Como cada otoño, el parque natural de l'Albufera de València se convierte en el escenario de la polémica gestión de la paja del arroz y desde Acció Ecologista-Agró se muestran “hartos” de que vuelvan, “una vez tras otra, como en el día de la marmota, los mismos posicionamientos enrocados de cada una de las partes. Estamos hartos del reduccionismo de un problema ambiental complejo que cada año se centra en si se quema o no”. Los ecologistas insisten en que la gestión de la paja es uno de los graves problemas que padece l'Albufera y que se agudiza por la falta de un caudal de agua de calidad y la “falta de coordinación y gobernanza”.
En una situación de plena emergencia climática “no nos podemos permitir el lujo de perder los servicios ecosistémicos que nos provee una Albufera en buen estado ecológico para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. O como cloaca para el carbono, reguladora de inundaciones y del clima, entre otros muchos servicios ecosistémicos. L'Albufera requiere muchas ganas de trabajar por ella y menos cabezonería y ganas de tener la razón”, sentencian.
Así, lamentan que cada año se repitan “las mismas batallas mediáticas de siempre, sin que más de veinte años de ayudas agroambientales al cultivo del arroz en el parque natural, de supuestos pactos y de proyectos europeos, hayan servido para nada”, y consideran, en base a “diversos informes técnicos”, que la quema no es la única alternativa en la gestión de la paja que, “por ejemplo, se podría retirar y darle otro uso, lo que constituye la mejor opción medioambiental”.
Recuerdan desde Acció Ecologista-Agró que los arroceros de l'Albufera reciben una ayuda económica dentro de la Política Agrícola Común (PAC) de la Unión Europea con el objetivo de desarrollar determinadas prácticas para la mejora del medio ambiente, las denominadas ayudas agroalimentarias para compensar los gastos que suponen la gestión de la paja del arroz para “evitar aguas negras”. La quema se permite “de forma excepcional”, no como recurso: “La excepcionalidad que ha permitido la quema durante los últimos años está basada en informes de Sanidad Vegetal de la Conselleria de Agricultura, cuyas conclusiones siempre están predeterminadas: Se trata de autorizar la quema sin poner en peligro el cobro de las ayudas agroalimentarias”.
En los estudios de Sanidad Vegetal se hace referencia a diferentes factores: presencia de malas hierbas, acumulación de materia orgánica en el suelo, falta de oxígeno, persistencia de hongos...“ y cada año se emite un nuevo informe, casi al final de la campaña, para justificar esta práctica”. Sin embargo, explican los ecologistas que no tienen conocimiento de ningún estudio de seguimiento de esta medida, “cuyo supuesto carácter excepcional requiere una buena monitorización para ver si la quema es efectiva o no”.
Promover otras iniciativas
“Si esta medida funcionara, se deberían ver mejoras ya, pero año tras año los informes dicen que cada vez está peor, y tampoco se incide en otras medidas”, indican desde la organización ecologista, que recuerda que hace tres años la Conselleria, con el apoyo de los agricultores, propuso un plan de cuatro años para reducir la quema y promover otras iniciativas para la gestión de la paja: “Se dividió el arrozal en dos zonas y cada año se permite esta práctica en una de ellas, y la administración aporta dinero público para empacar y distribuir la paja de forma gratuita”.
Después de tres años, “los agricultores siguen diciendo que la quema es la única opción y amenazando, especialmente durante estas últimas semanas, con la posibilidad de putrefacción de toda la paja en l'Albufera por las lluvias y las elevadas temperaturas de este otoño”. Unos augurios que, “finalmente, se han cumplido. Se han generado aguas negras en una gran superficie de los arrozales, poniendo en grave riesgo la biodiversidad del parque natural, así como también se emite una gran concentración de gases de efecto invernadero, especialmente metano”, por lo que en Acció Ecologista se preguntan: “¿No se podría haber hecho nada para minimizar esta situación?”.
A pesar de reconocer que se ha tratado de una situación “sobrevenida” con el añadido de las altas temperaturas, lamentan que algunos agricultores prefieren “tener razón y asistir impasibles a una emergencia ecológica en l'Albufera que ponerse a la faena y dialogar con técnicos y administración para diseñar una estrategia de minimización de daños. Hay demasiada hipocresía en algunos agricultores y en algunos de sus representantes, lo que no significa que sea el posicionamiento de todos los arroceros, ni mucho menos, ya que muchos han colaborado activamente”.
Denuncian los ecologistas que no se ha apostado por la retirada del residuo, “eliminando un problema para el agricultor”, mientras que, por el contrario, sí que ha habido “muchas quejas, demostrando una nula empatía. Vemos muy poca predisposición y muchas ganas de boicotear cualquier esfuerzo para mejorar la gestión”. “Si se fomentaran, las buenas prácticas serían más habituales”, concluyen desde Acció Ecologista-Agró.