La chufa, un tubérculo que en España históricamente se ha asociado al consumo de la horchata, se ha convertido en los últimos años en un producto casi de lujo que se vende en las mejores tiendas ecológicas de EE UU o Alemania. Fue la NASA la institución que la popularizó en todo el mundo al considerarla un superalimento. Este hecho ha convertido su cultivo en una de las producciones más rentables.
Una pequeña área de la huerta València es de las pocas microrregiones de España que cultiva este tubérculo que en EE UU se llega a pagar a 24 dólares el kilo. 500 familias viven en esta zona de su comercialización. Antxon Monforte, un cooperativista que cultiva chufa para la producción de horchata, llevaba años viendo que, pese a que el precio de la chufa se disparaba, lo que se pagaba en el campo por él no daba para vivir. Y es que la competidora de la chufa valenciana, la africana, había reventado los precios.
Antxon quiso dar un paso al frente y conocer de primera mano la situación de la producción de la chufa africana y conocer los motivos por los que sus precios de producción eran tan bajos. Pese a no tener experiencia en el mundo audiovisual, Antxon Monforte se lanzó a realizar un documental sobre la situación.
Pero lo que debía ser una pieza en la que explicara las desigualdades y la falta de derechos en países productores de chufa como Burkina Faso, Níger o Mali ha acabado por destapar una presunta estafa internacional en la comercialización de la chufa. Y la protagonista de esta situación ha sido una empresa española.
El documento audiovisual, hecho prácticamente sin recursos económicos, ha sido seleccionado entre los seis mejores documentales del Festival de Cine de Derechos Humanos de Barcelona y también se estrenará en su homólogo de Madrid, que se celebra del 3 al 10 de diciembre. Es ese momento, los socios de eldiario.es podrán disfrutar de su visualización en exclusiva.
Mousso Faso. La tierra de las mujeres íntegras cuenta el viaje de Antxon por los territorios de África donde se produce la chufa, entrevistando a las familias productoras del tubérculo. Allí relata como la presunta estafa de la empresa española Tigernuts Trades, la mayor comercializadora de este tubérculo del mundo, provoca que la población acabe pasando grandes penurias.
El documental narra el caso de las “chufas de sangre”, un ejemplo de la explotación a la que los habitantes del norte someten a los del sur. En este caso con protagonistas españoles. Además, la cinta acaba desvelando también como muchas zonas productoras de este tubérculo han acabado en manos de grupos yihadistas de Mali. Así, estas mujeres africanas viven un doble drama, las durísimas condiciones de trabajo y el sometimiento a la dictadura terrorista. Un expolio de su tierra que dura ya 25 años.