Mientras no dejan de llegarnos ecos de cómo el poder económico y político ha estado poniendo a su servicio el país en los últimos años, parece sin embargo que seguimos sin estar preparados para un cambio de estructura: no lo están los partidos que se dicen progresistas, a la vista de las desesperanzadoras negociaciones para la formación de gobierno, y no parecen estarlo tampoco los ciudadanos, a tenor de lo que marcan los sondeos sobre una repetición electoral, que anuncian una elevación de la abstención (achacable sobre todo a una desmotivación de la izquierda) y que beneficiaría al PP.
Resulta tremendamente frustrante ver, unas al lado de las otras, una noticia sobre los desencuentros de PSOE y Podemos, otra sobre la sociedad en Panamá del ministro Soria y una tercera sobre cómo a Mario Conde, el banquero prodigio reconvertido a chorizo, le siguen quedando cuartos para sacar de Suiza. Y uno pone estas informaciones en relación y se pregunta si de verdad una mayoría parlamentaria y social por el cambio va a acabar permitiendo que un gobierno de continuidad, con presuntos evasores de capitales en sus filas, siga amparando los paraísos fiscales, la casi nula tributación de las SICAV, amnistiando el fraude fiscal o no poniendo los mecanismos para que quien se lo lleva calentito lo acabe devolviendo. Es decir, que una élite se enriquezca a costa de su dinero y del mío.
Sería alucinante ver cómo le vendría regalado un mejor resultado electoral a un partido que no ha hecho nada por lograr acuerdos de gobierno y que se ha visto en este periodo desde el 20-D aún más salpicado por la corrupción, especialmente en la Comunidad Valenciana. A propósito, que en ese chorreo diario de casos, hoy le ha tocado el turno otra vez a la ex directora del IVAM, Consuelo Ciscar, otro ejemplo de uso del dinero público para beneficio privado. A mí me gustaría haber asistido a las conversaciones que tenían en el desayuno la Ciscar y su esposo, el ex Honorable conseller y actual presidiario Rafael Blasco:
- Chelo, ¿a que no sabes dónde vamos a pasar las vacaciones?
- ¿En Oropesa como los Aznar?
- No, ¡en Miami! ¿Y con yate de lujo y todo!
- ¿Y eso? ¿Nos ha tocado la lotería como a Fabra?
- No, los negritos, que dan mucho de sí, ya sabes…
- ¡Ja, ja, ja! Sí, ya sé…
- ¿Y a ti qué tal te va en el museo?
- Uy, de categoría, ¡soy la puñetera ama! Con decirte que he comprado obras de Rueda que no son de Rueda y otras que ni siquiera se han creado aún… ¿Qué te parece?
- Joder, ¡cómo te pasas! Pero oye, aún nos queda para llegar a la altura del insuperable Carlos: ¡un aeropuerto sin aviones! ¡Ese sí que es el puto crack!
- ¡Ji, ji, ji! ¡Cómo eres, Rafa!
En fin, que sería una triste guasa que todos estos escándalos, y los desahucios, y el paro, y los empleos precarios, y los recortes, y el tajo a las libertades… acabaran por no pasarle factura a sus responsables, y encima sin que sepamos muy bien si la causa es el ego de Pablo Iglesias, la intransigencia de Podemos, la del PSOE, la presión de los socialistas más moderados para forzar un pacto con Ciudadanos, aún a sabiendas de que era una opción inútil matemáticamente y entorpecedora de un acuerdo con los morados… o simplemente la maldición que hace tiempo le echaron a la izquierda, que le impide unirse en aras del beneficio nacional. ¡Cosas veredes!