Un hombre paquistaní que vivía en un piso de inmigrantes: la intrahistoria de la foto del muerto que fue a portada
En plena pandemia de coronavirus un cadáver saltó a la primera página de un periódico. Y no era un muerto por la COVID-19, según sus conocidos, que explican que estaba enfermo del corazón. Se trataba de Asghar, un paquistaní de 44 o 45 años, sin familia en España, que vivía en Valencia en un piso compartido con otros inmigrantes. La portada de El Mundo levantó este miércoles una notable polémica sobre el uso de una fotografía de ese tipo.
“Esto no es un reportaje político, no tiene nada que ver, es un reportaje que pretende plasmar con la visión en primera persona de una doctora del SAMU su día a día en un contexto de coronavirus, y en ese sentido me parece que el resultado es impecable; la foto refleja parte de su realidad diaria”, defiende el autor de la instantánea, Alberto Di Lolli. En la fotografía aparece el cadáver sobre un colchón junto a una médico y una enfermera del SAMU que certifican la muerte. El hombre había acudido un día antes al hospital por problemas del corazón, según han informado fuentes cercanas. Del centro hospitalario lo mandaron a casa.
La imagen ha causado un gran revuelo y ha abierto debate en medios de comunicación y redes sociales sobre la conveniencia de su publicación.
Di Lolli argumenta: “Planteamos un reportaje sobre una jornada con el SAMU, acompañando a uno de los equipos en una jornada de trabajo y obtuvimos el permiso de la Conselleria de Sanidad condicionado a no revelar la identidad de los pacientes, de ahí que se pixele la cara del fallecido. En cada casa que entrábamos, por protocolo de seguridad, la doctora entraba primero, hacía un chequeo y si se daban las condiciones de seguridad autorizaba a que entrara el resto del equipo SAMU y en este caso yo como fotógrafo. En todas ellas, además, pedí permiso a los residentes o familiares para sacar las fotos y en este caso, dado que tanto la doctora como los compañeros de piso me dieron el visto bueno, hice la foto”.
El fotógrafo añade: “Se refleja, además, algo en lo que la doctora hizo mucho hincapié y es que mucha gente muere sola en casa con síntomas de coronavirus y no se les hacen pruebas. La doctora puso en el informe sospechoso de COVID-19 porque murió por insuficiencia respiratoria, por un tema también de prevención para los servicios funerarios”.
Di Lolli entiende perfectamente que se haya creado polémica e incluso debate, pero insiste en que solo ha documentado lo que ha visto sin ningún tipo de manipulación: “En la guardia anterior se encontraron cinco personas muertas en una casa, podrá gustar más o menos, pero es la realidad”.
El asunto, sin embargo, no es tan evidente. ¿Habría permitido alguna familia fotografiar el cadáver? ¿Se habría podido hacer la foto si no fuera el muerto una persona sin familia? ¿Qué derecho tenían los otros ocupantes de la casa o la misma doctora del SAMU a permitirlo? Y, ya en el terreno de la ética periodística, es cierto que no son extrañas las imágenes de fallecidos en lugares lejanos donde hay guerras o catástrofes humanitarias, ¿pero era esta una circunstancia parecida?
Por ejemplo, Francesc Vilallonga, doctor en comunicación y profesor de la facultad de Comunicación y Relaciones Internacionales Blanquerna de la Universitat Ramon Llull, de Barcelona. se ha mostrado muy crítico a través de su perfil de Twitter.
Dice Vilallonga: “La portada de hoy de El Mundo es indecente, éticamente reprobable y sobre todo no aporta absolutamente nada desde un punto informativo. Poner imágenes explícitas de muertes por coronavirus no es periodismo. Es sensacionalismo morboso del más bajo nivel. Asco”.
Por su parte, la Comisión Española de Ayuda al Refugiado del País Valencià (CEAR PV), considera que “siendo conscientes de que las personas inmigrantes son una de las partes de la sociedad que más se están viendo afectadas por esta crisis sanitaria, la foto de la portada de El Mundo es innecesaria puesto que no trata de explicar esta vulnerabilidad, sino que la foto es usada para otros fines que no tienen nada que ver con la situación de vulnerabilidad de las personas migrantes y refugiadas”
La entidad recuerda que ha solicitado al Gobierno la regularización urgente de las personas inmigrantes en situación irregular administrativa, reforzar y proteger el sistema de salud y que la pandemia no sea una excusa para dejar a la deriva a personas que buscan un país más seguro.
Gullermo López, doctor en Comunicación Audiovisual y profesor titular de Periodismo en la Universitat de València, asegura que la portada “es una barbaridad que se publica para llamar la atención y con una intencionalidad política”.
“La foto no tiene ningún interés periodístico. Es un intento de mostrar el desvalimiento del hombre, la crudeza del virus, pero con una intencionalidad secundaria para contentar a un determinado público que quiere ver muertos como argumento para desgastar al Gobierno”, asegura. Para este experto en comunicación, la portada “vulnera la intimidad del fallecido”. “Que sea un inmigrante también demuestra que es el único colectivo al que han podido acceder”, añade.
Por su parte, a Andrés Boix, profesor de Derecho de la Información de la Universitat de València, la publicación de la portada no le sugiere ningún problema. “Un cadáver no tiene derecho a la intimidad. Jurídicamente no hay problema”.
Además, plantea, “el periodismo debe mostrar lo que pasa y una sociedad adulta merece saber la realidad”. “Tampoco creo que sea denigrante para la información. ¿Es diferente la portada con la imagen de Aylan? Siempre soy partidario de que los medios sean quienes decidan hasta dónde llegar”, concluye.
Otra cosa, y no menor, es la intencionalidad mediática, o “editorial”, de la primera página, en la que la fotografía del cadáver de Asghbar aparece bajo un titular a cuatro columnas en el que se lee: “La crisis se cebará con España por su gestión del coronavirus”.
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