El joven que se enfrentó a los ultras del 9 d'Octubre: “Acudí lo más rápido posible para tratar de parar la agresión”
Los testigos presenciales de las brutales agresiones de la extrema derecha a la manifestación del 9 d'Octubre de 2017 en València siguieron este miércoles con la ronda de declaraciones en el juicio. Vicente D., el joven que se enfrentó a la turba de ultras para tratar de evitar las violentas agresiones que se estaban produciendo a plena luz del día, relató ante el tribunal de la sección primera de la Audiencia Provincial de València su peligrosa experiencia.
Los ultras, muchos de ellos pertenecientes a la peña Yomus, rompieron el precario cordón policial que, a duras penas, separaba a los manifestantes de los ultras y atacaron a una pareja a la que dieron una paliza mientras una cámara de La Sexta retransmitía la agresión en directo.
“Veo que hay dos personas en el suelo recibiendo patadas y golpes de todo tipo por parte de ocho o diez que están agrediendo de manera contundente con riesgo de provocarles heridas graves”, declaró el testigo, que acudió “lo más rápido posible para tratar de parar esta agresión”.
Vicente D., en solitario, se enfrentó a los ultras para tratar de repelerlos. “Se me abalanzan varias personas para intentar agredirme, primero una persona me lanza dos puñetazos y una patada, retrocedo y lo esquivo, pero me acorralan contra la pared y consigo mantener la distancia, no sé cómo”.
Una veterana periodista estaba a pocos metros de la pareja agredida y recordó en el juicio el impacto que le produjo escuchar, cuando los ultras derribaron a la joven, “el sonido de su cabeza contra el suelo, el clac”. “Fueron unos segundos larguísimos hasta que llegó la Policía Nacional”, apostilló la testigo.
El joven Vicente D. logró parar los golpes hasta la llegada de los agentes de la Unidad de Intervención Policial (UIP), que lograron disipar a los ultraderechistas. El testigo sufrió “arañazos y varios golpes en el cuerpo” y quedó “en shock”.
El portavoz de la Comissió 9 d'Octubre, que agrupa a los partidos, sindicatos y entidades convocares de la manifestación, también presenció la acción en solitario de Vicente D. Fue, según declaró, un grupo de “cinco o seis” ultras que le propinaron “patadas y puñetazos”. Los agresores incluso se animaban “mutuamente” para ver “quién pegaba más”.
Una fotoperiodista que presenció los hechos retrató a los atacantes como ultras “muy agresivos” y recordó cómo en sus fotos aparecen con la “vena” del cuello hinchada por el ardor violento. Vicente D. intentó evitar que “estos energúmenos” siguieran pateando a una pareja que quedó atrapada: “Ahí es cuando me asusté de verdad, tuve miedo y temblaba”, dijo la fotógrafa.
La testigo también presenció la agresión a un fotógrafo de la agencia France Press y de El País al que los ultras intentaron robar su cámara: “Llegué a temer por su vida”, aseguró.
Los testigos identifican a los acusados
Casi una decena de testigos coincidieron en la descripción de los hechos acaecidos en la plaza de San Agustín de València. Varios periodistas del diario Jornada fueron atacados e insultados. Una de las informadoras recordó que, en un “ambiente tenso”, llegó “un grupo de ultras en formación militar”, que consiguió más tarde romper el cordón policial. “Me puse muy nerviosa, no sabíamos cómo actuar”, declaró. Un empleado del mismo medio recordó los “insultos y amenazas de muerte” que “constantemente” fueron proferidos por parte de los ultras.
Otro testigo, militante de Endavant, relató la agresión que sufrió a manos de los miembros de la extrema derecha aquella jornada. “Prácticamente en el momento en que entramos en la plaza, un grupo de gente se abalanza contra nosotros. No me acuerdo mucho, sé que a mi me golpean, me rompen el labio y me tiran al suelo. Recuerdo intentar levantarme y juntarme con el resto de compañeros para, de alguna manera, buscar la protección de la manera que fuera”, declaró el militante independentista.
El mismo agredido relató la llegada de refuerzos policiales, que consiguieron estabilizar la situación y embolsar a los manifestantes para evitar que las agresiones fueran a más. “Era una sensación de miedo, estabas rodeado de gente escupiendo, amenazando, era una sensación de humillación total y absoluta”, dijo a modo de resumen.
El portavoz de la Comissió 9 d'Octubre describió a los ultras como “una serie de energúmenos con actitud violenta que estaban impidiendo el ejercicio del derecho a la manifestación”. El testigo aclaró que la manifestación tuvo que desfilar con protección policial y renunciar a acabar en la plaza de Alfons en Magnànim, ante la estatua de Jaume I, ante “la violencia tan grave” que se produjo. “Si no llega la policía aquello podría haber acabado en un problema grave”, afirmó.
El recorrido acabó, a diferencia de otros años, en la plaza de América y los organizadores tuvieron que dar unas mínimas indicaciones a los asistentes para que se marcharan en grupo y trataran de evitar nuevas agresiones.
Casi todos los testigos identificaron a los dos acusados, el comunicador fallero Pepe Herrero y Francisco Moreno Moreno, supuesto agresor en los momentos iniciales. Se trata de los únicos ultras que permanecen en el banquillo tras el pacto de conformidad alcanzado con las acusaciones por parte de 26 acusados, que aceptaron penas menores, indemnizaciones y medidas de alejamiento.
Herrero se dedicó a jalear y animar las agresiones en su retransmisión en directo en Facebook, según las acusaciones. Moreno, con una bandera española a modo de capa y una Senyera en la cabeza, fue identificado participando en alguna de las agresiones. Los investigadores de la Brigada de Información analizaron 1.200 videos y fotografías para acreditar la participación de los acusados en los hechos.
Una testigo: “Me llamaron puta y de todo”
La marcha tuvo que discurrir rodeada por un despliegue de la UIP para evitar agresiones. Sin embargo, tal como relató en el juicio una joven independentista, los manifestantes sufrieron insultos, amenazas y escupitajos. La mujer, que sufrió miedo y temió por su integridad física, recordó que los ultras le gritaban: “Guarra, cómeme la polla” y otras expresiones similares. “Fue muy humillante todo el recorrido”, agregó ante el tribunal.
Otro testigo describió a los atacantes como “cabezas rapadas” con esvásticas. “A las mujeres”, declaró, “les decían guarras, putas, os deberían violar”. Ante tal tesitura, prefirió no participar en la manifestación y volver a casa: “A mi mujer le dio un ataque de pánico”. La fotoperiodista que declaró como testigo relató los insultos que sufrió: “Me llamaron puta y de todo”.
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