“La gran banca española es la beneficiaria de la desaparición de Bancaja y CAM”
Joan Ramon Sanchis Palacio presenta este lunes en la Fira del Llibre de Valencia su última obra, 'La desfeta del sistema financer valencià'. Como en anteriores obras -'¿Es posible un mundo sin bancos? La revolución de las finanzas éticas y solidarias' o 'La banca que necesitamos'-, el profesor hace un alegato contra la rapacidad neoliberal que domina el sistema financiero actual y reivindica una banca autóctona propia al servicio de sus ciudadanos.
¿Qué gravedad tiene el desastre financiero autonómico para la Comunidad Valenciana?
La gravedad es especialmente significativa porque afecta al conjunto de la economía valenciana. La pérdida de una banca de proximidad, arraigada al territorio y vinculada directamente con las necesidades de financiación de la economía productiva supone dejar sin préstamos y créditos a una parte considerable del tejido industrial valenciano. No es solo que han desaparecido bancos que ofrecían servicios financieros a los ciudadanos y que generaban empleo directo, si no es sobre todo la repercusión que está teniendo en la capacidad de supervivencia y de crecimiento de miles de pequeñas empresas, de autónomos y de emprendedores valencianos. Son segmentos de mercado que a la gran banca especuladora no le resultan rentables, por lo que se incrementa la exclusión financiera de manera alarmante, sobre todo en los pequeños municipios rurales.
Por otro lado están las instituciones financieras de derecho público valenciano, como son el Instituto Valenciano de Finanzas y la Sociedad de Garantía Recíproca de la Comunidad Valenciana, de las que también hablo en el libro porque también han sufrido los desmanes y la corrupción. Dos instrumentos que pueden ser clave en la recuperación del sistema financiero valenciano y en general de la economía valenciana, pero que actualmente estan en una situación muy delicada.
¿Por qué se ha producido la “desfeta”?
Ha habido una hoja de ruta pactada por políticos y grandes banqueros con el fin de acabar con las cajas de ahorro, transformándolas en bancos privados; unido al predominio de un pensamiento neoliberal según el cual solo los bancos de gran dimensión pueden sobrevivir en los mercados financieros. La mala gestión crediticia de las cajas de ahorros condicionada por la irrupción de políticos sin escrúpulos, incompetentes y sumergidos en la corrupción y las intensas operaciones de fusiones bancarias auspiciadas por el Ministerio de Economía y el Banco de España a nivel central y por el Instituto Valenciano de Finanzas a nivel autonómico, fueron las herramientas utilizadas para acabar con el sistema financiero valenciano. Los grandes beneficiarios de todo esto proceso han sido los grandes bancos españoles. Posiblemente pensaban que uno de estos bancos podía quedar en manos de la Generalitat Valenciana pero calcularon mal los efectos y sobre todo gestionaron el proceso de manera incompetente, condicionado también por luchas políticas internas y juegos de poder con Madrid.
Bancaja y CAM financiaron a equipos de fútbol, empresas de 'amiguetes' o proyectos megalómanos impulsados por la administración. ¿No hay ahora una gestión del crédito -y su riesgo- más racional?
Estas cajas han desaparecido al ser adquiridas por Bankia y por Banco Sabadell, por lo que ya no podemos hablar de gestión del riesgo de dichas entidades. Si hablamos en general del sistema bancario español, se ha pasado de una gestión del riesgo descontrolada y sin criterios racionales a todo lo contrario, a una excesiva restricción del crédito que está perjudicando a la economía y que está impidiendo salir de la crisis. Si hablamos de la banca que ha quedado en la C. Valenciana, es decir, las cooperativas de crédito y cajas rurales, podemos decir que ésta sigue siendo igual de racional que lo era antes del estallido de la crisis, porque este tipo de entidades bancarias siempre se han comportado de manera racional y sostenible. En todo caso, ninguna de las medidas que se han tomado para resolver el problema del sistema financiero acomete el problema de fondo del funcionamiento de la banca que es la mala gestión crediticia, la opacidad y el secreto bancario y la excesiva especulación. Se sigue especulando, defraudando y engañando, mientras se sigue insistiendo en seguir haciendo operaciones de fusiones, que lejos de resolver los problemas, los agrandan aún más, como ha pasado con Bankia.
¿El desastre de las cajas, controladas por políticos, no es un alegato contra la banca pública?
Las cajas de ahorro no eran bancos públicos, eran fundaciones privadas gestionadas en parte por políticos, aunque en la Comunidad Valenciana este poder fue mayor y determinante en su desenlace final. Pero no podemos demonizar a las cajas de ahorro por lo que ha pasado, pues ni todas las cajas de ahorros estuvieron mal gestionadas (tenemos el ejemplo de Caixa Ontinyent aquí en Valencia pero de otras cajas como Ibercaja en Aragón o las cajas del País Vasco) ni tampoco el desastre fue debido a la forma jurídica de las cajas si no a un abuso desmesurado por parte de ciertos políticos, desde mi punto de vista intencionado para beneficiar a los bancos privados.
La banca pública es algo distinto, como lo fueron las entidades oficiales de crédito (Banco Hipotecario, Banco de Crédito Agrícola, Banco de Crédito Industrial, …) hasta que se privatizaron y se vendieron a un grupo bancario privado. Aquella banca pública que existió era rentable y eficiente, al igual que también lo eran las cajas de ahorros mientras estuvieron gestionadas con criterios profesionales. Desde mi punto de vista, el debate no es si banca pública o banca privada, si no crear mecanismos de control que sean eficaces y eficientes y que funcionen. El control por parte de la sociedad civil es clave.
¿Necesita la Comunidad Valenciana banca pública? ¿Que objetivos debe perseguir el Instituto Valenciano de Finanzas (IVF)?
La Comunidad Valenciana necesita una banca autóctona propia al servicio de sus ciudadanos y de su sistema productivo basada en un sistema de gestión de proximidad, transparencia e inversión socialmente responsable. Esa banca ya existe, son las cooperativas de crédito y cajas rurales, que siguen subsistiendo y que no han necesitado de dinero público porque son rentables y eficientes, a pesar de su pequeña dimensión. Son un ejemplo vivo de que un banco no necesita ser grande para competir y ser rentable y eficiente. Por tanto, lo primero que tendría que hacer el IVF, desde mi punto de vista, es garantizar la continuidad de la banca cooperativa que tenemos, porque ésta clase de banca está seriamente amenazada por el modelo neoliberal que basa toda su argumentación en el gran tamaño y la máxima rentabilidad económica; criterios que son incompatibles con el servicio al ciudadano y a la sociedad en general. En mi libro propongo seis medidas diferentes para conservar e incluso recuperar parte del sistema financiero que necesitamos.
Si me pregunta por la transformación del IVF en un banco público le diré que podría ser una buena opción pero complementaria de la banca cooperativa, no excluyente, y siempre que se dotara de los mecanismos de gestión y control que garantizaran su correcto funcionamiento: gestión profesionalizada independiente de los políticos y control de la sociedad civil. No obstante, veo serias dificultades para implementar esta propuesta de banca pública, sobre todo en lo que se refiere a la obtención de ficha bancaria, pero aplaudo la iniciativa del IVF en este sentido.
Algunas entidades -Caixa Popular, Caixa Ontinyent- han sorteado la crisis financiera con cierta holgura....
Estas dos entidades bancarias valencianas son un ejemplo claro de que la banca autóctona y al servicio de la sociedad es posible. En unos momentos en los que la mayoría de los bancos están cerrando oficinas y despidiendo trabajadores, estas dos entidades están llevando a cabo un proceso de expansión controlada y equilibrada mediante una estrategia de “mancha de aceite”, contribuyendo a la inclusión financiera y a la financiación de una parte de la economía valenciana, sobre todo a la relacionada con la Economía Social y el cooperativismo, contribuyendo así a la sostenibilidad del territorio. Como digo en el libro “son dos gotas de esperanza”, que nos permiten pensar en positivo, pero no podemos esperar más tiempo, hay que actuar ya; de lo contrario, también las perderemos.