contratado cobraron 2,8 millones de euros. Esos mismos contenidos costaban 360.000 euros cuando el espacio era de producción propia de Canal 9.
Francisco Aura acompañó también a Carrascosa en su aventura en Diario de Valencia. Una cabecera histórica adquirida por 42.000 euros y que regresó al quiosco el 26 de septiembre de 2000. Entre sus accionistas estaban, de nuevo, Francisco Segura, Enrique Roig (otro zaplanista de pro) o el propio Aura.
Nuevos viejos tiempos
La repesca de Francisco Aura como nuevo director general de À Punt evoca un pasado que es muy presente: el poder de las terminales del zaplanismo en la Generalitat y el afán por atar en corto la radiotelevisión pública. Y, de paso, igual a alguien de la industria auxiliar del partido gobernante le toca el gordo o la pedrea.
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