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CV Opinión cintillo

Los árboles y el bosque

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Los grandes proyectos a veces están construidos sobre pequeñas miserias que ponen sobre la mesa la eterna pregunta que vincula el fin a los medios o los medios al fin, como ustedes prefieran.

El Anell verd Metropolitá de l’Horta es un proyecto interesante pero redactado en un despacho lejos de la realidad física de las calles y plazas de los pueblos afectados. Es verdad que el vecindario no ve el gran proyecto, pero sí el impacto que produce. En cambio, el proyectista ve la globalidad de la idea que supone conectar, pero no sus consecuencias. Y el conflicto está servido. La contraposición entre la mirada larga y la mirada corta. Dos miradas que hay que compatibilizar.

La participación (hermosa palabra) vino para resolver ese divorcio, fue una conquista de la democracia, eso creíamos, pero la altivez de unos y las descalificaciones de otros, a veces ponen en primer plano la dificultad de gestionar. Con frecuencia se critica al vecindario con el argumento de “querer un carril bici, sí, pero no en la puerta de su casa”, argumento fácil pero que no responde a la realidad. La lupa del habitante es un dato imprescindible para la gestión aunque le moleste al proyectista.

Es una responsabilidad compartida, lo sé, el gestor ha de difundir con claridad el proyecto que pretende realizar y la población ha de estar atenta. Proyecto es una palabra interesante que habla del futuro desde el presente; deberíamos hacerla eficaz.

En el caso de Godella, meter el citado anillo por el pueblo ha generado contradicciones entre una buena iniciativa y la dificultad de su materialización. Esas contradicciones que hubieran merecido una revisión razonable y razonada del proyecto, revisión que no se hizo a pesar de las protestas y los escritos de la ciudadanía. ¿El resultado? Un trazado muy discutible afectando a las aceras, tramos de anchura ridícula para lo que debe ser un anillo metropolitano, y la tala de dos árboles importantes.

¿Qué pensó el proyectista cuando lo dibujó? ¿Y el gestor cuando vio las afecciones que suponía? Seguramente le restaron importancia a los “detalles”. ¿Y qué pensó el vecino cuando vio las máquinas trabajando? Seguramente incredulidad. Seguramente tristeza. Si los árboles no te dejan ver el bosque, córtalos. Entonces verás el desierto.

Ahora que hemos descubierto que el árbol es la fábrica perfecta para disolver el CO2, ahora que el profesor Stefano Mancuso recomienda plantar un billón de árboles en el mundo, ahora que el cambio climático nos amenaza, en Godella nos olvidamos de todo, los viandantes se estrechan y el árbol se convierte en algo secundario que se suprime si interfiere con un proyecto artificial. Deberíamos saber que un árbol, en sí, ya es un bien irrepetible a tener muy en cuenta.

Tristeza es la palabra que mejor define la percepción, porque es el fracaso de la gestión, la incapacidad del diálogo, el peso de la imposición, la realidad de los hechos consumados. La tan nombrada participación ha fallado.

A veces las opciones de progreso dan traspiés injustificados que afectan a la vida cotidiana de la ciudadanía. Y eso, da una tristeza especial.

Ojalá nos sirva de ejemplo para nunca más.

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